Cine de culto Cine: ‘The Dark Crystal’ (1982)

Comenzamos con nuestra serie Cine de culto Cine, en la que hablamos sobre una película de culto en cada entrega. La inauguramos con The Dark Crystal (1982), la oscura fantasía ochentera protagonizada por marionetas del creador de los Muppets.

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Por Lalo Ortega

 

¿De qué va la película?

Siglos atrás, en el planeta de Thra, existía la raza de los urSkeks, seres luminosos que coexistían con el Cristal de la verdad, fuente de armonía, paz y sabiduría. Cuando éste se fracturó y se convirtió en el Cristal oscuro, dos nuevas razas aparecieron: los malévolos Skeksis, que usan el poder del cristal para obtener la inmortalidad; y los benevolentes urRu, conocidos como los Mystics.

En el presente un joven Gelfling, Jen (voz de Stephen Garlick) recibe una misión de los Mystics que lo acogieron: “sanar” el Cristal oscuro, llevando un fragmento perdido a su lugar de origen antes de que se alineen los tres soles del planeta. Si fracasa, los Skeksis mantendrán a Thra en la oscuridad para siempre.

 

El origen

Incluso si no has visto The Dark Crystal, pero viste el tráiler, habrás notado que la película es protagonizada exclusivamente por marionetas, algo inusual en su época y todavía al día de hoy. Y si te esperaste hasta el final, habrás visto acreditados como directores a dos nombres que te resultarán familiares: Jim Henson, mejor conocido como creador de los Muppets; y Frank Oz, el marionetista que dio vida y movimiento a Yoda en Star Wars, entre muchos otros personajes.

Enfoquémonos en el primero, y seguro te preguntarás qué motivó un cambio tan radical entre los alegres Muppets y el sombrío mundo de Thra.

Resulta que por la popularidad de Kermit y compañía, y por su trabajo en Sesame Street, Henson temía quedar encasillado en programas para niños por la eternidad. Su agente, que también trabajaba para talentos de Saturday Night Live como John Belushi, Dan Aykroyd, y Gilda Radner, se aseguró de que no sucediera así. Eventualmente, Henson realizó una serie de sketches con marionetas dirigidos al público adulto, conocidos como The Land of Gorch, cuyas marionetas habitaban un lejano planeta de fantasía. Los sketches no prosperaron y fueron eliminados del programa muy pronto, pero se entiende de dónde viene la idea para The Dark Crystal.

Henson escribió un tratamiento de la historia, marcada por influencias de la filosofía New Age. Para la dirección de arte, se inspiró en el libro de ilustraciones de Leonard B. Lubin, basado en el poema de Lewis Carroll The Pig Tale.

Después invitó a su colega, Frank Oz, a dirigir, a pesar de que éste no tenía experiencia en el campo pero, de acuerdo con Oz, valoraba sus contribuciones. En una entrevista con SFGate, cuestionado por el radical cambio de rumbo respecto a los Muppets, Oz dijo que:

“Lo que Jim quería hacer, y era por completo su visión, era volver a la oscuridad de los cuentos de hadas originales de los Grimm. Creía que estaba bien asustar a los niños. No creía que fuera saludable para ellos sentirse seguros siempre”.

 

La producción

Henson comenzó a trabajar en su idea en 1975, mucho antes de estrenar su primera película, The Great Muppet Caper de 1981. En el camino, se encontró con el trabajo del ilustrador británico Brian Froud, quien acababa de publicar su libro Once Upon a Time. Él sería el encargado de diseñar el arte conceptual sobre el que se construyó toda la película.

Para entonces, se habían realizado ya películas con marionetas en stop motion, o bien, películas en live action con humanos y marionetas. Un filme protagonizado exclusivamente por marionetas era algo sin precedentes, y fue el principal atractivo de The Dark Crystal. Por eso mismo, fue también una producción en la que se innovó mucho en el diseño y operación de marionetas (o “criaturas”, como las llamaba Henson) en el cine.

“Estas criaturas son bastante complicadas”, detalló en una entrevista para la revista Fantastic Films en 1983. “La tecnología empleada en ellas tiene una diversidad de técnicas: control por radio, uniones mecánicas y algunas de las técnicas de marionetas tradicionales. Pero todo está mezclado, así que es muy difícil identificarlas exactamente. Por esa complejidad y porque hay cinco o seis operadores por criatura, a veces ese equipo de personas eran los actores. Tenían que construir la personalidad de cada criatura”.

“A veces teníamos a prácticamente todos los personajes en escena al mismo tiempo, así que habría de 50 a 60 operadores en el set tratando de funcionar”, continuó. “Era como Grand Central Station”. Como recuerda el propio Froud, “otro reto era ocultar a los operadores, porque filmas desde todos los diferentes ángulos. Y también, claro, dar la ilusión de movimiento, porque una marioneta puede hacer lo que sea, menos correr o caminar”.

A pesar de todas las dificultades, la película se filmó por alrededor de nueve meses en 1981.

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‘The Dark Crystal’ (1982). Universal Pictures.

 

El estreno

En su visión original, Henson había planeado que los Skeksis hablaran en su propio idioma inventado, sin subtítulos en inglés. Las reacciones a la primera proyección de prueba fueron terribles, así que el director cedió y contrató al guionista David Odell para escribir nuevos diálogos en inglés que coincidieran con los movimientos de las criaturas. Las reacciones posteriores, según el propio Henson, fueron “… un poco mejores”. Las cosas no pintaban muy bien para la película.

Finalmente, la película se estrenó en diciembre de 1982, plena temporada navideña. Con un presupuesto estimado en 25 millones de dólares, pero una recaudación en Estados Unidos superior a los 40 millones, The Dark Crystal logró hacer dinero, contra toda expectativa. Sin embargo, no fue un éxito masivo: fue opacada por Tootsie, estrenada el mismo día; y por E.T. the Extra-Terrestrial de Steven Spielberg, que llevaba generando carretadas de dinero desde ese verano.

La crítica fue tibia. Dado que fue promovida como una película apta para toda la familia, muchos criticaron su tono oscuro y narrativa simple, como pretexto para lucir las marionetas. Éstas, naturalmente, fueron su elemento más aplaudido.

 

El culto

“Aunque a la película le fue bien al final, ver que tuvo una especie de segunda vida es algo genial”, recuerda Froud. “La gente responde a su complejidad — nunca hicimos una película para niños, la hicimos para nosotros, y hay mucho más que sólo ‘bien contra el mal’ en ella. Jim era alguien muy espiritual, y hay temas profundamente espirituales en The Dark Crystal. ¡Y es una película muy rara, también!”.

No puede resumirse mejor: es una película rara de ver y no existe nada similar a ella que no haya salido de la cabeza de su director. Pero al mismo tiempo, esa estética tan única es la que le dio su segundo aire en el mercado del home video. Por lo menos, fue lo que convenció a David Bowie de protagonizar la próxima película de Henson, Labyrinth (1986). Como relató el propio Ziggy:

“Él (Henson) me mostró el arte de Brian Froud, y una copia de The Dark Crystal, que me pareció una obra fascinante. Y pude ver el potencial de hacer esa clase de película con humanos, canciones, con un guión de comedia un tanto más ligera”.

 

Pero en sí, la franquicia no prosperó. Henson y Odell conversaron sobre una secuela mientras desarrollaban la primera película, pero no se supo más. El primero falleció en 1990.

En 2005, The Henson Company anunció sus planes para la continuación, The Power of the Dark Crystal. Incluso llegó a existir un guión, pero cuando los planes para la producción fracasaron, acabó convertido en una serie de cómics en 2017.

Entonces llegamos a 2019, con la precuela The Dark Crystal: Age of Resistance estrenada en Netflix. Tan recordada es la película original que la serie respetaró su aspecto primordial: el trabajo con marionetas.

“Quería modernizar el arte de las marionetas”, contó a Cine el director de la serie, Louis Leterrier. “Utilizar una técnica actual de filmación, usar Steadycam, y hacer que funcionara con los títeres”.

Lee la entrevista con Louis Leterrier por Age of Resistance

 

A la serie puede irle bien o mal en Netflix. La obra original de Jim Henson queda para la historia, como una de las películas de culto predilectas de quienes crecieron en los ochenta y noventa.

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