‘Los años azules’: entrevista con la directora Sofía Gómez Córdova

Hay ocasiones en que los recuerdos más gratos de la juventud no vienen de los momentos más emocionantes, propiamente dichos, sino de los más ordinarios y cotidianos. Esos pequeños instantes en los que, por sí solos, “no pasa nada”, pero en suma constituyen una valiosa colección de memorias. Esta clase de conversaciones casuales en el patio, discusiones en la cocina y encuentros esporádicos en la cama forman el todo de Los años azules, ópera prima de Sofía Gómez Córdova que se estrena este 18 de enero.

La película, acreedora a múltiples reconocimientos – entre ellos el premio de la crítica internacional en el Festival de Cine de Guadalajara, el de mejor película en los de Guanajuato y Monterrey, y una nominación al Ariel – cuenta las historias de cinco adultos jóvenes que, entre sus sueños y frustraciones, comparten sus vidas en una casa destartalada de Guadalajara. La historia de Los años azules, según escribe su directora y coguionista, se inspira en las suyas personales, pues vivió un tiempo dentro de la casa inmortalizada en pantalla.

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Cine conversó con Sofía Gómez Córdova y con el actor Juan Carlos Huguenin, quien en la película interpreta al habitante más joven de la casa, Andrés. Esto es lo que nos contaron sobre Los años azules.

¿Por qué te decides por esta historia tan personal para tu primera película?

Sofía Gómez Córdova (SGC): Para mí, es muy importante ser lo más sensata y honesta posible con lo que hago. En ese momento, yo sentía algo de lo que yo podía hablar con la suficiente sensatez y profundidad sin caer en pretensiones o superficial en temas más complejos.

Eso, y que lo vivido en esa casa fue para mí una experiencia determinante, y que además tenía muchos puntos comunes con la gente con la que convivía, y con la que iba a hacer la película. Así que fue muy fácil reunirnos en torno a ese objetivo, porque compartíamos las ganas de hacerla.

También fue una decisión pragmática, pues sabíamos que en nuestro contexto tenemos recursos muy limitados para hacer cine. Así que me gustó la idea de sacar de las pequeñas cosas que conocemos, un proyecto cuya complejidad no recaiga en el dinero, sino en cómo filmarla en términos creativos.

Foto: Alfhaville Cinema

¿Por qué la titulaste Los años azules?

SGC: Primero se llamaba Los ojos de Schrödinger, por el gato que sale en la película, pero me parecía un título muy pretencioso. Entonces buscamos otro título, y un amigo que estudiaba japonés nos contó que, en el idioma, el concepto de juventud se compone de los ideogramas para “periodo” y “azul”. Sonaba muy bonito, y nos pareció que daba en el clavo de lo que queríamos hacer, retratar este periodo que solemos mirar con el filtro de lo que en inglés llaman “the blues”.

Y como coguionista, ¿cómo trabajaste el guión para aterrizar una experiencia tan personal a una historia con pies y cabeza?

SGC: Tenía un marco determinado por la casa, con principio y final. Sabía que el tema era cómo se constituye una familia fugaz con personas muy diferentes, y sabía cómo quería que terminara. Pero respecto a todo lo que va dentro, los puntos de partida elementales de los personajes, no tenía mucho.

Así que cuando comencé a trabajar con Luis Briones (coguionista), trabajamos sobre la construcción de los personajes, y ellos fueron el eje rector. Nos aventamos cerca de dos años chismeando sobre los personajes para construirlos, aunque llega un punto en que ya no sabes si los construyes o los descubres, pues parece que ellos solitos comienzan a tomar decisiones.

Y luego trabajé con los actores, en algunos casos incluso años antes de rodar, haciendo trabajo de mesa y ensayos. Todo eso se fue filtrando al guión, y éste sólo llegó a su punto final después de ensayos intensivos antes de filmar, que ya incorporamos las últimas aportaciones del trabajo escénico.

¿Qué tanto de los personajes se definió desde el guión, y qué tanto hasta que los actores trabajaron en ellos?

Juan Carlos Huguenin (JCH): Es difícil cuantificarlo, pues tuvimos completa libertad de expresar y construir, aunque sí nos apegamos mucho al guión. Recuerdo que en los ensayos Sofía nos permitía decir los diálogos como nos nacieran, pero estaban tan bien escritos que los decíamos como estaban en el papel.

SGC: En retrospectiva no es tan fácil recordar a quién se le ocurrió qué, pero si revisamos todos los documentos que hicimos en su momento y los comparamos con la película terminada, sí veríamos cosas distintas.

Algo que pasó mucho, sobre todo en el caso de Silvia (Ilse Orozco) y de Diana (Paloma Domínguez), es que encontraron mucho en común entre ellas mismas y sus personajes. Entonces mucho de Los años azules son cosas que aportaron de sus experiencias.

JCH: Ellas dos eran las más parecidas a sus personajes.

SGC: Creo que tú y Luis (Velázquez) eran los que menos se parecían.

JCH: Aunque en lo personal puedo decir que, cuando leí a Andrés, sentí que era yo mismo en la pubertad. Fue como un viaje en el tiempo a la secundaria.

SGC: En cambio, Luis es completamente distinto a su personaje. Lo cual es muy bonito, porque él tiene esa capacidad de transformarse. Él fue el primer casteado, e hizo un trabajo tan minucioso que quienes no lo conocen piensan que así es él.

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Foto: Alfhaville Cinema

De algún modo u otro, todas las artes aparecen representadas en la película. ¿Esto fue intencional?

SGC: En buena parte, Los años azules sí es una proyección de intereses que sigo teniendo y eran importantes en mi vida en aquel entonces, a las que pensé que podría dedicarme. De hecho, de ahí viene la dispersión del personaje de Diana, que quiere hacer todo y no acaba nada. Crecí con muchos estímulos artísticos, el teatro, la literatura, la danza, la fotografía, aunque no necesariamente fija… y también la ciencia, específicamente la física. Eran cosas que me apasionaban mucho, y en ese sentido, es una proyección como de álter egos.

La locación es esencial en Los años azules, ¿cómo diste con esta casa específicamente?

JCH: Es más específica de lo que crees.

SGC: Yo viví en esa casa, como por cuatro años, desde los veinte. Desde entonces me cautivó el lugar. Mi cuarto era el de Angélica (Natalia Gómez), yo era la ñoña de la casa (risas).

Más allá del aspecto visual de la casa, me fascinaba la idea de lo que estábamos viviendo en ella. Le he dado muchas vueltas a lo que representa y han salido varias interpretaciones. Sin especificar qué, creo que hay mucha riqueza en lo que el lugar puede hacernos sentir y pensar.

Como la película se derivó de las experiencias en esa casa, llegó un momento en que no podía hacerla en ningún otro lugar. La historia dependía mucho de que hubiera dos patios, o de la ubicación de los cuartos. Aunque sí llegamos a contemplar otras locaciones, era claro que tenía que ser ahí, así que hicimos todo lo posible para que así fuera.

Afortunadamente, la casa la siguieron rentando personas que yo conocía. Entonces mudamos a los inquilinos, les pagamos un hospedaje en otro lugar durante los dos meses de rodaje. Sólo intervinimos la casa un poco para acercarla a lo que era cuando yo vivía ahí. Sólo cambia la personalidad de cada habitación, que parte de cada personaje, así que ya es producto de la ficción.

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Foto: Alfhaville Cinema

Y dices que en ese entonces vivían ahí dos gatos.

SGC: Ellos ya fallecieron, pero el que aparece en la película (Toffu) es uno que tuvimos mucha suerte de que nos lo ofrecieran. Es un gato atípicamente sociable, aunque a veces se escondía. También teníamos algunos dobles de respaldo, por si Toffu no quería trabajar, pero al final no los requerimos.

Si tuvieras que reducir Los años azules a una sola cosa que quieres dejarle al público, ¿qué sería?

SGC: Creo que se trata de la familia que creas fuera del nido. De hecho creo que tú así lo dijiste…

JCH: No sé, pero así lo veo, como hacer familia fuera de casa.

SGC: Es una película pensada en la audiencia, creemos que mucha gente se identificará con ella y hicimos con esa conexión en mente.

 

Los años azules se estrena en el 18 de enero en la Ciudad de México, Guadalajara, Puebla, Querétaro, Toluca, Mérida, Morelia, Oaxaca, León, Aguascalientes y Guelatao.

 

 

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