Clickbait, doble moral y machismo: BoJack Horseman vive en un mundo muy parecido al nuestro


Luego de seguir saboteando sus relaciones cercanas y de enfrentar varios golpes durísimos como no ser nominado al Oscar por Secretariat y la muerte por sobredosis de Sarah Lynn, BoJack se alejó de California, sin un rumbo claro, al final de la tercera temporada. 

En la nueva, ya disponible en Netflix, la carrera profesional de BoJack pasa a segundo plano porque los fantasmas de su pasado están más vivos que nunca pues tendrá que lidiar con su madre, ahora enferma de demencia, y— como se preveía desde el año pasado— una joven que podría ser su hija. 

Es así como el cuarto año de BoJack Horseman separa por un buen rato al caballo antropomorfo de su amigo Todd, su ex agente Princess Carolyn, y del matrimonio compuesto por Diane y Mr. Peanutbutter. De hecho, la temporada inicia con un capítulo sin BoJack, en el cual nos presentan que, por muy absurdo que parezca, Mr. Peanutbutter podría ser el gobernador de California. 

La sátira sociopolítica siempre ha estado presente en BoJack Horseman. Basta recordar esas referencias a Bill Cosby, la Iglesia de la Ciencilogía o al controversial tema del aborto. Eso sí, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

En esta ocasión, el seguimiento a la campaña de Mr. Peanutbutter ocupa buena parte de la temporada como una hilarante respuesta a Donald Trump, aunque no se limita a exponer los paralelismos entre el poco brillante canino y el presidente de Estados Unidos.

Se habla en general del circo que significa cualquier campaña política, cercanas al banal mundo del espectáculo que tan bien conoce la serie. De igual forma hay tiempo para comentarios mordaces sobre el debate de las armas de fuego y la creciente violencia en E.U., el machismo, la doble moral de la sociedad, y hasta de la fiebre de clickbaits que vive en Internet. 

Pero los golpes más fuertes vuelven a llegar cuando los protagonistas aterrizan en su realidad personal. La vida es dura para todos en BoJack Horseman y si bien la inherente locura de la serie siempre será bienvenida— sus interminables y geniales gags, juegos de palabras y referencias a Hollywood, así como las disparatadas aventuras de Todd (que ahora involucran a
payasos dentistas), está el lado humano lo que la continúa llevando a un nivel más prfundo.

Los mejores episodios  definitivamente son “La vieja casa de los Sugarman”, “Estúpido desgraciado”, “Ruthie” y “La flecha del tiempo” pues exploran diferentes recursos narrativos y estilos visuales. Al mismo tiempo, estos capítulos son simplemente brutales y dejan sin palabras, por la característica crudeza que en ningún momento es condescendiente con los personajes.

Mientras Diane lucha por sentirse feliz con su matrimonio, la madura relación de Princess Carolyn y el ratón Ralph (a quien considera el único hombre bueno con el que ha salido) llega a un punto crítico que incluso hará que ella se comporte como el alcohólico BoJack para “escapar” de la tristeza. Y nuestro caballo favorito, por su parte, no se perdona a sí mismo  por esas fatales acciones que, gradualmente, lo alejaron de quienes le demostraron afecto.

Esta temporada nos permite comprender mejor que nunca a la familia de BoJack y cómo es que las grandes heridas forman la personalidad y, dado que nunca terminan por cerrarse, afectan a los descendientes. 

VEREDICTO

BoJack sigue luchando contra sus demonios y genuinamente sufre por alguien más: Hollyhock, su supuesta hija biológica. Esta nueva temporada muestra un escenario diferente y fascinante que da paso a revelaciones complejas, momentos desoladores, pero también a sonrisas inesperadas.