El futuro es ahora: Luc Besson habla sobre ‘El Quinto Elemento’


“Siempre iba a ser ambientada aquí,” murmura un visiblemente agotado Luc Besson, negociando su paso a través del final del caos que es el tráfico de Nueva York. “Es sólo tan…” hace una pausa, mirando de reojo a la maraña de coches y la gente que empieza a conglomerarse, “intenso”.

Vamos camino a las oficinas centrales de Nueva York del diseñador de vestuario del ‘Quinto Elemento’, Jean‑Paul Gaultier, para una atrasada entrevista de televisión y la razón del cansancio del director en una ronda tortuosa de promocionales para su película –el tipo de horario que augura lo que podría ser, si es que hay algún tipo de justicia, el éxito del verano– lo que ha llevado a un director que está acostumbrado a la vida sedada de un relativo desconocido pero a la vez autor de culto, a una situación con léxico de viajero: el desayuno fue en París, la comida en Nueva York y la cena se está enfriando a 3000 km en L.A, podría ser, en el caso de Luc Besson, por lo menos una subestimación. 

Unos momentos después Cine está instalado incómodamente en el mundo de la alta costura. Una puerta de aspecto anónimo en un edificio que parece no prometer mucho le da paso al ambiente frío y estilizado del Planeta Gaultier. Modelos de largas piernas vestidas en disfrazes de aeromozas futuristas platican en susurros, los cigarrillos colgando de sus bocas perfectas; los corchos de champaña truenan con una lánguida decadencia y un tipo japonés, que se parece demasiado al barman de ‘Good Morning Vietnam’, se desliza por el lugar con una copa de burbujas en la mano con una indiferencia que da a entender que esa mano rara vez esta sin un Moet. Las cosas dan un giro aún más raro cuando el mismo Jean-Paul entra pavoneándose mientras rocía a todos con su nueva fragancia, un aroma del cual está injustificadamente orgulloso. Francamente no es el lugar al cual está acostumbrado Cine y nos están ignorando de manera obvia por todos los presentes mientras Besson está sentado frente al crew repasando los hechos.

El hijo de padres instructores de buceo, Luc Besson, pasó los primero años de su vida con aletas. Un encuentro con un delfín durante esos años lo convencieron de que quería pasar su futuro flotando en el mediterráneo como un especialista de delfines. Esos sueños fueron destrozados por un terrible (y poco comentado) accidente de buceo a los 17 años. Como resultado, Besson se cambió al cine y, después de  educarse con cintas de cine clásico, empezó a dirigir anuncios antes de pasar a su primer largometraje, ‘The Last Battle’ (1983), una pieza post apocalíptica en blanco y negro (muy raro para una ópera prima) en Cinemascope. En una acción que habla mucho de su futuro predilecto. Lo visual a la historia o al diálogo tenía muy poco de lo primero y nada de lo segundo. Le siguió ‘Subway’ en 1985 y provocó inmediatamente un debate en la critica francesa pero la audiencia la amó. Un patrón que se repitió con ‘The Big Blue’ (1988).  Salió en Estados Unidos en una versión truncada y con un soundtrack de Bill Conti que reemplazó al original de Serra, otra vez atrajo la furia de la crítica por visuales exuberantes y una historia enigmática casi no existente. La audiencia, al contrario, una vez pidió a gritos más Besson y les contestaron con material restaurado, la música original y casi cuatro horas extras de material. ‘The Big Blue’ se volvió la cinta francesa con más éxito comercial y Besson aprovechó su fama internacional para crear Nikita (1990) y Leon (1994). Por otro lado, cocinándose en el fondo de su mente, estaba el sci-fi espectacular que se volvería ‘El Quinto Elemento’.

“Me gusta la gente de la moda”, declara Besson, dejando a sus cuates mirando una copia de Cosmopolitan y murmurando “el mejor show en 20 años” como un mantra. “Se divierten mucho”.

Es un comentario revelador. Porque si hay una crítica consistente para el director de 38 años es que sus cintas tienen un alto contenido de bonitos visuales pero un muy bajo material intelectual. Su película ‘Subway’ nos presentó a Christophe Lambert y a un estilo de cine con ángulos astutos y un estilo ultra chic que en francia sería conocido de manera despectiva como “Cinéma du Look”, un rechazo directo a los films pesados y teorizados de los directores del New Wave de la talla de Truffaut/Godard.

Es una acusación que se toma muy en serio. “La gente lleva hablando de La Nouvelle Vague todo el día”, dice viendo a todo el mundo como si el fuera el rubio de Paddington Bear encogiendo los hombros. “Mira, todavía ni habían nacido”.

Sin embargo, sus películas sí se ven muy bonitas. ¿Esto no disfraza una falta de respeto por la tradición francesa del cine serio? “Con ‘Subway’ escuche este tipo de cosas”, recuerda. “Decían que era puro esteticismo. Pero no le cambié una sola cosa al metro de la cinta. El metro sigue igual hasta hoy –yo sólo le saqué la belleza al lugar. Tal vez mi trabajo es decirle a los diez o 12 millones de parisinos que usan el metro diario ¿Sabes qué? Si te mueves tres metros a tu derecha  puede resultarte muy hermoso. No bajes la cabeza y seas miserable. Puede ser hermoso y entonces tus mañanas serán mejores”.

“Creo que son las películas que ven estos críticos, si eso es lo que les atrae de mis películas entonces ellos son los del problema”, reflexiona. “Yo siempre trato de hacer cine en dos niveles –de alimentar en dos niveles. Uno es muy fuerte y pesado, pero al mismo tiempo me siento muy pretencioso si sólo hago algo fuerte y pesado. Siempre trato de ponerle un poco de humor. Sólo estamos haciendo películas, no podemos ser tan serios”. No es una queja que vayan a tener con su película, ‘El Quinto Elemento’, un blockbuster de sci fi de 80 millones de dólares que cuenta con el talento de Bruce Willis y el equipo Digital Domain de James Cameron trabajando en los visuales. ¿Así que cúal es el atractivo de abandonar la comodidad del mundo de bajo presupuesto por el de las celebridades y toda la cosa de Hollywood?. ”¿Hollywood? Mira, nunca he hecho una película de Hollywood, ‘El Quinto Elemento’ se hizo con dinero de Gaumont en Francia, filmada en Inglaterra en Pinewood, todo el equipo creativo era francés. De los 540 técnicos dos tercios eran ingleses y un tercio era francés y hubo un americano, un ruso y un inglés actuando”.  

Está bien, ¿una película europea? “Es una película, ¿para qué ponerle una bandera?” se lamenta. “La persona que paga su dinero para ver la película no le importa de dónde es. Y, ¿sabes qué? Ni siquiera le importa quién es el director. Sólo quiere pasar dos horas de placer; quiere ver ‘Atrapados Sin Salida’ o ‘El Libro De La Selva’ pero lo más importante es que quiere escapar. No le importa la nacionalidad de la película –es invento de la gente de prensa. Digo, nadie pregunta la nacionalidad de una pintura cuando va al museo”.

A pesar de las aspiraciones internacionalistas de Besson, ‘El Quinto Elemento’ se va a estrenar en el 50 aniversario del festival de Cannes, lo que ha despertado muchas quejas en la comunidad de críticos. “Cannes es un gran lugar para hacer las paces”, dice. “Si abres con una película Americana es una señal, si abres con una película francesa es una señal, de esta manera podemos olvidarnos de las banderas  y tener un solo territorio, el de Cinelandia”.

Es una actitud magnánima, especialmente para un hombre que ha sido virtualmente exiliado por los críticos de su propio país. Pero es una actitud que se puede dar el lujo de tener, pues con ‘El Quinto Elemento’ va a entrar el círculo de directores de la élite. Pero los directores que apenas empiezan pueden enfrentarse a historias de terror: sólo hay que ver a David Fincher con ‘Alien 3’ o a Danny Cannon con la desastrosa ‘Judge Dredd’. El debut del blockbuster de Besson parece que no ha sido afectado por el hombre del dinero.

“He hecho siete películas y nadie se me ha acercado en el set a decirme quñe hacer”, dice, sorprendido por la sugerencia. “Digo, seguro, pueden acercarse. ¿Qué van a decir?  ¿Quién sabe más de mi trabajo que yo? He vivido en el siglo 23 por 15 años y ellos ni siquiera han puesto un pie ahí. ¿Qué van a saber?

Al rato vamos a hablar del siglo 23. Lo prometo. Por ahora, Besson se acerca peligrosamente al territorio Cantona con una sonrisa. “Es como el patrocinador de un barco que está en una carrera alrededor del mundo. ¿El tipo que puso el dinero está a bordo? No. Se queda en la costa y dice , ‘si puedes marca de vez en cuando y dime dónde estás’. Y sólo reza; prende una vela en la iglesia. Reza para ganar. Es exactamente igual en una película de este tamaño. Es un barco que zarpa rumbo a una tormenta, así que no molestes al capitán”. Tenemos tiempo de discutir sobre el siglo 23 porque verás, Besson lleva todo el día diciendo que no sólo hizo una película sobre el siglo 23. Ha estado diciendo que en realidad él es del siglo 23.

La prensa americana, que es famosa por desconocer la ironía, sin duda creyó que estaban hablando con un loco paranóico. Cuando la realidad es que ‘El Quinto Elemento’ ha sido un proyecto que Besson tenía desde los 15 años.

“Escape de mi mundo para estar en este mundo”, recuerda. “el periodo entre 16 y 18 no fue feliz para mí. Vivía demasiado lejos de la ciudad, muy cerca del bosque y no tenía amigos. Era muy aburrido. Siempre estaba solo y era una forma de escapar. Una buena forma”. El periodo que Besson describe cuando imaginaba su futura película coincide cuando descubrió que su carrera bajo el mar ya no era posible. Lo que salió de esto fue una visión del futuro que se ha estado cocinando por dos décadas y jura que domina perfectamente. Cine prueba este conocimiento. ¿La marihuana es legal en el futuro? “No hay marihuana en el futuro” responde sin el menor asomo de duda. “Todas las drogas vienen de afuera, de otra partes de la galaxia. Y puedes conseguir lo que quieras”. Ok, y la religión, ¿Todavía vamos a la iglesia? “No hay más religión. Todas se murieron”.

Llevar su sueño a la pantalla tardó seis años de negociaciones con el compromiso final de Bruce Willis, el “sí” más importante llegó dos horas después de que Willis leyera el guión.  Pero, ¿cómo reaccionó al estilo intervencionista de Besson? (el director es famoso por meterse a las escenas, hablar con los actores, cambiándolos de posición y todo sin gritar “corte”).

“Todos los actores son iguales.” Nos dice. “Siempre se sorprenden un poco. Eso es el primer día. Y lo aman el segundo día  porque sienten que el director está ahí, preocupado, listo para ayudar y les encanta porque lo que más quieren es saber que estas ahí para ellos. ¿y qué mejor manera de hacérselos saber que a tres metros de distancia? Me siento como el tercer hombre de un juego que se pone tan bueno, que está en medio del campo gritándole a los jugadores hasta que alguien del público grita ‘¡Hey! Te toca pichar, salte de ahí…’”

Si Willis reaccionó bien a esta técnica, Gary Oldman floreció. En efecto, Besson parece el miembro fundador del club de fans del actor. “Gary Oldman es el mejor actor del mundo”,  dice con certeza. “Hay muchos actores buenos, pero muy cerebrales, necesitan seis meses para entender el personaje, si el papel es de un recolector de basura ellos van a tener que ser recolectores de basura en la vida real por seis meses y todas esas pendejadas. Con Gary, el te pregunta a que hora empezamos mañana y está listo. Al momento. Si le pides que actúe como Hamlet está listo en una semana. Ningún otro actor en el mundo puede hacer eso…”  

Al preguntarle cual es su siguiente proyecto nos responde con una mirada incrédula y declara que necesita por lo menos un par de siglos antes de empezar a pensar en hacer otra película. “No contaba con el tamaño”, admite. “Era un poco inocente en ese aspecto. De haber sabido me hubiera preparado mucho mejor. Así que ya estaba agotado a las primeras diez semanas y todavía faltan otras diez más difíciles y aparte seis meses de edición y
efectos especiales”. Viendo lo cansado que está mejor ni le preguntamos de una secuela. Pero siempre están, como dice Spock, “posibilidades”. “escribí 400 páginas así que hay material suficiente para otra”. Admite, haciendo una pausa para enderezarse. “Mira, lo que a mí me motiva es el placer. Digamos que la película va por todo el mundo y la gente la disfruta y se divierte y dicen que está muy cool. Es lo único que me llevaría a hacer otra. Si la gente sólo me ataca entonces está bien, no te preocupes…” ve hacia arriba y sonríe. “Sólo me quedaré en casa”.

Este artículo apareció originalmente en la revista Cine UK en el número 97 (julio 1997)