Golden Globes 2018: Por qué los vestidos negros y la importancia de su statement


Los Golden Globes 2018 fue uno de los espectáculos de premios más extraordinarios y significativos de los últimos años, y si hay algo que debe resaltarse con marcador amarillo son los vestidos negros. 

Comenzó con una mujer: pisó la alfombra roja con un vestido negro. Luego llegó otro. Y un tercero. Entonces todos vinieron. Y a medida que el chorrito se convirtió en un flujo, la alfombra roja se volcó en un mar que, silenciosamente, pero con insistencia, surgió y menguó a lo largo de la ceremonia. Mi garganta se cerró, mis ojos se quemaron: Tracee Ellis Ross, Gal Gadot, Zoë Kravitz, Nicole Kidman, Lily James, Halle Berry, Michelle Pfeiffer, Margot Robbie, Reese Witherspoon, Viola Davis, Helen Mirren, Sally Hawkins, Isabelle Huppert, Jessica Chastain, Elisabeth Moss, Kerry Washington, Angelina Jolie, Emma Stone, Alicia Vikander, Claire Foy, Dakota Johnson, Hong Chau … Algunas vinieron solas, ocho iban acompañadas de activistas y feministas importantes. 

El anuncio de que varias actrices, para apoyar el movimiento #MeToo, planeaban vestirse de negro para los Golden Globes se dio en diciembre, provocó cierta incertidumbre y generó preguntas para la mayoría. Era una cuestión de autenticidad y complicidad, de consecuencia e impacto, un acto que refleja la lucha de muchas mujeres y la representación de la misma en el mundo real. Algunos apreciaron la demostración de solidaridad pública; otros la llamaron vacía y sin sentido. Incluso hubo quienes consideraron que era un mensaje que podía mal interpretarse como un momento de luto para las mujeres, para hombro con hombro calmar (literalmente)  la oscuridad de la que intentan escapar.

Sin embargo, las preguntas pertinentes fueron: ¿qué lograrán los vestidos negros en términos reales? ¿A quién afectará realmente y cómo?, ¿cómo se evitará que las mujeres sean víctimas de abuso o se haga justicia con las que han sido? Y parte de la respuesta surgió el primer día de 2018, cuando se lanzó Time’s Up, una iniciativa de 300 mujeres de la industria del entretenimiento que buscan luchar contra el abuso sistémico en su lugar de trabajo. En esencia lo que intentan lograr es un «50/50 para 2020», que apunta a la paridad de género en los estudios de Hollywood y agencias de talentos, y un fondo de defensa legal para ayudar a aquellos en una posición menos privilegiada, particularmente mujeres de clase trabajadora que necesitan denunciado defenderse de cualquier tipo de abuso.

Sin embargo, las preguntas sobre el impacto de vestir negro en los Golden Globes permanecieron. ¿Cuántas mujeres reconocían la protesta como suya?, ¿esta era su forma de promocionar Time’s Up? Y si  iba a ser así, ¿cómo es que la acción de mujeres privilegiadas se cruzaría con las menos privilegiadas que siguen viviendo en la oscuridad? Pero el día de ayer siete de enero grandes actrices de Hollywood vinieron y llenaron la alfombra usando color negro. Y sí, estas mujeres son privilegiadas, ineludiblemente, pero no solo lo reconocieron, lo usaron a su favor. Específicamente, usaron la alfombra roja—un espacio que dominaron durante mucho tiempo por diferentes motivos— de una de las mayores ceremonias de premiación, para dejar al descubierto sus privilegios y darles forma. Esa fue justo su herramienta. Usar negro fue claro, poderoso, solidario y promocionó de manera inteligente Time’s Up. Pero eso era simplemente el comienzo. Había más.

También estaban las acompañantes de Emma Stone, Susan Sarandon, Meryl Streep, Michelle Williams, Laura Dern, Emma Watson, Shailene Woodley y Amy Poehler, todas ellas mujeres, activistas y comprometidas con esta lucha desde hace años, que han dedicado su vida al apoyo y bien podrían haber sido borradas fácil e injustamente por los medios de comunicación. Cosa que nos hace muy feliz que no pasó. Mujeres como Tarana Burke, creadora del movimiento #MeToo y directora sénior de Girls for Gender Equity y Ai-jen Poo, directora de la National Domestic Workers Alliance, fueron quienes hablaron cuando los periodistas preguntaron a las actrices sobre sus motivos para usar negro.

Esta es la respuesta de Debra Messing, brillante e incómoda, a la pregunta de los vestidos negros que le hizo E!: «Queremos igualdad de paga. ¡Quedé sorprendida cuando escuché que E! no cree en pagarles a sus anfitrionas lo mismo que a sus co-anfitriones masculinos! «.

También estuvo Natalie Portman, quien aprovechó el momento en el que presentó la categoría de Mejor Director para aventar un brillante comentario: «y aquí están los nominados exclusivamente masculinos», un énfasis válido pues también hubo películas dirigidas por mujeres como Lady Bird, film que se llevó a casa las estatuillas por Mejor actriz en película musical o comedia y Mejor película musical o comedia ( y sí, todos los nominados al mejor director fueron de la categoría de drama, pero eso aún no explica la omisión de Greta Gerwig).

Pero el discurso lleno de puñetazos se lo aventó Oprah Winfrey, quien al aceptar el Premio Cecil B. DeMille por su trayectoria abordó los temas de abuso racial y sexual. El discurso terminó con ella proclamando que «un nuevo día está en el horizonte … y cuando ese nuevo día finalmente amanezca, será a causa de muchas mujeres magníficas, muchas de las cuales están aquí en esta sala esta noche y algunos hombres fenomenales, todos luchando para asegurarse de que en un futuro nadie nunca tenga que decir: “Me too“ otra vez «.

¿Ya ves? Eso es justo lo que está en juego. Es por eso que los vestidos negros son mucho más que eso: tenemos una oportunidad real, pero sobre todo única, de desmantelar el abuso estructural y sistémico que ha apuntalado Hollywood, y tantas industrias y comunidades durante tanto tiempo. Para proteger a la próxima generación de mujeres y hombres; todos ellos. Para asegurar que los secretos ya no se hundan y hiervan a fuego lento en el silencio compartido. Decir que el tiempo se acabó. Ese tiempo está muerto. Y en su lugar, algo mejor puede, debe, nacer. Eso es lo que vi, lo que sentí, lo que cerró mi garganta y asombró mi mirada cuando vi una alfombra roja inundada de negro.