La cabaña: Un manual para enfrentar la realidad












Una familia, una tragedia, una cabaña y Dios, son los elementos que componen esta pieza fílmica basada en el bestseller homónimo de Paul Young. De primera impresión, la historia pareciera simple: una excursión familiar al bosque se convierte en una pesadilla luego de que la hija más pequeña, Missy, es secuestrada y asesinada por un tipo con trastornos mentales. Mack, el padre, pierde la fe en la religión y luego de unos años recibe en su buzón una carta de Dios, citándolo en el sitio donde fue encontrado el cadáver de su hija. A partir de entonces él debe entender el proceso de la muerte, la aceptación del dolor y el perdón, esto con la ayuda de tres personajes.

Si bien no estamos hablando de una obra maestra, ‘La Cabaña’ adquiere una gran carga emocional que está perfectamente armonizada por los escenarios luminosos y la pulcra fotografía de Declan Quinn. Por momentos hace recordar ‘Más allá de los sueños’ (Vincent Ward, 1998), película protagonizada por Robin Williams que igualmente habla sobre el duelo ante la pérdida. 

Dirigida por el inglés Stuart Hazeldine, el film forja un retrato intimista sobre el colapso del personaje central y, conforme avanza la cinta, de los procesos naturales del duelo, que van adquiriendo matices menos terrenales y más reflexivos, un acierto que involucra al espectador con una buena dosis de análisis emocional y de autoaceptación ante las etapas de la vida.

VEREDICTO 

El film, al igual que el libro, funciona como un manual para enfrentar la realidad en las situaciones que retrata desde la ficción. Si bien se trata de una cinta cuyas piezas embonan casi a la perfección, tiene un argumento debatible sobre la fuerza del individuo y las circunstancias de nuestro destino