‘La Guerra del Planeta de los Simios’: definitivamente la entrega más fuerte de la saga














Director: Matt Reeves

Protagonizan: Andy Serkis, Woody Harrelson, Steve Zahn, Karin Konoval

TRAMA

Dos años después de los eventos de Dawn, los militares humanos llegan para matar a César (Serkis). El atento frustrado deja muertos a su esposa e hijo y en ruinas a cualquier posibilidad de coexistencia. Consumido por la rabia y el dolor, César manda a sus simios hacia la seguridad y emprende un viaje personal de venganza. 

La nomenclatura siempre ha sido un tema para la serie de relanzamiento de Planet Of The Apes. Su Levantamiento precedió su Amanecer que terminó en una guerra, mientras que esta Guerra sigue a la del Atardecer y tiene poco de bélica excepto por un poco de rebeldía.

¿Desilusionado? Nombre. Después del final balístico de la última película, habría sido fácil para Matt Reeves relajarse y aventar pieles y bolas de fuego en pantalla durante dos horas cuando comenzó la batalla entre humanos y homínidos. Pero Reeves no es Michael Bay, y War es una bestia más sutil que lo que su título implica. 

La película empieza con un escuadrón camuflado que invade la zona arbórea de los simios. Pero Reeves pronto baja de velocidad y pone el énfasis más en los conflictos internos que en los externos. César pasó Dawn predicando tolerancia a un Koba obsesionado por la venganza (Toby Kebbell), pero aquí, plagado por visiones de su ex amigo, deja caer su propio corazón en la oscuridad. 

Incapaz de dejar su dolor de lado, César —acompañado por Rocket (Terry Notary), Luca (Michael Adamthwaite) y el gentil gigante Maurice (Karin Konoval)— se embarca en un viaje río arriba para matar al Coronel de Woody Harrelson.  

War es la segunda película de simios enojados que este año rinde homenaje a la épica Nam de Coppola, siguiendo las huellas significativamente más grandes de Skull Island. Un graffiti en el cuartel de El Coronel lo dice claramente (en inglés), arrebatándole el juego de palabras a los periodistas perezosos: “Ape-pocalypse Now” (el juego de palabras, claro, es que “ape” en inglés es “simio”). Pero mientras el pequeño grupo viaja a caballo por las montañas —recogiendo en el camino a una niña humana muda (Amiah Miller)—, el filme adopta más la sensación de un western de los 50: sus cinco jinetes adentrándose a una nueva frontera. Por otra parte, aunque los bosques y los picos de las Rocallosas canadienses son un escenario deslumbrante, ni siquiera la belleza de la naturaleza puede igualarse a la de Weta (compañía que genera props y decorados). 

La actuación golpeándose el pecho en Dawn Enfatiza acerca del avance del arte digital, con primates fotorrealistas en un bosque con una precisión sin falla. El colectivo de monos de War no es menos impresionante, sorprendiendo con su verisimilitud (maravíllate con el pelaje mojado y con nieve) y sutileza. Los simios nunca han sido más expresivos, y aunque la mayoría aún habla a señas en lugar de hablar (a pesar de que la dicción de César ha avanzado a saltos), la emoción que muestran sus peludas caras vale por una docena de páginas de diálogos. “Dios mío”, declara El Coronel, viendo a César de cerca por primera vez. “Mira tus ojos. Son casi humanos”. 

No es de sorprender a estas alturas que Serkis sea un mono que sepa cuál es su papel. Cimentando sus credenciales como uno de los actores más talentosos (y subestimados) de la actualidad; Serkis no sólo captura la fisicalidad de los chimpancés a la perfección, sino que le otorga a César una furia fundamental y una compasión absoluta, lo que le da aún más forma a la evolución que empezó hace dos películas. Harrelson, mientras tanto, trae una locura clase superlativa al Coronel sin nombre, ya sea que vocifere al estilo de Kurtz sobre la condición humana, o que mire a sus tropas como un tipo inmortal. 

El iniciado Steve Zahn también brilla en un giro agradablemente cómico como el ex residente de zoológico “Simio Malo”. Con un abrigo demasiado grande y sombrero, Zahn le pone cierta levedad que había faltado dolorosamente en la serie, y habla sobre un paisaje emocional mucho más variado esta vez.

En lugar de redoblar la desesperanza con el cautiverio abusivo de los simios, Reeves opta por un tono más ligero con una broma de prisioneros de guerra (“The Great Esc-Ape” —el gran esc“ape” es otro slogan que quizá esté en una pinta por ahí). El futuro no es tan oscuro y genocida: parece que también hay cabida para metidas de pata, lanzamientos de popó y actos de una ternura sorprendente. 

Que este sea un viaje más introspectivo que lo anunciado frustrará a aquellos que esperen ver un ejército de bonobos iracundos haciéndole llover muerte a sus opresores humanos. Eso no significa que no haya acción o que al final le falte fuego y azufre, pero la guerra del título es principalmente una del alma. A pesar de la venganza de César, cuando llega es mostrada con conmovedora constricción. El conflicto aquí es uno sobre la moralidad, la identidad y los límites de la humanidad; todas las armas y el napalm, aunque presentes, son secundarios al propósito de War. Un mal nombre, ciertamente, pero Consideraciones Existenciales del Planeta de los Simios no hubiera vendido tantas palomitas. 

VEREDICTO:  Gracias a una trama evocativa y los antropoides más realistas que encontrarás fuera de un zoológico, esta tercera de los Simios es la más fuerte hasta ahora.