La película de ‘X-Men’ de los ochenta que nunca fue

Con Dark Phoenix, hemos dicho adiós (bien o mal) a una de las grandes franquicias cinematográficas de superhéroes. Ésta, que inició en el año 2000, abrió la puerta al boom de las adaptaciones de los cómics de Marvel al cine. Pero éste no fue el primer intento de hacer una película de X-Men: ya se había intentado en los ochenta.

Polygon recupera la historia completa, y ésta nos recuerda lo diferentes que eran las cosas hace casi cuarenta años. Era 1978, y Richard Donner había cambiado el juego para siempre con su adaptación de Superman, con Christopher Reeve. Quedaba demostrado, por fin, que era posible llevar a los superhéroes a la gran pantalla. Con las propiedades de Marvel en la cumbre de su popularidad, fue Stan Lee quien puso en marcha el plan de llevar a sus personajes a los grandes estudios.

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La encargada del trabajo fue Alice Donenfeld-Vernoux, entonces cabeza de relaciones comerciales de Marvel. Ella contactó a todos los estudios posibles de Hollywood, con mucho menor éxito del esperado.

“Todos me decían ‘No haremos una película con sus superhéroes estúpidos. Los cines estarán oscuros en la noche. No podemos pasar películas para niños después de las seis. No amerita la inversión’”, recuerda Donenfeld-Vernoux. “Ojalá me hubieran dado un dólar por cada vez que me sacaron de los estudios grandes a los que fui a vender la película”.

Esto fue en 1979. Tres años después, en 1982, los únicos interesados en hacer una película de X-Men fueron los del estudio de animación Nelvana, en Canadá. Se estaban preparando para estrenar la cinta animada Rock & Rule, y estaban interesados en dar el salto a las producciones live action.

 

Ya con una luz en el camino, el elegido para escribir la película de X-Men fue ni más ni menos que Chris Claremont, quien definió una época con los personajes en el impreso a partir de 1975.

Claremont escribió dos tratamientos de guión, y ambos incluían a Cyclops, Phoenix, Storm, Wolverine y Charles Xavier. El primer se titulaba Rite of Passage, y la audiencia se sumergía en el mundo de los mutantes por medio de Kitty Pryde, la nueva recluta de los X-Men. El villano era su padre, el Senador Pryde, quien era poseído por el mutante Proteus e intentaba asesinar a Xavier. Los estudiantes del Professor X tenían que salvarlo de quedar atrapado en el plano astral. Al final lo lograban, el amor del Senador Pryde por su hija lo liberaba, y todos terminaban felices.

El segundo tratamiento resultará mucho más familiar. También tenía a Kitty Pryde como protagonista, pero retrataba un conflicto de magnitud global entre los X-Men y la Hermandad de Mutantes, con la Guerra Fría como trasfondo (¿suena conocido?). En esta historia, Magneto usa sus poderes para alzar una isla del mar, destruir un submarino nuclear soviético, y crear un volcán en una ciudad rusa. Al final, cerca de matar a Kitty, Magneto entraba en razón y pedía el perdón de Xavier.

 

Este intento por producir una película de X-Men no pasó del guión. Claremont pasó a otras cosas dentro de Marvel Comics, y los escritores Roy Thomas y Gerry Conway lo suplieron. Nelvana obtuvo un acuerdo de distribución con Orion Pictures, cuyos productores no sabían nada de la franquicia, ni de los superhéroes. Ellos pidieron numerosas modificaciones, algo “menos de nicho”, hasta que Thomas y Conway entregaron algo que ya no se parecía a los X-Men en absoluto.

En esta versión, Cyclops y Xavier (que sí puede caminar) viajan por el mundo reclutando a humanos con superpoderes. Omitieron la palabra “mutante”, pues según los productores tenía connotación de “monstruo”, y eso haría difícil vender la película. Proteus era ahora un empresario malvado, que quiere dominar el mundo apoderándose de un continente hundido en el Pacífico.

No había Escuela de Xavier, y como no había mutantes, no existía el conflicto de discriminación. Cyclops, Storm, Wolverine, y Kitty seguían siendo los protagonistas, ahora con Nightcrawler y Colossus. Phoenix era sustituida por una tal Yoshi, una estrella pop japonesa que era fan de Godzilla. Todo para que la película de X-Men fuera más atractiva para inversionistas japoneses y para el público de aquel país.

Afortunadamente para los fans, esa versión jamás llegó a producirse, pues Orion Pictures sufrió pérdidas por varias películas en esos años. La compañía se mantuvo a flote gracias al éxito de The Silence of the Lambs, pero para entonces, Nelvana había perdido los derechos.

El panorama del cine de superhéroes cambió de nuevo en 1989, sin la participación de Marvel, con Batman de Tim Burton. Hacia 1996, la editorial se declaró en bancarrota. Para salir de problemas financieros, su último recurso fue vender las licencias de sus personajes a otros estudios, lo que nos dio películas como Blade en 1998, X-Men en el 2000, y Spider-Man en 2002. El resto es historia.

Los fans de los mutantes tuvieron que esperar para su película de X-Men. Pero al menos tuvieron la serie animada de 1992 para aliviar la espera.