Levantar el vuelo: a 40 años de ‘Superman’ de Richard Donner

En 1978, Richard Donner lanzó a una estrella al espacio y creó las películas de superhéroes. Cuarenta años después, el legendario director reflexiona sobre el legado a prueba de balas de Superman.

Por Alex Godfrey

 

Comenzó en el baño.

En enero de 1977, reponiéndose de una cruda la mañana de un domingo, Donner estaba sentado cuando sonó el teléfono y una voz húngara se escuchó en la línea. Era el productor Alexander Salkind, a quien no conocía, y que le dijo a Donner que tenía los derechos de Superman y quería hacer una historia de origen y una secuela juntas. A Donner apenas le medio interesó: estaba que ardía por el éxito de su película The Omen y se preparaba para realizar Omen II. Salkind le dijo que había firmado a Marlon Brando como el padre de Superman, Jor-El, y a Gene Hackman como Lex Luthor, tenía un guión del mismísimo Mario Puzo de The Godfather, y le pagaría a Donner un millón de dólares. El interés del director aumentó. Que alguien más lidiara con Damien.

“Es muy difícil hablar de ello”, dice Donner, ahora de 88 años, en su oficina de Beverly Hills, refiriéndose al impacto actual de Superman. “Porque se ha convertido en algo tan grande que nunca pensé ni por un momento que sería así cuando la realizábamos. Simplemente estábamos haciendo una película sobre un tema al que nadie le prestaba mucha atención”. Sin embargo, 40 años después de su estreno (en 1978), su película es más grande que nunca, siempre influyente.

En aquel entonces, Superman era algo desconocido. No existía la industria de películas de superhéroes —solo la versión de Adam West para la pantalla grande de Batman, de 1966, que a pesar de sus méritos, no coqueteó con la realidad—. Y las cosas podrían haber permanecido así: en la mente de Richard Donner, el guión que Salkind le envió, reescrito por Robert Benton y David y Leslie Newman a partir del borrador de Puzzo, era demasiado… colorido. Donner llamó a su amigo Tom Mankiewicz, quien había escrito tres películas de Bond, y le pidió trabajarlo con él. Cuando Mankiwicz llegó, Donner atravesó corriendo el jardín vestido con el traje de Superman que Salkind le había enviado. Había fumado un porro y tenía la adrenalina a mil: quería rescatar a Superman.

“La manera en que estas personas estaban haciéndola era una difamación”, dice Donner ahora. “Superman es una piedra angular de mi infancia”. Donner nació en Monte Vernon, apenas fuera del Bronx de Nueva York, en 1930; tenía nueve años cuando la edición inaugural de Superman llegó a los puestos de revistas. Le encantaban los cómics, ahorrando monedas para comprarlos. “Me crié en los años de la guerra. Recuerdo ver a mis padres muy deprimidos por la guerra y todo lo que ocurría. El mundo necesitaba héroes y Superman era uno enorme. De verdad que para mí era como una esperanza. Así que Mankiewicz y yo sentíamos que lo estábamos defendiendo. Esto era pay de manzana y el sueño americano y todo lo que es Estados Unidos.

Esta gente [los productores: Salkind, su hijo Ilya y Pierre Spengler] no crecieron con ese personaje increíble que significaba tanto en nuestras vidas. No podíamos dejar que le ocurriera eso”.

Aceptaron que Richard Donner y Tom Mankiewicz reescribieran el guion, y Donner se encontró encabezando una producción gigantesca. Brando y Hackman eran cada uno tan formidable como el otro. “¿Cómo manejas a esos tipos? Lo único con lo que lo puedo comparar es con cómo hacen el amor los puercoespines: con mucho cuidado”, dice Donner. Un gruñón Hackman, a quien le importaba poco parecerse al personaje de los cómics, se rehusó a que le rasuraran la cabeza. Mientras tanto, el agente de Brando le dijo a Donner que Brando quería interpretar a Jor-El como una maleta verde. No era el término actoral para su acercamiento al papel, sino literalmente como una maleta. Así que Donner se dirigió a la casa de Mulholland Drive donde Brando vivía con Jack Nicholson.

“Era un ícono estadounidense”, dice Donner. “Era atemorizante a morir y estaba muy nervioso cuando fui a verlo por primera vez. No podía creer que estuviera allí”. Brando después sugirió interpretar a Jor-El como un bagel, ya sabes, esos a los que le pones queso crema. Desconcertado momentáneamente, Donner le dijo que todos los niños sabían cómo se veía Jor-El y les encantaría verlo en persona. Funcionó.

Los productores habían querido un nombre grande para Superman, pero no lograron conseguir a Robert Redford, Paul Newman ni Burt Reynolds. Cuando Donner aceptó dirigir, se reunió con Sylvester Stallone, pero estaba determinado a elegir a un desconocido para el papel. “No podías imaginarte a Sly, Redford o a ninguno de los que sugerían en ese traje”, dice. “No creerías que podían volar”. En Nueva York, la directora de casting Lynn Stalmaster encontró a Christopher Reeve, quien entonces trabajaba en la telenovela Love Of Life. Donner no estaba convencido: pensaba que a sus veinticuatro, Reeve era demasiado joven. Después Stalmaster lo llevó a ver a Reeve en una obra off-Broadway.

‘Superman’ (1978). Warner Bros. Pictures.

“Wow. Tenía un acercamiento tan natural que me sentí muy cómodo viéndolo”, dice Donner recordando esa noche a principios de 1977. “Reeve vino para una prueba de pantalla y Donner conserva una foto de esa prueba, con Reeve en el traje. “Era muy flaco. Le pintamos el cabello castaño dorado con grasa negra para zapatos. Sudaba mucho y se notaba en las axilas y el cabello comenzó a chorrearle. Miro esa foto ahora y me sorprende que me convenciera de que era el indicado para el papel. En cuanto la cámara comenzó a rodar, se convirtió en Clark Kent y en Superman. Fue sorprendente”.

Sin embargo, a Richard Donner le preocupaba la constitución de Reeve a pesar de su 1.90 de estatura. Reeve, conocido entre sus amigos como ‘La Vaina Humana’, juró que se pondría en forma. “Me dijo que en la prepa era deportista y que si le daba el papel, se pondría más fornido de lo que había sido jamás”, dice Donner, quien le respondió: “Te das cuenta de que estoy arriesgándome contigo. ¿Me lo prometes?”, y Reeve le respondió que sí. Para ayudar, Donner contrató a Dave Prowse, un fisicoculturista recién salido del rodaje de Star Wars.

Prowse había intentado sin éxito conseguir el papel de Superman para él mismo, pero entrenar al personaje era lo segundo mejor. Así que Darth Vader se fue a trabajar con Superman.

“No había nadie mejor en el fisicoculturismo en Londres en esa época”, dice Donner. “Merece mucho del crédito de lo que logró Chris”. Después de su primera sesión, Reeve vomitó. Pero siguió adelante. “Ese chico trabajó 24/7 para ponerse en forma”, dice Donner. “Y podías verlo: cada día estaba más musculoso”.

Margot Kidder fue elegida como Lois casi en cuanto entró a la habitación, tropezándose accidentalmente: a Donner le encantó y le fascinó que en la prueba de pantalla exudara vulnerabilidad. “Margot era increíble. Tenía una gran dulzura y una cualidad maravillosa que sobresalía de entre todos. Entre más tiempo pasabas con ella, más lo notabas. Y era una actriz joven excepcional”.

Terence Stamp, mientras tanto, había pasado ocho años viviendo en un ashram en India, con el cabello largo, barba y un nombre nuevo (Swami Deva Veeten, que significa ‘el dios de más allá’), y vistiendo túnicas anaranjadas, estudiando meditación trascendental y sexo tántrico. Y llegó vestido así a Pinewood Studios para conocer a Donner. Lo cual estuvo bien. “Yo practicaba la meditación trascendental”, dice Donner. “Todos lo hacíamos. Era la época. Pero Terry fue una delicia… aunque tal vez deba decir que fue ‘trascendental’. Cuando hablas con él casi sientes que estás meditando”. En el set. Stamp le dijo a la gente que iba a interpretar al general Zod “como un Hitler galáctico”. El Superman de Richard Donner alzaba el vuelo.

Sin lugar a dudas, Christopher Reeve se convirtió en Superman. Muchos miembros del elenco han comentado su intenso compromiso hacia el personaje. Incluso antes de empezar a filmar la película, ya se había enamorado de volar y tomó clases en aviones pequeños convirtiéndose en piloto para cuando inició el rodaje. Hablaba con Donner, quien también era piloto, sobre lo que se sentía volar, un amor que le transfirió a lo que hizo como Superman.

“Hizo que volar fuera creíble”, dice Donner. “Estoy seguro de que tuvo que ver con su comprensión y sensación de las aeronaves cuando vuelan: el flujo del aire, el planeo de las alas y cómo te afecta. Es algo de lo que estás muy consciente cuando vuelas una aeronave, y creo que cuando extendía los brazos en el set, estaba volando. De verdad lo creía”. Una vez, recordó Kidder en un panel en la WonderCon de 2015, cuando hacían trabajo de vuelo, a un miembro del equipo técnico se le cayó una claqueta en un cable y quedaron boca abajo. Reeve instintiva y dramáticamente se extendió los brazos para ayudar. “¿Qué demonios fue eso”, preguntó Kidder cuando bajaron. Reeve respondió: “De verdad pensé que podría sostenernos”.

Brando fue menos intenso —tenía tarjetas de recordatorio por todo Krypton: en los props, en los monitores, el pecho de los actores—. “Tuve una charla con él al respecto”, recuerda Donner. “Me dijo: ‘Mira, odio sentarme a aprender mis diálogos, porque si me los aprendo entonces ya no me salen instintivamente’. Sentía que estaba realizando un acercamiento muy honesto y fresco a sus diálogos. ¿Y sabes qué? Dijo esos diálogos como si fuera la primera vez”.

El rodaje de las dos películas iba a durar 19 meses. Unos meses antes del final fue decidido que el trabajo en la secuela, que iba como al 75 por ciento, debía detenerse para que Donner terminara la primera. Con frecuencia se enfrentó a los productores, particularmente cuando lo acusaron de pasarse del presupuesto; hasta hoy, asegura que nadie le dijo cuánto era el presupuesto. “Yo no confiaba en nadie. No entendía de qué hablaban. Eran una pesadilla. Todo lo que querían era contraproducente para la realización de una buena película. Fui duro con ellos pero sentí que era la única manera de realizar el filme como sentía que debía hacerse, que era para lo que me habían contratado”, dice. Durante meses, sintió que lo despedirían. “Pensaba que si ocurría, ya vería cómo salir bien librado y que mientras tanto, haría el mejor trabajo posible”. Eventualmente, la distribuidora Warner Bros. entró para ayudar. “No dejaron que nada me pasara y me respaldaron hasta el final”, asegura.

Richard Donner logró terminar la película como la imaginaba. Después de la proyección en la premiere, los creadores de Superman, Jerry Siegel y Joe Shuster, le agradecieron entre lágrimas. Su estreno en 1978 rompió récords en taquillas, quedando en segundo lugar tras Grease ese año, convirtiéndose en la película más exitosa de Warner Bros. en su momento. Sin embargo, unos meses después Donner fue reemplazado sin aviso por Richard Lester para el trabajo faltante de Superman II. “Estaba enfurecido”, dice. Debido a los problemas durante la producción y su negativa a llegar a acuerdos, “de alguna manera” entendió su decisión, “pero de verdad estaba enfurecido”.

‘Superman’ (1978). Warner Bros. Pictures.

Continuó trabajando —The Goonies y Lethal Weapon siguieron— pero permaneció cercano al elenco, que le dio el crédito de crear un ambiente hermoso en el set, una familia. “Amo a Dick Donner con mi alma y mi corazón y siempre lo haré”, dijo Kidder en 2009. Donner habla con enorme tristeza de su fallecimiento reciente. Plagada por problemas de salud mental a lo largo de los años, su muerte fue calificada como suicidio. “No puedo creer que Margot se haya ido. Es demasiado. Era una actriz increíble. Margot”, dice emocionalmente y con el corazón roto. “Amaba a Margot. Era un ser humano especial, superando los peores problemas… Tenía esperanzas de que seguiría superándolos, pero me imagino que llegó a un punto en que fue demasiado para ella”.

La muerte de Reeve le llegó de la misma manera. “Fuimos parte de la vida del otro”, dice Donner. “Después de su accidente [en 1995, cuando Reeve quedó paralizado del cuello hacia abajo tras caer de un caballo] fui a pasar tiempo con él. Cuando él dirigió su película [In The Gloaming, de 1997], no le ayudé a realizarla pero estuve allí. Confiábamos el uno en el otro”.

A Donner le duele al grado que menciona con pesadumbre “la maldición de Superman”, la superstición que liga las tragedias de todos, desde el Superman original de la tele, George Reeves, hasta Kidder, Reeve, Brando y otros. Es difícil escuchar que le da credibilidad, pero ha sufrido. “Lo sé. No quiero creerlo, pero de vez en cuando alguien me lo recuerda y es imposible no pensarlo. Dios todopoderoso, espero equivocarme. Pero, ¿quién sabe? Siento culpabilidad a veces, por Chris”.

¿Por qué? “De que le hayamos echado encima la maldición de Superman. Piensa en ellos. Son casi todos. No creo para nada en esas cosas, pero ahí están. Tiene que haber una razón para ello”.

El mismo Superman parece estar sin rumbo ahora. El viejo héroe de Donner defendía la verdad, la justicia y el estilo de vida estadounidense, pero en 2006, Bryan Singer eliminó esto último en Superman Returns, su nostálgica carta de amor al trabajo de Donner. Por su parte, el acercamiento más enojado de Zack Snyder del personaje parece diametralmente opuesto a lo que hizo Richard Donner. ¿Es posible que un Superman en pantalla no tenga lugar en un mundo actual, más desesperanzado?

 

“Puede ser. Tal vez sea porque los tiempos han cambiado, así que quieren hacer las cosas distintas para sobresalir”, dice Donner de la iteración actual. “¿Qué pienso al respecto de ellos? Tengo que respetar su acercamiento. ¿Es el mío? No”. ¿Puede señalar qué hizo Reeve que resultó tan bien? “Es difícil de decir, de verdad. Tratábamos de mantener una tradición viva. Cuando la hicimos, era una época diferente y un modo de vida diferente. Ahora es su época. ¡Buena suerte! Pero creo que los jodí realizando la primera porque estaba más dentro de la tradición de la realidad del cómic. Eso los deja mal parados”.

De hecho, esta película permea toda la industria: el chico de oro de Richard Donner sigue siendo el estándar de oro. Cuando le presentó su idea de The Dark Knight a Warner Bros., Christopher Nolan dijo que quería hacer por Batman lo que Donner hizo por Superman. Patty Jenkins dijo que la película de Donner cambió su vida, y la citó como la influencia principal para su realización de Wonder Woman. Kevin Feige, de Marvel, dijo el año pasado que sigue siendo “el arquetipo de la película perfecta de una historia de origen de superhéroes, y la vemos antes de realizar cualquiera de nuestros filmes”. Vaya que es todo un legado, quizá uno muy grande.

“Mira, yo hice una película”, dice Donner, “y no tenía idea de cómo iba a resultar. Tenía un propósito al realizarla y sentí que cumplimos con el propósito manteniendo relevante lo que me parecía que importaba sobre Superman y el respeto que tenía por él. Y salió bien. Así que cuando la gente me dice que les gusta, me siento muy bien. Wow, me digo. ‘Buen trabajo, viejo’. Es una sensación maravillosa y me siento orgulloso”. Como debe ser. ¿La película que hizo y el trabajo que realizó? Fueron heroicos.

Más sobre Superman Christopher Reeve es insertado digitalmente en ‘Justice League’de Richard Donner: