‘Lxs chicxs salvajes’: Entre los límites del género cinematográfico y sexual

La ópera prima de Bertrand MandicoLxs chicxs salvajes (Les garçons sauvages, 2018), se estrena en México el 19 de julio de 2019.

Por Oscar Morales

A lo largo de 40 cortometrajes, el cineasta francés Bertrand Mandico se ha dedicado a sorprendernos por su particular manera filmar cercana a lo experimental, además de provocar, capturando lo onírico y algo que podríamos definir como realismo mágico. Así es como el mismo Mandico describe su trabajo y no podríamos estar más de acuerdo con la llegada de su primer largometraje, Lxs chicxs salvajes.

La ópera prima de Bertrand Mandico cuenta la historia de un grupo de cinco adolescentes, eruditos, violentos e hijos de familias privilegiadas. “Por accidente” cometen un brutal crimen y, al no tener suficientes pruebas para condenarlos, son puestos a disposición de un capitán holandés para erradicar su conducta violenta e ingobernable mediante una terapia. Para dicho tratamiento, el Capitán los lleva en barco a una isla exótica y llena de tentaciones; durante su estancia en el lugar, la vida de los chicos cambiará por completo.

Bertrand Mandico ha declarado ser un artista que va más allá de cualquier límite y eso es palpable no sólo en sus trabajos anteriores, sino también en este filme. En Lxs chicxs salvajes, el director francés cumple sus deseos como espectador para entregarnos una historia llena de matices, en la que notamos una hibridación de aventura, suspenso y surrealismo, la cual está repleta, además, de erotismo y violencia con los que logra derrochar infinidad de sentimientos encontrados.

Mandico proyecta en esta cinta (realizada en formato Súper 16mm) infinidad de referencias que van desde Lord of the Flies (tanto la novela de William Golding como el filme de Peter Brook), A Clockwork Orange de Stanley Kubrick, Robinson Crusoe de Daniel Defoe, Goto, island of love de Walerian Borowczyk, La joven de Luis Buñuel y un largo etcétera que se ve reflejado en la trama y en su desarrollo.

 

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La película lleva los límites de su propia forma hacia el plano sexual, comenzando por el cast de los cinco protagonistas. Todos fueron interpretados por las actrices Vimala Pons, Diane Rouxel, Pauline Lorillard, Mathilde Warnier y Anaël Snoek. Bertrand quería poner de cabeza al reparto y darle la libertad, a lo femenino, de interpretar papeles que por estereotipos no están asociados a ello: el de las personas agresivas, violentas, fuertes, cínicas, que son las características que suelen relacionarse con la masculinidad.

La forma en la que se desarrollan los personajes, con esas características, nos convence por su verosimilitud, ya que por un momento se ignora quién está detrás del personaje y se enfoca en lo que nos hace sentir como espectadores. Al mismo tiempo se hace una reflexión sobre actitudes tan controversiales que han llevado a cuestionar la masculinidad de manera poco convencional.

Uno de los elementos sobresalientes es el visual. Filmada, principalmente, en blanco y negro, a veces resaltando el granulado y a veces con destellos y nebulosos, de repente nos lleva al color en a que el azul, el amarillo y el rojo viajan a una dimensión llena de fantasía, sumado a los sencillos efectos visuales de la vieja escuela, que hacen de esta una experiencia sensorial.

En Lxs chicxs salvajes, Bertrand Mandico se embriaga no solo de su experiencia, también de ese mar de influencias para entregarnos una historia cruda que impacta la forma en la que los límites de género se rompen y nos hace reflexionar sobre el papel de la figura masculina en la sociedad occidental y realmente nos hace pensar que, efectivamente, el futuro es femenino.