‘Night of the Living Dead’: están vivos, ¡vivos!

Los monstruos que reinventó George A. Romero salieron de sus tumbas en 1968, con el estreno de Night of the Living Dead.

Por Anaid Ramírez

El país galo era protagonista del llamado Mayo francés; en Checoslovaquia ocurría la Primavera de Praga; los estudiantes mexicanos se manifestaban de un modo sin precedentes, y los estadounidenses salieron a las calles para protestar en contra de la Guerra de Vietnam y a favor de los derechos civiles… Los movimientos sociales se propagaron por todo el mundo en 1968, año en el que el cine de horror tuvo su revolución gracias al debutante George A. Romero.

Night of the Living Dead fue el nombre de aquella ópera prima que marcó la historia de la cinematografía mundial en varios aspectos, entre ellos la reinvención de los muertos vivientes y, para beneplácito de los inversionistas, lo redituable que puede llegar a ser una película de bajo presupuesto —la cinta se hizo con 114 mil dólares y recaudó en taquilla 30 millones de dólares, algo así como 260 veces su inversión—.

No existe mejor pretexto para escarbar entre esa indiscutible pieza de culto que el aniversario 50 de aquella revelación del inframundo.

 

Antes de nuestra era

Los zombis no siempre fueron como los conocemos ahora. Con base en personajes de la literatura, como el Frankenstein de la novela homónima de Mary Shelley —misma que este año cumple su bicentenario—, y los mitos y el folklor brasileño, africano y haitiano, el cine comenzó su carrera zombi. Podría considerarse El gabinete del Dr. Caligari (1920) como el precedente del género, pero no fue sino hasta la llegada de White Zombie (1932) que el séptimo arte presentó de manera oficial su versión de los no vivos.

A partir de esa película de Victor Halperin, los zombis del cine se mostraron como muertos que a través de rituales —casi siempre vudú— regresaban al mundo terrenal pero sin autonomía, eran una especie de esclavos. En otras palabras, obedecían a un control mental, el cual comúnmente era ejercido por el villano de la historia para estropear los planes de los felices protagonistas.

Como si se tratara de una pandemia, esta versión de los no vivos se expandió por el todo el planeta. Incluso llegó a tierra azteca y se vio reflejada en producciones como Santo contra los zombies (1962); mientras que los italianos revivieron a sus muertos en Roma contra Roma (1964), de Giussepe Vara, y 5 tombe per un médium (1965), de Massimo Pupillo, por mencionar algunos ejemplos.

Antes del acto estelar de George Romero, los muertos vivientes ya presumían en su CV un “show cómico mágico musical”, pues en 1964 Ray Dennis Steckler estrenó The Incredibly Strange Creatures Who Stopped Living and Became Mixed-Up Zombies!!?. También para mediados de la década de los 60, The Plague of the Zombies mostró a los primeros muertos vivientes salir de sus tumbas —antes no se daba explicación de su existencia—, aunque aún eran autómatas resultado de un ritual vudú.

Con poco más de tres décadas de vida, los zombis tenían que renovarse o —posiblemente— descansar para la eternidad. Pero Romero, a sus 28 años, encontró y reunió los ingredientes de una pócima que mantendría frescos a los muertos vivientes. El renacer de esas criaturas ocurrió el 1 de octubre de 1968 con la primera exhibición de Night of the Living Dead, en Pittsburg, cinta en la que nuestros pestilentes héroes adquirieron sus características más distintivas.

 

De entrada, ya no eran controlados por ningún villano y no había maleficios étnicos de por medio. De acuerdo con la explicación que en la película dan los medios de comunicación, los muertos salen de su tumba como consecuencia de una radiación proveniente de Venus.

Ya sobre la tierra, los monstruos actúan aparentemente sin conciencia pero sí por voluntad; son seres que caminan lento y de manera desequilibrada; de mirada perdida pero no pierden de vista su objetivo; no tienen mucha inteligencia pero sí la capacidad de utilizar artefactos como herramientas —agarran piedras para romper vidrios—, y deambulan sin el mínimo recuerdo de que alguna vez estuvieron vivos.

Sin embargo lo que hizo inolvidable a los zombis que Romero muestra en su ópera prima es que son de buen apetito. Estos carroñeros son aficionados a la carne humana —“¡Mis zombis nunca han comido cerebros! No sé de dónde sacaron eso”, puntualizó el director y escritor en una entrevista para el British Film Institute (BFI)— y la cámara no repara en mostrarlo. Asimismo, la cinta causa horror al exponer la condición de los cadáveres con un potencial pandémico y al mostrarlos actuando como masas y en equipo.

Dichas cualidades rápidamente se imprimieron en la memoria de los espectadores, y los monstruos, entre su podredumbre, se convirtieron en una joya de la cultura pop. Gracias a su destreza imaginaria y a las referencias de EC Comics que cargó desde su infancia, George A. Romero se convirtió de este modo en el padre del zombi moderno y comenzó una nueva era para el género.

“Se trata de una epidemia de homicidios cometidos por un ejército virtual de asesinos no identificados (…). Testigos dicen que lucen como gente ordinaria. Otros, que parecen estar en una especie de trance».

 

Revivir a los muertos

Como la mayoría de los cineastas, a Romero no le fue sencillo colocar la primera piedra de su carrera. Tras haber experimentado en unos laboratorios de cine en Pittsburg y tomar de ahí algo de experiencia al lado de reporteros y editores, George se unió con un par de amigos para comprar lo básico y armar una productora de comerciales.

“Éramos los únicos en la ciudad que hacían anuncios en película. Conseguimos más equipo y, en algún momento, pensamos que teníamos suficiente para intentar hacer una cinta con narrativa. Así fue como pasó”, compartió el también actor al British Film Institute.

Fue entonces cuando Romero sacó una pequeña historia que había escrito. El texto sirvió de base para que Romero y John A. Russo exprimieran sus plumas y armaran el guion de lo que al final se llamó Night of the Living Dead. Después buscaron al elenco, el cual se conformó sobre todo de amigos cercanos y de los propios inversionistas de la cinta a fin de reducir los costos, incluso contaron con el apoyo de policías locales para ahorrar en extras y vestuarios.

“Todo el tiempo teníamos barriles de cerveza y mucha comida, siempre conseguíamos la cantidad que necesitábamos. Terminamos pagándoles todos los salarios del SAG cuando el dinero llegó después, pero ninguno cobró al momento”, confesó Romero a Variety. “Nadie sabía si la película sería distribuida o qué, pero una vez que empezamos a filmar, no paramos porque después debíamos grabar comerciales”, que era la principal fuente de ingresos de Romero y sus socios.

Entre favores, vísceras de animales —cortesía de uno de los inversionistas que también era carnicero—, la filmación corrió alrededor de tres semanas en total, con algunas interrupciones debido a la falta de presupuesto. Luego George se enfocó en la edición y sentó las bases de su estilo, uno en el que resaltan los constantes cortes, el acercamiento a los detalles y da a la música un lugar privilegiado.

“Solía cubrirme el trasero con cortes. Si grababas con tomas individuales a todos los que hablaban, podías hacer que el diálogo funcionara de la forma en la que deseabas hacerlo. Pero si tienes sólo un master, ya valiste, te atoras porque esa toma es lo único que tienes. Era mi manera de posponer decisiones, y con frecuencia así salvaba el día. Tener esas opciones me dio la capacidad de desarrollar ese estilo frenético”, indicó para el BFI.

Después llegó el momento de acercarse a las distribuidoras y para eso tocaron varias puertas. Algunas de ellas se cerraron por pequeños detalles, como Columbia, cuyo “pero” se debió a que el filme estaba en blanco y negro; otras preferían un final más optimista, como fue el caso de AIP; pero George y su equipo no estaban dispuestos a sacrificar ninguna parte del guión. Finalmente dieron con Walter Reade Organization, quienes recibieron Night of the Living Dead sin alguna condición.

Fue así que la cinta de 35mm, considerada la primera con escenas de violencia explícita y la primera producción estadounidense protagonizada por un hombre afroamericano, vio la luz el 1 de octubre de 1968 ante un público conformado por invitados especiales. Tres días después las puertas se abrieron para todo aquel que comprara un boleto en taquilla.

La publicidad de boca en boca funcionó mejor que cualquier campaña de mercadotecnia, incluso en el público infantil —de acuerdo con el documental Birth of the Living Dead, las películas de terror solían ser el entretenimiento de los niños hasta antes de que Romero apareciera con sus muertos devoradores de humanos y un cuerpo desnudo—. Así fue como Night of the Living Dead recaudó a nivel global 30 millones de dólares, de acuerdo con reportes oficiales.

 

Virus zombi

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‘Night of the Living Dead’ (1968). Continental Distributing.

 

Cuando Johnny (Russell Streiner) y Barbra (Judith O’Dea) van a dejarle flores a su fallecido padre —más a fuerza que con ganas—, empiezan a bromear con los temores de la infancia de ella y ven cómo un hombre en traje se les acerca torpemente. El tipo se aproxima a Barbra y la jalonea, por lo que su hermano interviene y termina por perder la batalla.

Ese es el inicio de Night of the Living Dead y la cinta se convierte pronto en la historia de un grupo de personas que, dentro de una casa desconocida, se resguardan del montón de no vivos que salieron de sus tumbas en busca de alimento. La posición del líder la toma Ben (Duane Jones), un hombre de raza negra que, pese a la situación estresante, no pierde el raciocinio y trata de poner orden en el recién formado clan.

Por la condición en que se encuentran los personajes y el arco que sigue Ben, mucho se ha especulado sobre lo que George A. Romero quiso decir con su largometraje; algunos consideran que la narrativa tiene una reflexión acerca del movimiento por los derechos civiles —en especial debido a su abrumador final—, otros más lo ven como una crítica sobre la respuesta del pueblo estadounidense ante la Guerra de Vietnam. Si bien Romero traza una crítica social, sus intenciones son otras y él mismo no consideraba a Night of the Living Dead como una película política.

“Olvida la raza —el guión estuvo listo antes de elegir al protagonista—. Se trataba de personas atrapadas en una situación en la que el mundo está transformándose. Claramente ocurría un cambio sustancial, y estos tipos (los personajes) todavía se ponían a discutir sobre permanecer arriba o abajo de las escaleras, blah, blah, blah. Eso es todo lo que veo en ella”, contó el cineasta a IndieWire.

El objetivo de Romero era, sobre todo, hablar acerca del núcleo de la sociedad. “Era la idea de la familia unida, y todo se está cayendo a pedazos. En aquel entonces, 1968, todo resultaba sospechoso: la familia, el gobierno y, obviamente, la unidad familiar, que en Night of the Living Dead colapsa por completo. En eso nos enfocamos. No veo las amplias señalizaciones sobre la raza, como lo consideran muchos. El mensaje más bien es: ‘Oye, ¿podemos llevarnos bien si permanecemos juntos?’. Si ellos hacen equipo, estarán bien”, agregó Romero en la misma charla.

En la cinta, varias líneas funcionan como evidencia de las verdaderas intenciones de Romero. Por ejemplo, cuando Helen Cooper (Marilyn Eastman) enuncia que “No nos gusta vivir juntos, pero morir juntos no resolverá nada”, o cuando el mismo personaje es atacado por su propia hija, Karen Cooper (Kyra Schon): “(…) la familia será angustia y no reposo, castigo y nunca premio, discusión y jamás paz. Por más que se desvelen en sus mimos, las madres también mueren y es a veces la mano de su niña la que se alza en contra de ello”, reflexiona el autor Luis Pérez Ochando en su libro George A. Romero, cuando no quede sitio en el infierno.

El desmoronamiento familiar permeó en varias de las consecutivas cintas de Romero, y en ellas, ahora sí, también se expuso una crítica al excesivo consumismo, la masificación y la fascinación por los centros comerciales. Night of the Living Dead tuvo que “conformarse” con una sola reflexión y con ser parteaguas para los no vivos.

Y es que después del estreno de esta película, el cine del mundo ha honrado a los zombis de Romero, y al propio creador, apuntando hacia cuestionamientos muy concretos de sus carroñeros: ¿los muertos vivientes sólo nos causan terror? (Shaun of the Dead), ¿qué ocurre si no se extermina la plaga? (28 Days Later), ¿queda algún rastro de humanidad ahí? (Los hambrientos), ¿por qué comen carne de otras personas? (Warm Bodies), ¿y si los zombis fueran disidentes? (Juan de los muertos), ¿existe un antídoto o podemos adiestrarlos? (The Girl With All the Gifts), ¿y si el origen del virus está en las vacas locas? (Zombieland) o ¿qué tal que todo tiene su origen en cuestiones religiosas? (la saga de [Rec])…

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‘Night of the Living Dead’ (1968). Continental Distributing.

 

La lista es larga. Y, como la cinta de Romero traspasó las fronteras cinematográficas, habría que agregarle libros (como Autopsia zombi o Guerra Mundial Z), series de televisión (The Walking Dead) y hasta videojuegos (Call of Duty), que siguen agregando títulos incluso después de la muerte del realizador, ocurrida el 16 de julio de 2017.

Sin ser un científico loco pero sí un cinéfilo y luego cineasta audaz, George A. Romero acumuló una enorme cantidad de seguidores en diferentes puntos del planeta, y el impacto de su legado se mueve, como sus muertos vivientes, lenta pero implacablemente para devorar las barreras generacionales y contagiar a millones con la fascinación que sólo estos zombis nos provocan.

Night of the Living Dead está disponible en DVD, Blu-ray y Video on Demand.

 

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