‘Molly’s Game’: Un guion digno de un Óscar














SINOPSIS

La esquiadora olímpica Molly Bloom se vio obligada a abandonar el deporte luego de una grave lesión. Obsesionada por conseguir éxito y dinero, la joven organizó juegos de poker con multimillonarios y logró la fama deseada, aunque eso le costó ser perseguida por el FBI.

«¿Qué es lo peor que le puede pasar a un deportista?», es el cuestionamiento que te hace la esquiadora retirada Molly Bloom —personificada aquí por Jessica Chastain— en el comienzo de su biopic. Para ella, ni si quiera perder una Copa del Mundo se compara con tener un accidente deportivo durante una competencia rumbo a los Juegos Olímpicos, quedar terriblemente lesionada, tener que abandonar por eso su pasión y que dicha situación, a la larga, te convierta en el centro de una investigación del FBI.

De acuerdo con el libro autobiográfico de Bloom, y en el que se basa esta historia, la vida de la deportista dio un giro drástico después de despedirse del ski. Buscó un trabajo ordinario que no le daba para la vida que deseaba, por lo que aceptó un segundo empleo y así terminó organizando juegos de cartas exclusivos con artistas de Hollywood en Los Ángeles, hasta que se trasladó a Nueva York e hizo lo mismo con los peces gordos de Wall Street. 

Llevar esta historia a la pantalla grande requería de un experto en películas biográficas y el ganón fue Aaron Sorkin. El trabajo del guionista prácticamente es garantía de premios —entre sus trabajos están Moneyball, Charlie Wilson’s War y The Social Network, la cual le dio el Oscar en 2011—, por lo que no sorprende que él esté a cargo de la adaptación de Molly’s Game y ésta sea también su debut como director.

Sorkin hace de su ópera prima un rompecabezas de saltos temporales, te lleva del pasado al presente para revelarte apenas fragmentos de la travesía de la Princesa del Poker y con la promesa de mostrarte al final el panorama completo. Esos flashbacks y flashforwards te obligan a mantenerte atento a lo que ocurre en la pantalla, pues la única guía que tienes para acomodar las piezas en el orden correcto son los diálogos y los sutiles cambios de look de Chastain.

Justamente es la actriz el soporte de este gran marco. Con su postura, la velocidad y la fuerza con las que articula cada uno de sus diálogos y su seguridad para moverse por todo el cuadro, te convence de su ambición y necesidad de poder, además de llevar a su personaje a puntos de inflexión que seguro disfrutarás —no dudes que este papel le dará a la intérprete su tercera nominación a los Premios de la Academia—.

Idris Elba no se queda atrás. Al ser el abogado de la acusada, tiene la oportunidad de emitir líneas a favor de su cliente con mucho poderío y elocuencia, y aprovecha bien la situación. Su mejor momento llega durante una sesión para defender a su clienta y seguramente ese breve monólogo se convertirá en uno de tus favoritos del año —algo así como Mark Ruffalo lo hizo en Spotlight—.

Con Molly’s Game no esperes la obra maestra del año, pero sí destacará de otras producciones hollywoodenses. Apoyado de su grupo de editores —Alan Baumgarten, Elliot Graham y Josh Schaeffer—, Sorkin logra un relato dinámico y divertido, pero sobre todo el cineasta libra a su personaje de los juicios morales y la redención total. Si bien toca ver a esta femme fatale contemporánea llevándose unas lecciones a la almohada, la apuesta de la cinta es exponer lo que orilla a algunas personas a obsesionarse con el éxito y el reconocimiento. 

VEREDICTO: 
Tienes que verla si deseas darle seguimiento desde ahora a las cintas que competirán en los Premios Óscar porque seguro este film se lleva una estatuilla.