Obra maestra Cine: ‘Romeo y Julieta’


“En la ciudad de Verona, donde acontecieron estos hechos, dos familias igual de nobles…”. El prólogo de uno de los grandes clásicos de William Shakespeare aparece en escena, pero no es una persona vestida pomposamente quien nos introduce a la rivalidad entre los Montesco y los Capuleto; en la versión de Baz Luhrmann de Romeo y Julieta es una presentadora de noticias, a través de una televisión, la encargada de recitar las primeras líneas del famoso caso de los enamorados.

Y es que el director australiano no se conformó en que su segundo largometraje fuera una adaptación de la obra de Shakespeare. En el debate del ser o no ser, optó por ser arriesgado y apostó por trasladar la historia a la época contemporánea.

La idea era, según ha dicho Luhrmann en varias entrevistas, presentar el relato como si el propio Shakespeare estuviera dirigiendo la película y mostrar que la literatura clásica no pierde vigencia con el paso del tiempo. Se trata, en palabras de la decoradora de set, Brigitte Broch, “de una película que no tiene época”.

Ese traslado temporal también implicó un salto en el espacio. El Puerto de Veracruz, los puentes vehiculares de la Ciudad de México, el castillo de Chapultepec y la Iglesia del Purísimo Corazón de María (aka. la de la enorme virgen en el techo, aka la de Gabriel Mancera) convencieron a Luhrmann para construir la versión actual de Verona en varias locaciones de nuestro país.

Pero debemos decir que esa decisión tuvo sus pros y contras. Como lo dijo Napoleón, “si no sabes del dolor, no sabrás de la alegría”, y durante las escenas filmadas en México, esta cinta tuvo más viento en contra. Literal. 

Verona Beach, por ejemplo, que tenía como marco los atardeceres veracruzanos, requirió de la construcción de algunos espacios indispensables para el desarrollo de la historia. La parte crucial no fue la elaboración del set, sino que en esos días un huracán amenazó el Puerto y destruyó buena parte de lo que ya se había montado.

Por fortuna, no todo fue caso perdido. Digamos que, de hecho, el fenómeno natural le ahorró una buena cantidad de dinero a la producción, en cuanto a efectos especiales se refiere, y le dio más veracidad a una de las secuencias inolvidables de esta cinta. La escena en la que Mercutio (Harold Perrineau) está muriendo no habría tenido tal efecto dramático, con truenos y nubes grises, de no ser porque se grabó mientras la tormenta se acercaba a la filmación. Y ese look en ruinas que predomina en las tomas de la playa y que exalta el “espacio de él, un chico rebelde”, como lo define Broch, no se habrían conseguido de otra forma.

Pero uno de los panoramas más negros ocurrió en la Ciudad de México, cuando una banda local secuestró al estilista de la cinta, Aldo Signoretti, y exigían 300 dólares por su vida, cantidad que el director no tardó en juntar. Y aunque el rescate se logró, Signoretti se rompió la pierna al saltar del carro en el que los maleantes lo entregaron —¿habrá sido la versión explícita de aquella frase teatral para el buen augurio, “rómpete una pierna”?

Sin embargo, también hubo aciertos al optar por México como locación. Quizá una de las mejores decisiones fue elegir el templo de Gabriel Mancera y su aspecto gótico para la boda apresurada y a escondidas de los jóvenes enamorados, y para salvaguardar el cuerpo sin vida de Julieta (Claire Danes).

“¡La cantidad de flores! Recuerdo que esos australianos estaban muy impresionados porque en ningún otro país hubieran obtenido esa imagen; era demasiado caro, tanto la mano de obra como la flor misma. Diseñar ese enorme pasillo con tantas flores en los floreros y las velas; estaban muy, muy agradecidos porque no lo habrían logrado así en Australia ni en Estados Unidos. Una rosa allá te cuesta tres dólares, ¡imagínate!”, recuerda entusiasmada Broch.

Quizá sea esa y la secuencia de la pecera, cuando Romeo (Leonardo DiCaprio) ve por primera vez a Julieta, uno de los momentos que más recordarás de esta película. Y es que esa fiesta de disfraces con el Castillo de Chapultepec como sede, “es la forma de mostrar el espacio de ella, una chica de 15 o 16 años”, dice Broch.

La ganadora del Oscar agrega que, “tuvimos la suerte de contar con muebles de la Casa de la Bola, y por la forma en la que tratamos de descifrar cómo introducir a la locación elementos no tan de esa época; queríamos que fuera más atemporal”.

Pareciera que cada uno de los fondos que vemos en la película se pulieron a mano para exaltar las miradas que se lanzaban DiCaprio y Danes —justo fue por ser la única actriz que miraba a los ojos a Leo, que Claire se quedó con el papel. Los versos pentasílabos que recita Pete Postlethwaite, en su rol del padre Laurence, y el odio de las dos familias que estaban destinadas a limar asperezas sólo con una tragedia de por medio. Por eso es fácil entender que Luhrman haya declarado a varios medios, “no cambiaría ni un día que pasé en México por nada del mundo”.

Y sí, romperse una pierna fue de buena suerte. La producción soportó tormentas, enfermedades, días enteros sin filmación —retrasos— y, sobre todo, las críticas de aquellos que sentían temor al reconocer a Romeo y Julieta fuera del chabelinato.

Romeo y Julieta se convirtió en la primera cinta basada en la obra de Shakespeare en encabezar un boxoffice desde el fin de semana de su estreno: recaudó en la taquilla de todo el mundo poco más de 147.5 millones de dólares. Eso sólo en cuanto a ingresos se refiere. Si bien las críticas fueron polarizadas, puso bajo la lupa a un Luhrmann estrafalario —estilo que reforzó en su siguiente trabajo, Moulin Rouge— y significó un paretaguas en la carrera de sus dos jóvenes protagonistas, sobre todo la de Leonardo DiCaprio, a quien morir de amor le sirvió de trampolín para subirse al barco de Titanic, de James Cameron.

 Romeo y Julieta está disponible en DVD y Blu-Ray