Obras maestras de Cine: ‘Evil Dead II’

Evil Dead II, la gloriosa y sangrienta secuela de horror de The Evil Dead del director Sam Raimi, es una obra maestra. Aquí nuestras razones.

Por Chris Hewitt

Hay una escuela de pensamiento en la que, para que una película sea considerada una obra maestra, tiene que ser más que sólo imágenes y sonido. Tiene que decir algo. Tiene que tratarse de algo. Tiene que echar alguna luz en esa locura que llamamos la condición humana.

Evil Dead II, de Sam Raimi, es la gloriosa excepción a la regla. Es un loco y brillante reporte educativo que le da al traste a la escuela de pensamiento. No tiene un mensaje profundo o un tema relevante a menos que el mensaje sea “no enciendas una casetera en una vieja cabaña de madera en caso de que contenga un mensaje que resurrezca a un espíritu diabólico al que tengas que enfrentar toda la noche”. No tiene un sólo pensamiento en su demente y ensangrentada cabeza. Y sin embargo, es lo más cerca que puedes estar de una pieza pura de cine audiovisual (y qué audio y qué visual).

Provino de una posición adversa para su director, Raimi, y sus viejos amigos de prepa, Robert Tapert (productor) y Bruce Campbell (protagonista), quienes habían aparecido en escena de manera dramática con The Evil Dead, en 1981. Nombrada “la máxima experiencia en horror extenuante”, ganó notoriedad por su estilo implacable y quedó enredada en la conmoción, pero marcó que había que mantener en la mira al talento obvio, pero indisciplinado, de Raimi.

Después de eso, ansioso por no ser encajonado como director de horror (el trío eligió hacer un filme de terror como debut porque era un mercado lucrativo), Raimi cambió a su ambiciosa comedia Crimewave y se la pasó tan mal como es posible para un joven director.

Anulado por los hombres del dinero (Campbell fue reducido de estrella a intérprete menor), la película fue un desastre, con poco de la firma de Raimi sobreviviendo intacta. Los críticos la odiaron y las audiencias la ignoraron.

Lamiéndose las heridas, Raimi, Tapert y Campbell se replegaron hacia la bienvenida de los muertos malditos. Con financiamiento de Dino De Laurentiis y un guion coescrito por Raimi y Scott Spiegel, se dirigieron a Wadesboro, Carolina del Norte, para comenzar la producción de un filme que volvería a enfrentar al asediado héroe Ash (Campbell) contra un grupo de demonios malditos y burlones en una cabaña en el bosque. Esa es la historia básica, pero no es suficiente para comenzar a describir la locura que transpira en Evil Dead II, una producción donde todos los objetos de una habitación cobran vida sólo para reírse del héroe.

Evil Dead II, la gloriosa y sangrienta secuela de horror de The Evil Dead del director Sam Raimi, es una obra maestra. Aquí nuestras razones.
Evil Dead II

Al verla de nuevo se siente como el trabajo de un director que teme que no volverá a permitírsele dirigir otra película jamás, así que está sacando todas las armas de su arsenal y rompiendo todas las reglas mientras aún pueda.

Es una cinta donde todo se vale, establecida por la decisión de rehacer The Evil Dead en los primeros cinco minutos. Hay tracking shots —tomas que siguen al sujeto— que parecen imposibles y acercamientos que terminan en choques en abundancia. Hay animación stop motion. El filme es acelerado, desacelerado, alargado. El diseño de sonido es increíble, con gruñidos y otros sonidos de otro mundo acechándonos en la oscuridad. Tiene una técnica de fuerza extraordinaria.

Una decisión clave fue recalibrar el filme como una comedia de horror, cambiando el tono oscuro y fatalista de The Evil Dead por algo más divertido y exagerado. Sigue habiendo muchos momentos de miedo en esta película llamada “la secuela a la máxima experiencia de horror extenuante” (Raimi tiene el timing de un maestro cuando se trata de sustos que te hacen saltar), pero la decisión de mostrar el sentido del humor pícaro al estilo de Los tres chiflados le da al filme una libertad delirante y febril, y le permite a Raimi construir un montaje deliciosamente loco, mostrar a su héroe escurriendo galones de un menjunje pegajoso y multicolor, y dar un giro de último momento al final que sobrepasa al de El planeta de los simios.

Raimi tiene en Campbell al colaborador ideal. Ash fue votado alguna vez como el mejor personaje de horror de todos los tiempos por los lectores de Cine, y es fácil ver por qué. Es una interpretación maravillosa que delinea la transición de un sobreviviente conmocionado y sacudido a un cobarde frágil y, por último, a un héroe rudo blandiendo una motosierra. Campbell nunca se convirtió en la superestrella que merece ser, pero esta interpretación gloriosa será su legado.

Se ha vuelto casi un cliché referirse a una película como “Ciudadano Kane de [inserta aquí el género que quieras]”, pero en el caso de Evil Dead II esa descripción le queda como anillo al dedo. Es el Ciudadano Kane de las películas de horror: un ejercicio técnico donde un director mareado con el potencial del cine se aloca y le muestra a otros directores cuál es el camino.

Pero es mejor que Citizen Kane porque en lugar de un tipo hablando una y otra vez sobre un trineo tiene a un tipo amarrándose una motosierra al muñón donde solía estar su mano derecha poseída para cortarle la cabeza a la bruja maldita. Puedes meterte el subtexto por donde te quepa: esta es una obra maestra puramente cinemática. Y es de lo más groovy.