‘Ready Player One’: ¡Spielberg en su mejor forma!














SINOPSIS:

En un futuro deprimente la única vida que vale la pena vivirse es el universo virtual creado por un par de multimillonarios. Al morir uno de ellos deja oculto un easter egg en el juego; este huevo dará a quién lo obtenga control total sobre la plataforma y, consecuentemente, sobre todo lo que lo rodea.

Oasis es un juego de realidad virtual en el que “vive” la mayoría de la población del futuro; en él se compite por créditos, se crean relaciones, clanes y se destruyen vidas. Afuera todo es decadente, la gente vive en contenedores apilados y la realidad no ofrece nada que parezca la valer la pena. Comer y dormir es lo único que se hace fuera de Oasis, si, como si trabajaran ahí. En el juego puedes ser quien quieras, puedes medir lo que quieras, cambiar por completo tu aspecto y hasta tu género. Puedes elegir qué auto conducirás y en qué gastarás tus créditos. Como en cualquier videojuego acumulas experiencia y equipo así que, efectivamente, también dentro hay niveles.

Otra línea argumental de la película presenta la relación de dos amigos, los creadores de Oasis uno, un genio que es quien programó la totalidad del universo Oasis, el otro es más práctico y es quien no pierde la visión de negocio que los hace a ambos estúpidamente millonarios para separarse un día por diferencias creativas.

El Oasis es una maldita maravilla, es un mundo en el que confluyen todos los mundos que conocemos de videojuegos, pero no sólo eso, sino también todos los personajes. Siendo el creador del juego un fanático de la cultura pop del los 80, la película y el Oasis están plagados de referencias. En el mundo virtual ves desde Deadpool y Batman, pasando por el Joker y Harley Queen, hasta Chucky y las Tortugas Ninja. Parzival, el protagonista trae el logotipo de los Thundercats en la hebilla de su cinturón y usa el D’Lorean de volver al futuro para moverse humildemente, Hache, su objeto del deseo y rival en la compentencia cabalga la moto de Akira, ni más ni menos, en un homenaje al mejor anime del cyberpunk japonés. Pero también vemos el Batimóvil de Batman del ’66 y el coche del clásico de terror Christine, además de que Hache tiene un Gigante de Hierro, sip, el de la película.

Creo que la principal gracia en la dirección de Spielberg es el balance. Si hay mil referencias pero no te olvidas de la película por encontrarlas sino al revés. Si hay un impresionante despliegue de tecnología en los efectos, en particular en Oasis y en la creación de personajes. Aquí también el viejo lobo de mar logró un balance en el que lo que ves en la realidad es tan hermoso y especial que no prefieres pasar tiempo en Oasis como los protagonistas.

Del mismo modo Spielberg desarrolla un interesante plot central: el programador del juego muere, pero antes crea un easter egg en Oasis a través de la búsqueda de tres llaves que conducirán al huevo. El premio no podría ser más imponente: quien encuentre el easter egg será dueño del Oasis, por lo tanto, controlará el mundo. Los villanos también están muy bien delineados; un esclavo del corporativismo que lucra con las posesiones de la gente en el Oasis y luego los obliga a trabajar por su deuda; como un banco, vamos. Ese villano y su corporación tienen ejércitos de jugadores, Sixers, que atropellan a los demás en Oasis y quieren todos los créditos para ellos. Obvio, al enterarse del easter egg, el maldito Godínez de Sorrento desata sus huestes para obtenerlo a como dé lugar.

Otro acierto de Spielberg en cuanto a equilibrio es la pareja principal, que desarrolla bien su avatar durante la película y también su verdadera persona en la vida real, así como su relación y por qué hay verdad en ella.

 

VEREDICTO:

Sin duda Steven Spielberg en su mejor forma, sus personajes son entrañables como siempre; una buena adaptación de la novela y como lo dije: un perfecto balance de elementos. Chequen la perfecta participación de T.J. Miller como I-R0k.