‘Caniba’: frente a la enfermedad y la perversión

Ganadora del premio del jurado en la sección Horizontes del Festival de Cine de Venecia, Caniba es una inquietante a un hombre japonés y sus impulsos de canibalismo.

Estreno: 25 de enero
Directores: Lucien Castaing-Taylor y Véréna Paravel
Con Issei Sagawa y Jun Sagawa
Duración: 92 minutos

★ ★ ★ ☆ ☆

Sinopsis

En 1981, Issei Sagawa asesinó a una estudiante en París y comió parte de su cuerpo. Declarado enfermo mental, volvió a Japón tras dos años en una clínica de Francia. A treinta y un años de los hechos, es filmado por los antropólogos y cineastas Véréna Paravel y Lucien Castaing-Taylor, en un intento por desentrañar sus motivos.

 

“No veo cómo alguien podría disfrutarlo”.

Se lo dice Jun Sagawa a su hermano, Issei. El primero hojea el manga que el segundo dibujó y publicó retratando su crimen. En los ochenta, con treinta y dos años de edad, Issei fue arrestado con restos humanos en sus maletas: había asesinado y consumido parte del cuerpo de su compañera de clase, una chica holandesa llamada Renée Hartevelt.

El manga representa el asesinato y canibalismo con gráfico lujo de detalle. En repetidas ocasiones, Jun dice no poder continuar, pues lo que ve le provoca náuseas. Sin embargo, sigue pasando páginas y haciendo preguntas a su hermano, mientras la cámara se mantiene impávida sobre los dibujos. Podría decirse que es dominado por el morbo, sin duda uno de los motivadores para ver Caniba, y probablemente el mismo que llevó a Paravel y Castaing-Taylor a filmarla.

En efecto, no es fácil ver cómo alguien podría disfrutar de escuchar lo que Issei Sagawa tiene para decir, y sus encuadres hacen la experiencia todavía más incómoda. Los sofocantes y prolongadísimos primeros planos tienen una cualidad clínica, para detenerse en su mirada ida y apagada. La escasa profundidad de campo nos aísla con él, en una atmósfera tenebrosa. La textura de su rostro es casi palpable

Esto, así como el parsimonioso ritmo con el que los Sagawa cuentan anécdotas de sus pasados, podrían resultar en un documental sumamente frío. Sin embargo, en combinación con su perturbadora temática, hacen de ésta una experiencia visceral: del mismo modo que Jun no deja de pasar las hojas del manga, muy a pesar de su propia repugnancia, Paravel y Castaing-Taylor logran atrapar nuestros lados morbosos para seguir mirando y escuchando.

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‘Caniba’ (2017). Cortesía FDR.

Respecto al manga, Jun supone que habrá gente a la que le resulte placentero mirar esas imágenes. La duda queda al aire como para ser respondida por nosotros mismos: “¿por qué estoy dispuesto a mirar esta película hasta el final? ¿por qué me atrae esto?”. El documental levantará todavía más preguntas, sobre todo con la revelación de lo que Jun tiene que esconder. Pero sin duda, las cuestiones más importantes son las que apuntan hacia nosotros mismos.

Veredicto

Más que un mero retrato en movimiento de un perturbado caníbal, Caniba queda como una experiencia para reflexionar sobre nuestro propio morbo.

Por Lalo Ortega

 

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