‘La muerte de Stalin’, la descarnada, pero civilizada, lucha por el poder

Estreno: La muerte de Stalin, ¡ya en cines!

Director: Armando Iannucci

Actúan: Steve Buscemi, Simon Russell Beale, Paddy Considine, Rupert Friend, Jason Isaacs, Michael Palin, Andrea Riseborough y Jeffrey Tambor

⭐⭐⭐⭐⭐

Sinopsis

En la noche del 2 de marzo de 1953, un hombre se está muriendo. Un terrible golpe está sacudiendo todo su cuerpo. Él está babeando. Él se está orinando a sí mismo. Está a punto de patear el balde y si juegas bien tus cartas, su trabajo es tuyo.

La muerte de Stalin es una sátira sobre los días previos a los funerales del padre de la nación. Días que arrojan una luz sardónica sobre toda la locura, la depravación y la inhumanidad del totalitarismo. Días que verán a los hombres que lo rodean luchar para heredar su poder supremo. Y todo está basado en hechos reales…

Para entender La muerte de Stalin, más que conocer la obra previa de su autor, siempre cargada de crítica social y política, es preferible encontrar su génesis en el cine del antiguo bloque socialista, caracterizado por su excelente factura, así como su – irónicamente – libertad creativa. Aunque había temas que no se podían tocar (el gobierno o sus héroes revolucionarios, por ejemplo), sí se podía, hasta cierto punto, mofarse del sistema.

Trabajos como La muerte de un burócrata (1966, Tomás Gutiérrez Alea, Cuba), ¡Al fuego, bomberos! (1967, Milos Forman, Checoslovaquia), Los trenes rigurosamente vigilados (1966, Jiří Menzel, Checoslovaquia), Noche de carnaval (1956, Eldar Ryazanov, URSS), permitieron a sus autores, por medio de la burla salvaje a la burocracia de sus países, el analizar los horrores que se viven en un estado totalitario, sea este socialista o neoliberal. Y es quizá eso lo que la opus magnum de Armando Iannucci, intenta representar.

La cinta narra el caos imperante al morir Iósif Stalin, considerado el peor de los dictadores de la desaparecida URSS. El vacío del poder desencadenará una descarnada (pero muy “civilizada”) lucha por el poder, en el que se permite todo, desde la complicidad, la traición, la manipulación de las masas o incluso el asesinato a sangre fría.

Como en el cine de Luis Estrada (El infierno, La ley de Herodes), el humor permite soportar los espantosos actos cometidos por su estupendo reparto, encabezado por un inesperado Steve Buscemi, que demuestra que siempre hay vida después de Adams Sandler. Como dato curioso, la exhibición del filme está prohibida en Rusia, ya que consideran que es “una burla hacia las víctimas del estalinismo» y que “hay un límite moral entre el análisis crítico de la historia y la pura burla”. En pocas palabras, parece que el trabajo dio en el clavo.

Veredicto

Una obra maestra que, aunque anteriormente ya había sido estrenada en algunos servicios de cine online, vale la pena ver en su corrida por las salas cinematográficas.

Por Luis Jurado