‘Child’s Play’: Chucky, el muñeco diabólico, regresa

Cine se reunió en Los Ángeles con el director y el elenco principal del reboot de Child’s Play. Juntos te dicen quién es la mano —y la tecnología— que mueve a Chucky, el famoso muñeco asesino.

Por Mario P. Székely

Nunca es tarde para abrir un regalo, y para el director Lars Klevberg y el elenco de Child’s Play (El muñeco diabólico) ese presente consistió en extraer a Chucky de la iconografía del horror de los años 80.

Mientras que en el vecindario cinematográfico del Hollywood las familias juegan este verano con los personajes de Toy Story 4, los pósters publicitarios de la cinta de horror muestran abiertamente al perro salchicha Slinky siendo cocinado en una fogata o al vaquero Woody pisoteado por el muñeco diabólico. Irónicamente, los juguetes de ambas series de filmes comparten a un niño llamado Andy.

“Los fans de Toy Story me cuestionaron en Internet por qué la campaña de Child’s Play combinaba a los personajes. A ellos les puedo responder dos cosas: esa fue idea de los productores y creo que fue algo muy brillante porque trae consigo el humor de nuestra película de horror y suspenso”, dice a Cine un sonriente y desenfadado Mark Hamill, quien presta su voz a Chucky, sustituyendo a Brad Dourif.

En este reinicio de la franquicia, Chucky nuevamente no dejará títere con cabeza. Pero las razones serán distintas de aquellas que conocimos en 1988, cuando el realizador y escritor Don Mancini le dio alma a un muñeco del tamaño de un niño de tres años, pero que, al estar poseído por un asesino serial, desenfundaba cuchillos sin pena ni gloria.

Pese a tener motivaciones diferentes, el entretenimiento permanecerá al momento en que volvamos a encontrarnos con esos ojos azules de plástico y veamos cómo cobran vida para desatar el infierno en otros personajes.

De esta forma, en Child’s Play conoceremos a Andy (Gabriel Bateman) de 13 años —el protagonista del filme original tenía seis años y lo interpretó Alex Vincent—, quien después del fallecimiento de su padre vive únicamente con su madre, Karen (Aubrey Plaza). Ella trabaja como empleada de una tienda departamental y para animar a su hijo le regala el juguete del momento, Buddy, el cual cuenta con la tecnología para interactuar con las personas, además de hacerse el mejor amigo de su dueño —en tiempos de Alexa es totalmente creíble—.

SACANDO A CHUCKY DEL ARMARIO

Child's Play, Chucky, el muñeco diabólico, regresa
Orion Pictures

“Cuando leí el guion cinematográfico de Tyler Burton Smith, noté que en el texto estaba apelando a varias películas de los 80 que yo amaba. Una de ellas fue E. T. (1982), que fue una de mis inspiraciones clave para hacer esta cinta, con la idea de voltearla de cabeza y poder clasificarla; como se los propuse el estudio MGM: Es E.T. en ácido”, recuerda el realizador Lars Klevberg, quien recibió la aprobación de MGM para meterse con su juguete favorito, luego de constatar el trabajo del cineasta en el exitoso cortometraje de horror Polaroid.

Bajo este contexto, Klevberg no tiene temor de juguetear con el famoso filme de Steven Spielberg. Para Child’s Play decide vestir a su Andy con un suéter rojo, hace encender el dedo del muñeco cuando interactúa con otros aparatos eléctricos y también te parecerá familiar cuando el niño protagonista se une con una niña y un chico mayor, para los tres resolver el enigma del juguete pelirrojo.

“Recordé mucho las entrevistas de Spielberg y su elección de colocar la cámara siempre al nivel de los ojos de los niños, así como implementar los efectos especiales en tomas abiertas, sin cortes que nos recordaran que estábamos viendo una película, sino apelando al poder de la imagen, la composición y los actores interactuando entre sí para alejarme de lo artificial”, comparte Klevberg.

“Eso es lo que me interesaba. Ese universo que la productora de Steven, AMBLIN Entertainment, nos dio en los 80, con personajes de clase media enfrentando algo mágico que los obliga a abrirse emocionalmente”.

Klevberg también se dice influenciado por la cinta francesa sobre rebeldes callejeros La Haine (1995), de Mathieu Kassovit con Vincent Cassel, y la locura fantástica y anárquica de Joe Dante, Gremlins (1984), con sus criaturas haciendo destrozos y apelando a la metáfora del consumismo.

Asimismo, el filme vampírico de Tomas Alfredson, Let the Right One In (2008), fue una guía para trazar la relación de Andy y Chucky: “un niño solitario que conoce a esta entidad y su relación está cimentada en lo raro y hasta bizarro”, describe el director sobre la producción sueca.

Pero el director, además de afilar su cámara, también se dio el espacio para conmoverse y afianzar un vínculo con el clásico de Mary Shelley. “En Frankenstein, lidias con temas muy interesantes. Por ejemplo, está el asunto de ver al mundo por primera vez con ojos inocentes, para luego presenciar el desprecio, la violencia y las incongruencias humanas”, reflexiona.

“En Child’s Play quise emular esa sentencia de: ‘Yo soy tu amo, por lo tanto debes obedecer’. Esos personajes no piensan en las consecuencias de lidiar con tecnología avanzada. Tanto Frankenstein como Chucky comparten este sentido trágico, pues se ven en una encrucijada de destruir el mundo de sus amos, a quienes desde un inicio querían complacer”, remata Klevberg.

En un mundo de referencias e inspiraciones, el espectador de la nueva Child’s Play, también tendrá la oportunidad de ver al famoso Leatherface asomarse en un video, con lecciones para matar en su The Texas Chainsaw Massacre 2 (1986).

¡A JUGAR CON CHUCKY!

Orion Pictures

“’No hay manera en que podamos tener a Mark Hamill’. Eso es lo que pensábamos cuando se nos ocurrió invitarlo a prestar su voz para Chucky, una vez que sabíamos que el muñeco tenía un origen y personalidad distinta a su versión ochentera, cuando hablaba como Brad Dourif”, dice el productor David Katzenberg. “Es increíble lo que trajo a la mesa este actor ya legendario del doblaje”.

Hamill, quien entre sus memorables participaciones en el mundo del doblaje figura el estar detrás de la carcajada del Joker en Batman: The Animated Series (1992), dijo sentirse tentado de plantear desde el inicio el carácter de villano de su Chucky.

“En esta película la naturaleza del muñeco es distinta. Mientras grababa algunas escenas experimenté con darle una risa maligna o tono agresivo. Junto con Lars (Klevberg), me di cuenta que en verdad al inicio hay un dejo de inocencia en el muñeco, quien va a ser afectado por muchas cosas que ve a su alrededor, y al final es lo que va a detonar esa violencia para la que no fue programado. Jamás busqué replicar al genial Brad (Dourif), a quien respeto en demasía”, dice Hamill.

En esta cinta, la voz de Hamill será escuchada por Gabriel Bateman, un joven actor que pese a su cortísima edad ya tiene experiencia en el cine de horror —tuvo un rol pequeño en Annabelle y fue Martin en Lights Out—. “David (Klevberg) me dio la tarea de ver E.T., la cual ya conocía; también Gremlins, la película sueca de Let The Right One In y Attack the Block. Así me prepare para hacer Andy. Aunque además trabajé la idea de que la tecnología no debe verse como un juguete, sino como algo que nos puede lastimar también”, señala en tono serio Bateman, quien durante el rodaje interactuó con una serie de animatronics que cobraban vida ante él.

Y es que además de la amistad que se forja entre Andy y su muñeco —cuyo nombre en la caja es Buddi Doll, para después ser rebautizado como Chucky—, el motor de la trama de Child’s Play es la referencia al uso de asistentes virtuales tipo Alexa de Amazon, Siri de Apple y Google Assitant, gadgets que se abordan como una nueva forma de interactuar con la inteligencia artificial que un día podría salirse de control.

“No me considero aficionada de este tipo de tecnología que te asiste en cada rincón de tu casa, controlando tus aparatos y poniendo llamadas de teléfono, música o hasta el repartidor de pizza en las bocinas. Creo que cambiará nuestra forma de vivir y no estamos previniendo el impacto que podría tener en nosotros. También me asusta, sobre todo con los niños, que no se están dando tiempo de aburrirse y jugar así con su imaginación”, comparte en tono de preocupación la actriz Aubrey Plaza, quien dejó sus personajes de comedia, para ser la madre de Andy.

“Sí me preocupa que la gente de mi edad cargue con su smartphone a todas partes, porque cada vez prestan menos atención a lo que tienen enfrente y con quienes pueden interactuar”, agrega Bateman, como representante de su generación Z.

Hamill, cuyo personaje de Luke Skywalker en la serie de Star Wars enseñó al mundo que un humano podría interactuar amigablemente con un droide como R2-D2, también tiene su opinión sobre la relación de Andy y Chucky. “El niño posee un problema en uno de sus oídos, por lo que tiene un audífono al que el muñeco puede comunicarse directamente, haciéndose muy palpable cómo la tecnología es una extensión de ti y a la vez se apodera poco a poco de tus cosas”.

Además de la parte tecnológica, Plaza destaca el lado no-horror de Child’s Play. “Veo esta película desde el lado dramático. Es sobre una mamá que procura hacer lo mejor para su hijo, con los medios que están a su alcance. Lidia con sobrevivir y rescatar a la familia. Child’s Play también es sobre el valor de la conexión entre humanos y la importancia de la verdadera amistad”, expone Plaza, de 34 años, quien con el personaje de Karen presume su primer rol como madre.

Justamente para trabajar ese vínculo y reflejar en pantalla esa complicidad filial, Plaza y Gabriel Bateman se dedicaron un tiempo juntos antes de iniciar con el rodaje, y eso implicó irse a jugar boliche y escalar, entre otras actividades.

ESA FAMOSA CANCIÓN

Orion Pictures

En el reboot de MGM, la apuesta por jugar con la metáfora del niño-robot a la Pinocho —que es corrompido por meterse en sus circuitos y darle además malos consejos—, ameritaba un rediseño de la personalidad del muñeco, y claro que no podía iniciar con el clásico: “I’am Chucky!”.

“Al leer el argumento, era obvio que nuestro Chucky necesitaba una canción o tema con el que pudiera conectarse con Andy. Así que esa misión se la encomendé al compositor Bear McCreary, quien al siguiente día llegó con una serie de juguetes que había comprado en un bazar. Los utilizó para crear algo que llamó su orquesta de juguetes, usándolos para crear la melodía y luego letra de la que convertiría en ‘The Buddi Song’”, detalla el director.

Hamill describe esa melodía como algo infeccioso para el oído, que no lo puedes extraer y se quedará ahí como música pegajosa. “David y Bear me mandaron la canción para que les diera mi opinión. La escuché 18 veces en mi ida al estudio de grabación y luego 22 más en el regreso a mi casa de Malibú —ya sabes, los semáforos—. Me quedó claro que habían hecho un formidable trabajo, pues ya me la sabía de memoria y difícilmente me iba a poder deshacer de ella”, recuerda con buen humor Hamill.

El intérprete que gusta de cantar con sus colegas de doblaje en los páneles de la Comic-Con, dice que antes de tener presente “The Buddi Song” en las grabaciones de los diálogos de Chucky, siempre jugaba con la tonada de “You Are My Sunshine”, de Jimmie y Charles Davis.

“Mi reacción fue que ‘The Buddi Song’ es como una canción de cuna, muy como el tema de The Rosemary Baby de Roman Polanski, que lo sientes como algo inocente y luego te saca un escalofrío hacia el final, ya que la escuchas”, explica Hamill, quien no pierde la oportunidad de tararear ambos temas frente a Cine.

Sin duda, parte del disfrute de ver Child’s Play será escuchar a Hamill, a sus 67 años, cantar en los créditos finales, compartiendo su gozo por disfrutar el arte de hacer cine. “Ya puedo agregar a mi ‘bucket lits’ que canté no solamente en una película, sino en sus créditos finales”, dice entusiasmado Hamill, quie es prueba fiel desde su Luke, hasta su Joker y Chucky, de que “quien ríe al último, ríe mejor”.