Obra maestra Cine presenta: ‘Dos tipos de cuidado’

Por: César Hernández.

Del sórdido imaginario ranchero viene la primera comedia de compadres y la última con los dos ídolos primordiales del cine nacional juntos: Pedro Infante y Jorge Negrete en ‘Dos tipos de cuidado’.

Nada es más frágil que el ego de una estrella. En 1952 no había en el firmamento de la época de oro del cine mexicano dos estrellas más brillantes que Pedro Infante y Jorge Negrete; el Carpinterito de Huamuchil, ídolo del pueblo, y el Charro Cantor, de voz impresionante y una presencia imponente.

Obviamente los cinéfilos mexicanos —si es que cabe la expresión porque, de hecho, todos los mexicanos lo somos— morían por ver juntos a sus ídolos, sobre todo con la fácil dinámica que Pedro Infante tenía con sus camaradas del cine. Basta recordar A toda máquina (1951) y su fabulosa mancuerna con Luis Aguilar, en la que hasta compartían la pijama, o el apabullante duelo de actuaciones entre el ídolo y Fernando Soler en La oveja negra y No desearás la mujer de tu hijo, de 1949.

Según sus biógrafos, Jorge Negrete siempre fue protector con Pedro Infante y eran grandes amigos. Aunque el Charro Cantor siempre apareció superior al otro, incluso prestándole dinero, brindándole la oportunidad de trabajar en el cine al presentarlo y recomendarlo con los hermanos Rodríguez y arreglando problemas contractuales de Infante cuando empezó a hacerse famoso. Infante llenaba de halagos y regalos a Negrete, agradecido con su amigo, y Jorge se erigió siempre como su mentor y cuidaba de él hasta en sus escenas juntos, para que no se viera muy maltratado o humillado por el personaje de junto con Negrete, que el público veía siempre como déspota, mamón, alzado y poderoso ante el noble Pedrito Ídolo. A pesar de esta relación, ambos tenían miedo/respeto de trabajar juntos.

Desde la altura de Negrete, Infante tenía la simpatía de la gente y con un mínimo gesto podía robarle una escena por ser el magnífico actor que era, probablemente el mejor en Latinoamérica. Infante, por su lado, temía, con toda la razón, cantar al lado del barítono de poderosa voz, con entrenamiento operístico y un dominio profesional que opacaría la dulce voz de bolerista de Pedro. Ismael Rodríguez ya tenía el guion, uno de los mejores del cine mexicano, que había escrito junto con Carlos Orellana, pero fue necesaria la intervención del presidente de la República, Miguel Alemán, para convencer a los actores de entrarle a Dos tipos de cuidado, que todavía tuvo que recibir ajustes porque cada uno de los protagonistas envidiaba las escenas y los diálogos del otro. Se acordó, además, que cada uno cantaría el mismo número de canciones y de ésas, sólo en dos cantarían juntos, mismas que con seguridad se encuentran entre las escenas más memorables de la película.

El guion es un enredo delicioso, sarcástico y oscuro; los protagonistas conservaron sus nombres de pila a propósito en contraste con los apellidos de la ficción: Pedro Malo y Jorge Bueno eran grandes amigos, machos mexicanos mujeriegos y bebedores, parranderos, cabrones y mentirosos. Pedro Malo está enamorado de la hermana de Jorge y él de la prima del otro. Todo parece ir de lujo pero Jorge sale de viaje un año y regresa para encontrarse con la noticia de que Pedro se casó con Rosario, su prima y la que fuera novia de Jorge, quien se emputa de una forma más que justificada, aplicándole a su ex amigo no sólo la ley del hielo, sino la máxima humillación pública.

En ese primer acto Ismael Rodríguez y su ensamble nos convence de que Pedro de verdad es Malo, pues no sólo le robó la novia a su mejor amigo, sino que parece no querer para nada a la hija que tiene con ella. Acabada de dar a luz Rosario, Pedro se va de putas (como decimos en Portales) para “celebrar” el nacimiento, para desgracia de su tío libanés y papá de Rosario, interpretado magistralmente por el mismo Carlos Orellana. Para vengarse, Jorge Bueno le propone matrimonio a Genoveva, la hija de un general (José Elías Moreno), y es justo en la fiesta de compromiso donde se da la escena más memorable de la película, el duelo de coplas en el que la voz de Jorge Negrete (Bueno) se enfrenta con la extraordinaria interpretación de Pedro Infante (Malo). No habrá spoilers pero tienes que verla ya.

Aunque volverás a perder el aliento cuando te enteres qué fue lo que pasó para que este par de tarados recuperara su bromance al conocerse una historia sórdida y terrible que te deja el sabor que sólo el cine mexicano tiene; ése que te convence de que la vida es una mierda, pero qué sabroso nos la pasamos mientras. ¡Ajúa!