Reseña ‘Call Me By Your Name’: Si por algún motivo no la ves, te estás perdiendo uno de los mejores films de 2018















SINOPSIS

En una provincia de Italia, a inicios de los 80, un adolescente en pleno despertar sexual se enamora de un veinteañero, un tipo estadounidense con el que convivirá durante todo el verano.

En 1983, época en la que sonaban temas como Lady, Lady, Lady de Joe Esposito, una casa de campo al norte de Italia enmarca un idilio de antología.

Elio Perlman (Timothée Chalamet), un joven de 17 años, pasa sus vacaciones con sus padres y dedica su tiempo a tirarse en el pasto, escuchar música, leer alguno que otro libro y practicar natación. Inesperadamente, Oliver (Armie Hammer) hace su aparición, se trata de un joven estudiante que llega a ser tutelado por el padre del adolescente y el causante de que el corazón de Elio comience a dar de tumbos. 

El contacto entre los protagonistas inicia con miradas tímidas y nerviosismo, por lo que el joven de 17 años evita estar en contacto con el asistente de su padre; sin embargo, poco a poco comienza a haber interacción entre ambos. Las conversaciones y la química comienzan a fluir entre ellos, derivando en un romance de verano que quedará tatuado en las memorias del corazón de este dúo y se convertirá en uno de tus favoritos.

Al igual que en la cinta anterior de Guadagnino, Cegados por el sol, un intruso es el motor que cambia el destino del personaje central; aunque en esta ocasión el reflector no apunta a la intriga ni a los celos —como fue el caso del título mencionado—, sino que los trazos del filme se enfocan en el amor.

Basada en la novela homónima de André Aciman, el filme expone con lucidez y con soltura la vulnerabilidad y la sensualidad del primer amor, algo así como Maurice de James Ivory (1987), que abordaba el mismo tema pero dentro una sociedad que jamás hubiera permitido que ese romance floreciera. A diferencia de dicho título, el filme de Guadagnino explora la honestidad hacia uno mismo y la aceptación del entorno. Una de las escenas que mejor delinean esto, y tal vez la más poderosa de la cinta, es una plática entre Elio y su padre; nadie puede quedar indiferente ante el poder de la prosa del progenitor y su forma de pensar. 

Guadagnino se dio el lujo de cambiar algunos aspectos de la novela original, sobre todo cuando se prepara para el desenlace —vas advertido por si eres un nazi de la literalidad—, pero
mantiene los momentos álgidos de la misma. El romance se cocina a fuego lento y con momentos íntimos, consiguiendo que los albaricoques tengan nuevas connotaciones.

El filme consigue brillantez no sólo por la forma en la que está contado sino por la interacción entre los dos protagonistas. Hammer muestra elegancia, soltura y madurez como histrión, pero es Chalamet quien consigue la mayor ovación, la naturalidad para desenvolverse, así como para hablar tres idiomas y tocar el piano y la guitarra son sus aliados para conquistarte como espectador.

Sin importar la orientación sexual, cualquiera que ha vivido la experiencia del primer amor puede verse reflejado en la mirada de Chalamet. De ahí proviene también el poder del joven actor, quien ha sido reconocido con varios premios por esta intervención y se perfila como uno de los jóvenes actores a los que hay que seguirles la pista. 

El binomio de Chalamet y Hammer, o Elio y Oliver, consiguen enfatizar la esencia de un amor de verano capaz de traspasar la pantalla. Junto a 120 latidos por minutos, esta pieza es uno de los filmes destinados a convertirse en un clásico moderno gay y, de igual modo, estás ante una de las mejores cintas del año.

VEREDICTO
De esos títulos que tienes que ver “sí o sí”. En caso de que la dejes ir, te estarás perdiendo de una de las mejores películas del año. Si decides entrar a verla, no habrá desperdicio.