Reseña ‘Vuelven’: Que sea tu prioridad en su semana de estreno














Después de que la madre de Estrella (Paola Lara) es víctima del crimen organizado, a la niña de 10 años sólo le quedan tres pedazos de gis y refugiarse con un grupo de niños que, al estar igualmente huérfanos y por la misma razón, se encuentran en situación de calle.

¿En tu infancia tenías la pesadilla de que tus papás desaparecían? En su nueva película, una fusión de thriller y fantasía, la directora y guionista Issa López (Efectos secundarios) te vuelve a poner delante de ese mal sueño, sólo que lo aterriza en un contexto real y próximo con la finalidad de aterrorizarte ahora como adulto y de a deveras.

Las desapariciones de hombres y mujeres a causa de la guerra contra el narcotráfico, y los cientos de pequeños que quedan huérfanos por esas muertes, son la base de Vuelven. El filme arranca con la tranquilidad de un cuento de hadas, en medio de un salón de clases, pero se corrompe cuando el sonido de una lluvia de balazos provoca que alumnos y maestra se tiren al piso para protegerse.

Así conoces a Estrella (Lara), una niña de 10 años a quien la profesora le obsequia tres pedazos de gis para tranquilizarla: “Toma, son deseos”, le dice a ras del suelo. Después, la madre de la niña no aparece y Estrella se ve obligada a abandonar su casa. No duda en unirse a un grupo de niños —todos huérfanos y más chicos que ella— que sobreviven a la calle y a las maldades de los waskas.

López es hábil al no especificar la ciudad en la que se desarrolla su nueva historia, lo que sí queda claro es que se trata de la azoteas y las víctimas de nuestro país. La cineasta también es astuta para contar los hechos a partir de la mirada de un grupo de chiquillos —quizá para lograr más empatía—, pero no por eso es condescendiente con sus personajes. Los deseos, por ejemplo, se cumplen pero no como la niña quisiera.

El filme es una moraleja acerca de la amistad y de la pérdida de la inocencia. Estrella y sus nuevos amigos se ven obligados a madurar prematuramente para entender su realidad e intentar vivir con ello.

Pese a eso, la película no deja de ser emotiva y empática. Te enganchas a ella gracias a la bandita protagonista que tiene una dinámica ya garantizada: una chica que “invade” un club de Toby al mero estilo de Stranger Things e It, sólo que sus aventuras se insertan en una realidad más cruda y próxima, algo más parecido a lo que Luis Mandoki enseñó en Voces inocentes.

También te atrapará por la personalidad de la heroína y los elementos fantásticos que la rodean, así que el filme te recordará más a la Ofelia de El laberinto del fauno —con todo y las tizas mágicas—. Sumado esto a la sugerencia del entorno y al impacto de éste en el papel estelar, es evidente la influencia de Guillermo del Toro en el trabajo de López.

La cineasta hace uso de las metáforas y la fantasía para ayudarte a contrarrestar el efecto de las detonaciones de armas, los rostros asfixiados, el sentimiento de orfandad y los momentos sanguinarios. Pero si todo esto provoca que luego del final “tranquilizador” salgas de la sala como si te hubieran dado un par de cachetadas y con varias ideas que reflexionar con la almohada, se debe al trabajo de su jovencísimo elenco.

Gracias a la labor de Fátima Toledo —la misma que preparó a los actores naturales de Ciudad de Dios y La jaula de oro—, es imposible no conectar con los niños: Juan Ramón López (Shine), Ianis Guerrero (El Caco), Rodrigo Cortes (Pop), Hanssel Casillas (El Tucsi) y Nery Arredondo (Morro) parecen dominar las calles con sus movimientos, gestos y lenguaje. Ni ellos ni Lara se achican ante la presencia fugaz de un Tenoch Huerta en su versión más aterradora.

“Los deseos no existen”, le dice Shine a Estrella. Sin embargo, Issa López concede el anhelo de los cinéfilos de apreciar una cinta de fantasía como pocas veces se había visto en el cine nacional.

VEREDICTO

Que sea tu prioridad en su semana de estreno. Su historia cruda y brutal te impactará, pero te enamorarán los personajes infantiles y la forma en la que intentan solucionar sus conflictos.