‘The Boys’: ¿más que un festín de sangre y tripas?

¿Qué es lo que ha hecho a The Boys todo un éxito para Amazon Prime Video? Aquí lo analizamos.

Por Luis Daniel de León

Uno de los fenómenos de la cultura pop más reciente y que ha dado mucho de qué hablar ha sido The Boys; la serie estrenada en Amazon Prime Video. Con apenas dos semanas después de su estreno se convirtió en la producción original con más reproducciones de dicha plataforma streaming.

Tanta ha sido su visibilidad que, en menos de un mes su creador Erick Kripke, ha revelado en Twitter la primera imagen de la segunda temporada con la promesa de continuar la serie con contenido más profundo y con un mayor énfasis en el desarrollo de personajes. 

Pero vale la pena preguntarse: ¿Qué ha hecho que esta serie sea tan popular entre las audiencias? 

 

El espectáculo visual

Si te consideras un espectador sensible, es muy probable que lo que ofrece esta serie no sea para ti. Mucho menos se te ocurra buscar el cómic original en el que se basa: es considerada una de las novelas gráficas más polémicas de la década de los 2000, al punto de tener que cambiar de sello editorial en su primera circulación.

Obviamente, siempre que vemos un sello de advertencia por contenido explícito, habrá un alto porcentaje de personas interesadas por el simple morbo o curiosidad. Hay algo inherente que hace llamativo a todo aquello que es “inapropiado”, emulando la adrenalina de ser un adolescente en el cine y querer ver la proyección con clasificación para mayores de dieciocho.

Pero uno de los problemas a los que siempre se ha enfrentado la industria del cómic es utilizar estos sellos de advertencia como una estrategia burda y completamente efectista, siendo una práctica común en las editoriales independientes de los noventa con una infinidad de publicaciones sin valor o aporte, más allá de un uso excesivo de violencia o sexo.

El caso de The Boys de Garth Ennis y Darick Robertson es quizás una excepción, en sus páginas se hacen bastantes argumentos que parodian y satirizan el género de superhéroes basándose en las problemáticas de una sociedad post-once de septiembre. Esto sin dejar de tener muchos momentos que pueden tal cual considerarse “grotescos”.

La serie mantiene esta esencia, dosificando también los niveles de violencia del material original. Sin embargo, hace su historia igual o quizás más relevante al tomar como contexto un mundo contemporáneo en donde existe toda una industria del entretenimiento que utiliza el género de superhéroes como un modelo de negocios multimillonario.

 

El mito del superhéroe

Si bien se parodian muchos personajes clásicos e icónicos de editoriales como DC Comics, en The Boys se aprovechan de la premisa clásica para cuestionar cosas que el canon de superhéroes pocas veces se ha atrevido a explorar: ¿de verdad serían éstos personas tan altruistas y de valores incorruptibles?

Si Superman y el resto de la Liga de la Justicia, siendo seres tan poderosos al punto de ser capaces de destruir cualquier arma o ejército del mundo, ¿les seguirían importando las personas comunes? ¿Jugarían bajo las mismas reglas y condiciones de los demás?

La respuesta es casi obvia para los guionistas: no lo harían. Nuestros “héroes” en un contexto en donde son prácticamente endiosados, se volverían completamente ajenos al concepto de humanidad. Las muertes que puedan provocar como daños colaterales no tendrían mayor consecuencia para ellos que el tropiezo accidental con un hormiguero. 

Un Superman “realista” difícilmente podría ser criado en un núcleo familiar estable y con una visión del mundo tan idealista. Papá y Mamá Kent no son más que constructos creados para darle a nuestro héroe una motivación acorde a la representación del “sueño americano”. 

Sin ese elemento que le dota de motivación y brújula moral al personaje, fácilmente es capaz de convertirse en algo completamente despreciable:  corruptible, narcisista y psicópata. Una figura igual de frágil y tergiversada como el propio concepto del tan buscado “sueño americano”. Pero todavía hay más…

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¿Es más que sólo una crítica a las capas?

Aparte de este nivel de introspección a la psique dañada de uno de los íconos más importantes en la historia de los cómics, hay todavía más elementos que hacen la historia de The Boys tan inquietante: su parecido con nuestra sociedad.

En el episodio piloto uno de los protagonistas señala un oso de peluche con una cámara espía, un artículo especialmente diseñado para que padres puedan ver el trato que reciben sus bebés de una posible niñera “mal portada”. Él lo zarandea cuestionando “las estupideces que pueden hacer que te tragues si te asustan lo suficiente”.

Precisamente en esto se cimienta todo el argumento, la utilización de “los superhéroes” como herramientas de explotación y manipulación de masas en todos los ámbitos posibles: la industria del entretenimiento, la economía global, la aprobación de leyes en asuntos de seguridad nacional e incluso la propia religión.

Esta figura glorificada y casi divina de los “supers” no son más que herramientas para implementar técnicas de propaganda a través del culto a la personalidad, todo con el fin de enriquecer a instituciones multimillonarias que promueven el miedo, los prejuicios y la discriminación. 

Un crudo retrato caricaturizado y exagerado de la situación sociopolítica actual. No es una visión halagadora del mundo, pero que no deja de ser en parte también un reflejo.

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