El hombre que mató a Don Quijote (The Man Who Killed Don Quixote) – Reseña

El hombre que mató a Don Quijote, ¡ya en Cines!

Director:  Terry Gilliam

Actúan: Adam Driver, Jonathan Pryce, Joana Ribeiro

Duración:  132 minutos

★ ★ ★ ☆ ☆

Sinopsis

Toby (Driver) es un director perseguido por los recuerdos de cuando era un joven cineasta idealista. Un zapatero de la región (Pryce) tiene complejo de Don Quijote. Los recuerdos y los debrayes de cada uno, dan como resultado una épica surrealista.

¿Qué le hace el cine a las personas? ¿Cuál es el impacto de estas historias en los seres humanos, al grado de perderse en la fantasía de dichos relatos? Estas son las preguntas que parece tratar de responder El hombre que mató a Don Quijote / The Man Who Killed Don Quixote, la más reciente película de Terry Gilliam, un proyecto muy personal que le tomó varias décadas concluir.

En el filme, Toby (Adam Driver) es un director de anuncios comerciales bastante desmotivado, que se ve arrastrado a un mundo de fantasía cuando un zapatero español cree que en realidad es Don Quijote; esto a partir de que años atrás, cuando Toby aún era estudiante de cine y preparaba su primer filme, convenció al inocente zapatero de interpretar al icónico personaje de Cervantes.

Tal como se narra en el documental de 2002 Lost in La Mancha, el intento inicial de Gilliam por llevar a cabo su cinta en 2000 fracasó de varias maneras, lo que transformó el proyecto en una catástrofe de proporciones míticas. Es por eso que la historia detrás de cámaras de El hombre que mató a Don Quijote se asemeja a buena parte a la trama del filme mismo, como un logro lleno de desorden y con muchos tonos, que se esfuerza por hacer que sus interesantes pero a veces inconexas partes se unan, pero en la que, pese a todo, es posible observar un genuino espíritu de reinvención y creatividad.

Al mismo tiempo, este es un proyecto más personal que cualquier otro de los trabajos de Gilliam hasta la fecha: una acusación contra las fuerzas capitalistas que explotan a los narradores de historias y la forma en que estos artistas y creativos, que se involucran a sí mismos, acaban un tanto atrapados en la locura.

Con la ayuda de Jonathan Pryce, en un papel originalmente concebido para Jean Rochefort, y Adam Driver, como una versión más sutil de lo que Johnny Depp tenía en mente para Toby, el trabajo completo tiene más ramificaciones que cualquier otra cosa en la filmografía de Gilliam. Es descuidado y aficionado en partes, pero siempre busca algo, lo que a menudo resulta en un fascinante alebrije que trabaja en una gran cantidad de ideas, como la naturaleza de la vanidad, centrada en uno de los ejemplos más famosos de la Literatura.

Por supuesto, como es una firma en el cine de Gilliam, el reencuentro entre Toby y su actor, quien ya se cree el Quijote de tiempo completo, nos llevará de paseo por un peculiar recorrido totalmente familiar con la obra del realizador de filmes como Brasil y 12 Monos, donde la constante es la incertidumbre respecto a qué es realidad y qué es fantasía.

Por supuesto, la película hace digresiones y ofrece peculiares escenas cargadas de absurdo y surrealismo inspiradas en la mente de Gilliam. Mientras avanza la trama, Toby, poco a poco, se vuelve incapaz de distinguir los sueños de la realidad. Y nosotros con él.

Veredicto

Aunque no tan lograda como otros de sus filmes, esta personalísima fantasía de Gilliam puede divertir y hacer reflexionar. Además, nos demuestra su tenacidad para contar las historias que quiere hacer.

Por Anaid Ramírez

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