‘Dunkerque’: Así está la nueva película de Christopher Nolan de la que todos hablan














La nueva película de Christopher Nolan puede ser su The Longest Day, pero está muy cercana a ser más corta. De hecho, con sólo 106 minutos, Dunkerque es la primera película de Nolan que dura menos de dos horas desde Insomnia y es sólo superada por Following, su debut micropresupuestal de 1998. Pero no creas que eso se debe a que le bajó a sus ambiciones. 

Es una pieza enorme, asombrosamente visual e intensa, estirada a tamaño largometraje. Dunkerque te encierra en una olla de presión y cierra la tapa. No tiene la sangre de Saving Private Ryan, pero eso no aminora su poder. De hecho, hay una muy buena razón por la que no dura más: las audiencias habrían salido con síndrome de estrés postraumático. 

El escenario es sencillo, endiabladamente sencillo. Ocho meses después de que comenzó la Segunda Guerra Mundial, 400,000 soldados británicos terminaron varados en las playas del norte de Francia. Tras ellos, los nazis se acercaban. Las bombas caen de Stukas en el cielo, los torpedos llegan de submarinos en el mar, y adelante sólo hay 39 millas náuticas de agua gris que separa a los soldados de su hogar, sin ningún bote aproximándose para rescatarlos. En términos e idea cinemática, es lo opuesto a D-Day o Helm’s Deep. 

Aunque hay un oficial naval de alto rango (Kenneth Branagh) para interpretar a un Almirante viendo toda la escena de pesadilla desde un muelle, Nolan no nos bombardea con información. Él sabe que es más poderoso vender la desesperanza de la playa azotada por el viento con una imagen sencilla, como el momento en el que uno de ellos simplemente se rinde y camina en el agua. Dunkerque es primero que cualquier otra cosa, una obra de estado anímico, y una muy efectiva.

Tampoco le afecta que Hans Zimmer esté en mood feroz, con una pista sonora que parece palpitar como corazón y haciendo tic tac como reloj enfurecido, provocando tales nervios por momentos que parece una nueva línea enemiga. 

Pero si el arreglo de la película es básico su estructura, no. Ningún realizador está tan fascinado por el tiempo ni es tan apto para jugar con él como Nolan, y aquí aplica el truco temporal del que fue pionero con Inception, entrecortando tres líneas narrativas que se mueven a velocidades diferentes. Así que en tierra seguimos a un soldado común (Fionn Whitehead) durante una semana, al valiente marinero de yate Dawson (Mark Rylance) en el mar durante un día y al estoico piloto de la Real Fuerza Aérea Farrier (Tom Hardy), en el cielo durante una hora. 

El resultado, mientras la crisis se dirige al clímax y el trío de perspectivas convergen (y se superponen), es meticuloso e hipnotizante. Como el caso de esa secuencia que muestra a dos personajes que tratan de no ahogarse. La experiencia es casi insoportable. 

Han habido muchas obras épicas sobre la Segunda Guerra Mundial —incluso una llamada Dunkerque realizada en 1958 y estelarizada por John Mills como el cabo ‘Tubby’ Binns—, pero nunca una como ésta.

Otro punto de diferenciación: hay poco énfasis en actos de valentía. En lugar del heroísmo, a Nolan le preocupa cuánto pueden soportar los hombres. Dunkerque es el estudio de personas bajo intensa presión, desde Rylan, el civil en una misión de rescate (llámalo el TAB —tipo amigable de barco—) al sobreviviente traumatizado Cillian Murphy que en los créditos sólo aparece como “El soldado que tiembla”) y al mandón de infantería, Harry Styles (quien hizo una interpretación de debut impresionante y no un oso como el de Rihanna en Battleship). 

En sus horas más oscuras, algunos de ellos se desmoronan; otros se mantienen firmes. Pero todos los arcos son subestimados efectivamente con interpretaciones mudas, sin grandes discursos y, en el caso del soldado — sustituto aterrorizado de la audiencia—, casi sin diálogos. Podría argumentarse que los personajes son demasiado ligeros, pero al menos no hay el melodrama de, digamos, Titanic o Pearl Harbor, dos obras épicas basadas en desastres reales. Si acaso, Dunkerque se acerca a las películas de arte, con la melancolía con que sostiene el cuadro moteado de espuma hermosamente fotografiado por el director de fotografía, Hoyte Van Hoytema de Interstellar.

Donde sí hay acción es en el cielo. Las audiencias de hoy han pasado décadas mirando peleas digitales en las películas de Star Wars, las cuales fueron inspiradas por filmes de la Segunda Guerra Mundial como Twelve O’Clock High. Nolan sorprende eliminando los pixeles y filmando spitfires verdaderos en vuelos verdaderos sobre el Canal de la Mancha verdadero. Los resultados son increíbles, particularmente en el vasto espacio de una pantalla IMAX, donde el avión crea giros y elevaciones sobre una masa azul. 

Y al igual que los hombres abajo, los pilotos son superados en número y armamento, dirigiéndose a una situación sin esperanza, pero sin dejar que eso afecte su trayectoria. La frase “espíritu Durkerque” surgió después de los eventos de mayo de 1940, y Dunkerque lo captura a la perfección.

Un thriller austero, propulsivo, con un combate que siempre se intensifica. La lección de historia de Nolan es tanto una celebración a la solidaridad como al escenario de playa más tenso desde Jaws

VEREDICTO

Han habido muchas obras épicas sobre la Segunda Guerra Mundial, pero nunca una como ésta.