‘Godzilla’, de Ishirô Honda (1954): Japón bajo el terror del monstruo

Conoce el origen de Godzilla, el monstruo japonés por excelencia.

La extraña desaparición de tres barcos en las bahías japonesas del Pacífico propaga el pánico entre los habitantes isleños. La comunidad científica y el gobierno nipón parecen escépticos ante lo que parece ser la única explicación posible: la existencia de un monstruo prehistórico de enormes dimensiones que habita en las profundidades… Godzilla.

Por: Dan Hernández.

Los monstruos

El cine de monstruos (kaijús) es uno de los subgéneros de la ciencia ficción más rentables hoy día, amén del reciente boom de los superhéroes. En 1933 se estrenó el que ampliamente se considera como el primer filme perteneciente a esta categoría: King Kong (íd.) de Merian Cooper y Ernest Schoedsack.

Esta cinta, realizada con la técnica stop-motion para darle vida al simio gigante, y la película de 1953 El monstruo de los tiempos remotos (The Beast from 20,000 Fathoms) del cineasta francés Eugène Lourié, fueron las principales influencias para la creación del kaijú definitivo, el rey de todos ellos:

Godzilla nació en 1954 de la mano de Ishirô Honda, director japonés que ya había trabajado de asistente en películas como Perro rabioso (Nora inu, 1949) del legendario cineasta Akira Kurosawa. La influencia de El Emperador en Honda es notoria en la presentación de los personajes, la música e incluso en las transiciones utilizadas. 

El filme dista mucho de las miles de producciones de serie B que se hicieron durante décadas pasadas, sobre todo por las connotaciones simbólicas que la criatura guardaba en su interior; Godzilla, como comprobaríamos en años venideros, era algo más.

La encarnación del pánico

En algún punto del océano Pacífico, cerca de la costa japonesa, tres barcos son destruidos con gran violencia. Los testigos afirman aterrados que el mar se los tragó. En la isla se cuenta la leyenda de un monstruo submarino de gigantesco tamaño, esta bestia es conocida con el nombre de Godzilla.

El Japón de mediados del siglo pasado era un país muy golpeado, el país era, hasta ese entonces, el único que conocía en carne propia los estragos del poder nuclear.

En 1954 apenas habían transcurrido 9 años de los ataques estadounidenses a Hiroshima y Nagasaki con la bomba atómica, evidentemente la herida aún no cicatrizaba.

Godzilla es hijo de la radiación y se presenta como la suma de todos los miedos, como la encarnación del pánico que años atrás la sociedad nipona había padecido.

Sin embargo, aquí el protagonista no es la bestia sino los personajes humanos que son construidos con diferentes y profundos conflictos internos. Por un lado, tenemos al profesor Kyohei Yamane (Takashi Shimura), paleontólogo experto cuyo carácter científico le hace emocionarse al saber que un dinosaurio jurásico está vivo.

Yamane advierte que la razón por la cual Godzilla ha salido a la superficie son las constantes pruebas con bombas de hidrógeno que el gobierno hace en el océano y se opone a la destrucción de la criatura ya que se puede aprender mucho de ella.

Este ligero pero muy presente discurso antibelicista tiene su palestra más importante en el personaje central, el doctor Daisuke Serizawa (Akihiko Hirata), colega de Yamane quien ha perdido un ojo en la guerra.

Serizawa usa un parche negro y se nos introduce como una especie de científico loco, pronto sabemos que ha descubierto un arma destructiva de alcances apocalípticos llamada El eliminador de oxígeno.

Su dilema se encuentra en la dicotomía: publicar su descubrimiento y dejar que se use con fines bélicos o eliminar cualquier rastro del arma, incluyéndose a él mismo pues es el único que lo sabe (Un guiño, quizá, a lo que debió hacer Albert Einstein cuando descubrió la bomba atómica).

Godzilla, un monstruo vivo

Todas las maniobras militares de contención fallan, la bestia de 50 metros es muy poderosa. El ataque final transcurre en medio de la noche. Godzilla avanza sin miramientos sobre una ciudad que es destruida con sencillez insultante. Muerte, caos, angustia y violencia deja tras de sí el gigantesco reptil.

Si en King Kong se apostó por la animación stop-motion para darle vida a la criatura, aquí se opta por la utilización de un traje de caucho maniobrado desde el interior por Haruo Nakajima y Katzumi Tezuka, la alternancia de actores se debió al insoportable calor que provocaba el material del disfraz, era muy agotador interpretar al Rey de los monstruos.

Si bien la película no basa la construcción dramática en las apariciones del kaijú, sino en el constante devenir de los problemas humanos y su evolución, sí son muy destacadas las secuencias donde Godzilla aparece.

Es necesario puntualizar que fue Eiji Tsuburaya el gran arquitecto de los efectos especiales: las maquetas, el fuego, la yuxtaposición de imágenes e incluso el traje utilizado fueron invenciones suyas que en ese momento revolucionaron la forma de hacer cine de monstruos y de ciencia ficción en general.

A todo esto se sumó el gran trabajo de fotografía de Masao Tamai que deposita la verosimilitud en el brillante uso de la perspectiva y el punto de fuga en la composición del encuadre para que todo parezca más grande de lo que en realidad es. Aquellas grandes panorámicas de Tokio destruido y envuelto en llamas rememoran todo el terror de las bombas y golpean fuerte en el imaginario colectivo del japonés.

Ícono de la cultura Pop

La película de Ishirô Honda destaca por complejizar un argumento a priori insulso, por traer a la vida a una criatura que no sólo destruye casas de cartón y papel maché, sino que evoca miedos reales, por la construcción de una importante lógica interna de convincentes efectos especiales que han envejecido decorosamente y por significar la que bien puede ser considerada como la versión definitiva del monstruo.

Este primer acercamiento dio el pitazo inicial para el universo cinematográfico más grande de la historia ya que en décadas posteriores poco menos de 30 películas de Godzilla fueron producidas por la Toho, las cuales convirtieron al personaje en un antihéroe que luchaba contra bestias similares a él y terminaba salvando al mundo de la destrucción, a pesar de esta reducción simplista e infantil, el Rey de los monstruos se ha establecido como uno de los íconos de la cultura Pop más importantes.

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