‘Midsommar’ y el Folk Horror: el temor hacia lo primitivo

Desde el estreno de Midsommar en Estados Unidos, mucho se ha hablado de cómo la película evoca elementos del llamado “Folk Horror” y aunque el director Ari Aster no ha rehuido de dichas comparativas, sí ha dejado claro que el propósito del filme no es cumplir con los tropos de un subgénero, sino usarlos como pretexto para una historia íntima sobre las relaciones humanas.

Aster no es el único que ha revitalizado estas historias plagadas de tradiciones paganas,  muchas otras aclamadas cintas pueden entrar en la categoría, aun cuando sus realizadores no hayan sido conscientes o asiduos en utilizar el término “Folk Horror”. Ésta es una clasificación que puede aplicarse de manera retrospectiva en casos como The Witch de Robert Eggers e incluso The Blair Witch Project.

Sin embargo, para entender qué hace estos relatos tan abrumadores, lo ideal sería diseccionar sus características más relevantes y estudiar su propio origen:

 

¿A qué llamamos Folk Horror?

El término fue utilizado en el 2004 por el director británico Piers Haggard en una entrevista para referirse a la visión de lo que quería transmitir en su película de 1971, The Blood on Satan’s Claw, diciendo “quería una historia sobre personas sujetas a las tradiciones de vivir en los bosques, la poesía negra era sumamente llamativa para mí”.

Como concepto comenzó a popularizarse después de una serie documental de la BBC, A History of Horror, en la que el presentador Mark Gatiss lo llama “subgénero” para referirse a un solo compendio de cintas de culto de finales de los sesenta y principios de los setenta, en donde encontramos: la mencionada obra de Haggard, Witchfinder General de Michael Reeves y The Wicker Man de Robin Hardy.

 

Lo que tienen en común estas películas consideradas como “la trinidad impía” es que se desarrollan en lugares abandonados o locaciones remotas de Europa, en donde el protagonista es un forastero que debe lidiar con peculiares tradiciones pre-cristianas de los habitantes locales. Al final, estos casi siempre terminan cumpliendo algún tipo de ritual con implicaciones mucho más sangrientas y poco inocentes.

 

¿Cuál el origen de este tipo de miedo?

Las temáticas por las que se decantaron estos directores como herramienta para producir terror eran el uso del aislamiento o la enajenación del protagonista hacia lo que le resultaba inhóspito y casi salvaje en estas pequeñas comunidades, donde predominan viejas costumbres o supersticiones en desuso por el mundo civilizado. 

Las cintas fueron un producto de su época, enmarcadas por una predominante desilusión colectiva hacia el movimiento hippie y a la contracultura, haciendo alusión quizás a los crímenes de la familia Manson, considerados por los medios como un culto y al mismo tiempo una secta hippie culpable de forma muy literal del “asesinato” del verano del amor.

 

¿Dónde podemos encontrar más referencias?

Aunque el término Folk Horror es bastante moderno, podemos encontrar sus raíces desperdigadas en toda la historia literaria, considerando que el propio origen del género de terror viene de la transcripción de historias populares en la tradición oral. Todos los espectros, trasgos, hombres lobos y demás forman parte de un tipo de folklore.

Algunos de los autores más representativos de principios del siglo XIX son Arthur Machen y Algernon Blackwood, que se hicieron famosos por enfatizar en sus textos el misticismo producido por una naturaleza inhóspita y rituales arcanos de civilizaciones antiguas. En relatos como El Gran Dios Pan o Los Sauces vemos el terrible resultado de toparse y cruzar estos umbrales. 

Tanto Machen como Blackwood fueron de inspiración para H. P. Lovecraft en la creación de otra corriente conocida como “Horror Cósmico”, donde podemos ver ciertos paralelismos entre ambos pero con la diferencia clave en que el Folk Horror se basa más en el miedo a ser controlado por una entidad superior. El segundo, en tanto, trata de enfatizar la indiferencia del universo ante nuestra existencia.

El relato de Shirley Jackson (La Maldición de Hill House), La Lotería, es quizás un ejemplo más simple y efectivo. En éste, una mujer es asesinada por su propia comunidad tras cumplir con sus obligaciones en un juego anual. La autora buscaba una metáfora de la sociedad en su hincapié por crear rituales a base de la violencia sin sentido y “civilizarnos” a través del miedo. También es una muestra de una inculcada misoginia por generaciones. 

 

Folk Horror en la actualidad

La cinta de The Witch de Eggers, aunque no cumple con la característica de ubicarse en un paisaje Europeo, su argumento se nutre de las tradiciones locales y de una interpretación histórica de múltiples pasajes bíblicos. Pero el Folk Horror puede ser analizado desde varios niveles, donde quizás lo terrible no está solo aunado a un elemento sobrenatural que influye en nuestras decisiones.

 

Nuestras tradiciones más antiguas son también un reflejo de nuestra necesidad por encontrar significados a nuestro alrededor y quizás el acto de matar no está intrínsecamente relacionado a un sacrificio ofrecido a un ser superior, sino más bien un manera de calmar un instinto primitivo. Es un recordatorio de que quizás nosotros mismos somos aquello a lo que realmente deberíamos de temer.

Ahora después de ver el segundo largometraje de Ari Aster, valdrá la pena abrir un debate si el también ofrece una nueva perspectiva en este territorio.

Por Luis Daniel de León

 

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