‘Isla de perros’: diversión banal que se siente fresca

Estreno: 4 de Mayo

Director: Wes Anderson.Is

Elenco:  Bryan Cranston, Koyu Rankin, Edward Norton, Bob Balaban, Bill Murray, Jeff Goldblum, Greta Gerwig, Frances McDormand, Scarlett Johanson.

⭐⭐⭐⭐

SINOPSIS: Debido a que el alcalde de Megasaki City es amante de los gatos, la población canina de toda la metrópolis japonesa ha sido transportada a una isla desolada lejos de la costa. Allí, una banda de criaturas deben embarcarse en una misión para prevenir más desastres.

Wes Anderson tiene historia con los perros. Y es el tipo de historia que podría haberlo puesto en la mira de PETA. En Moonrise Kingdom, un fox terrier llamado Snoopy recibió una flecha mortal en el cuello. En Fantastic Mr. Fox, un beagle llamado Spitz fue dejado inconsciente con drogas en moras azules. Otro chucho muere en The Royal Tenenbaums, mientras que el de The Life Aquatic escapa con sólo un periodicazo de Jeff Goldblum. Afortunadamente, Anderson pagó sus canicidios cinemáticos en su última película, una alegre y visualmente espléndida alabanza al mejor amigo del hombre donde la mayoría (aunque no todos) de los perros la libran sin daños.

Isla de perros, su segunda animación stop-motion después de la ya mencionada Fox, muestra a un Anderson relajado y divertido; podrías decir que le soltaron la cadena. Aunque se desarrolla en Japón y tiene escenas de tradiciones formales como la preparación del sushi, el teatro kabuki y el tamborileo taiko, la trama en sí tiene la vibra de algo que fue desarrollado al momento. Hay peleas súbitas hacia atrás y adelante en el tiempo, momentos en que algún personaje se da cuenta de que es eso: un personaje, lamidas de acción, armas wasabi y algunos desvíos narrativos innecesarios, como uno en el que un personaje suspende su búsqueda para ir a una resbaladilla sin razón aparente. Al mismo tiempo, frecuentemente es densa en el pathos y a veces verdaderamente lúgubre. Digamos que no es Bolt.

La mayor parte de la acción ocurre en un remoto “refu-centro” fuera de la costa de Japón llamado Isla Basura, donde 750 mil perros que solían ser mascotas han sido abandonados después de una epidemia canina. Es un lugar horrible, tóxico, donde no hay mucha comida y que está infestado de ratas. Pero Anderson y sus animadores encuentran la belleza en este islote tipo Mordor revelando un paisaje extrañamente encantador tras otro, desde un campo de golf abandonado hasta un cobertizo construído con coloridas botellas de sake. Lo mismo ocurre con los protagonistas caninos, quienes al principio parecen bestias salvajes enfermas y llenas de parásitos pero que revelan profundidades escondidas y personalidades sorprendentes conforme arranca la historia. La atención de la película se centra en Chief, un callejero lleno de cicatrices con la voz de Bryan Cranston, pero sus compañeros también tienen momentos memorables: está el perro montés a quien le encanta el chisme (Jeff Goldblum), un sabueso neurótico que siempre exige someter todo a voto (Edward Norton) y una bien peinada y acrobática hembra (Scarlett Johansson) que tiene el memorable diálogo: “Todos los que me gustan nunca están en celo”.

El elenco de voces es francamente ridículo, pero no todos impactan: cuando Bill Murray se pierde en la mezcla, algo salió mal en algún lado. Y visualmente también se convierte un poco en un montón de pelos —nuevos grupos de animales son presentados más adelante, y la película corta con un frenetismo creciente entre Isla Basura y los eventos que ocurren en la ciudad de Megasaki, donde una siniestra conspiración se desarrolla. El encanto sufre un poco en el tercer acto, cuando un personaje estadounidense lidera la resistencia humana (mientras que el japonés sólo se sienta a llorar) y las cosas son resueltas con fuerza en lugar de ingenio.

Pero en general, Isla de perros es entretenida y peculiar, tratando con respeto al país donde se desarrolla pero también tiene el tipo de hiperestilización que Tarantino presentó en Kill Bill Vol. 1. Es una película que tiene perros robóticos de batalla, pero también conversaciones sobre el suicidio. Por mucho, es una propuesta más extraña que Fantastic Mr. Fox y no es realmente para niños pero tampoco para adultos, aunque sin duda algo donde todos encontrarán algo que les fascine. A menos que seas un gato. Los gatos la van a odiar.

VEREDICTO:

Si juegas bingo de Wes Anderson, puedes marcar “diversión banal”, “pizzazz visuales” y “Bill Murray”. Sin embargo, gracias a que se desarrolla en el Lejano Oriente y a su trama, es una experiencia divertida que se siente fresca.