Obra maestra Cine: ‘Back to the Future’

Para contar la historia de Back to the Future, debemos regresar primero al pasado. Vio la vida en 1975, cuando Robert Zemeckis y Bob Gale peloteaban ideas para una película que se llamaría Professor Brown Visits the Future, sobre viajar en el tiempo, que estaba inspirada en la Feria Mundial. Pero encontró su corazón en 1980, cuando Gale, viendo el álbum escolar de preparatoria de su padre, se preguntó si él habría sido su amigo de haber vivido en la misma época.

“Cuando eras pequeño, ¿tus papás te contaron lo que hacían ellos de niños?”, reflexionó después Zemeckis. “¿Caminar 18 km a la escuela en la nieve? ¿No sería muy interesante volver y ver si de verdad caminaban en esas tormentas?”.

Pero tomó otros cinco años para que el guion de Back to the Future pasara del concepto a la pantalla, un proceso que se consolidó por su propio mérito (desde cambiar el medio para viajar en el tiempo, de un refrigerador a un auto, hasta los rechazos del guion por Columbia y Disney, por no ser lo bastante obscena o familiar, respectivamente). Pero esos cinco años fueron cruciales para darle forma a Back to the Future, convirtiéndola de una idea ingeniosa a una pieza hilvanada de puro arte cinemático a la perfección.

No es que el camino para completar la cinta no tuviera también sus obstáculos, incluso después de que Universal tomara el guion de Columbia a cambio de los derechos para convertir Big Trouble en parodia de su propia Double Indemnity. Eric Stoltz fue contratado para interpretar a Marty McFly porque la primera opción, Michael J. Fox, no estaba disponible debido a su compromiso con la comedia televisiva Family Ties, pero cinco semanas después de iniciar el rodaje aumentó la preocupación porque el tono dramático de Stoltz no checaba con la sensibilidad cómica de los demás, y se tomó la decisión de decirle adiós y ajustar la agenda de la película a la disponibilidad limitada de Fox.

Fue una decisión que le provocó a Zemeckis mucha ansiedad —y le costó a la producción tiempo y dinero— pero sin duda fue la mejor idea de todas.

En las manos de cualquier otro hubiera sido muy fácil que Marty resultara un presumido o alguien tipo Ferris Bueller, pero el encanto natural de Fox y su química perfecta con Christopher Lloyd (el innigualable Doc) venden sin ninguna duda al personaje y su extraña amistad con un cientí co que es cuatro veces mayor que él.

Back to the Future es una pieza de realización cinematográfica sorprendente, con cada diálogo y momento visual actuando al servicio ya sea del personaje o de la trama. Una secuencia inicial sin palabras te dice todo lo que necesitas saber sobre Doc Brown, Marty y su relación, mientras que ciertas repeticiones de diálogo cierran la brecha entre el pasado y el presente. Cuando George McFly explica sus razones para no querer mostrarle a nadie sus historias de ciencia ficción, un discurso que le escuchamos casi palabra por palabra a Marty sobre su banda de rock 30 años después, puede ser uno de esos momentos obvios, pero es uno hermoso y que resuena. Cuando la Lorraine adolescente es mostrada como depredadora sexual en contraste con su versión mayor y mucho más puritana, no es hipocresía, es sólo una muestra de que es parte de la naturaleza humana reescribir nuestros recuerdos propios cuando nuestra perspectiva del mundo se transforma.

Considerando que ha pasado más tiempo entre el estreno de la película y nuestros días que el tiempo en que Marty viaja al pasado, el reflejo de esa época, 1955, parece positivamente prehistórico; pero no necesitas clavarte en ese aspecto particular para comprender lo que la trama dice sobre cómo el pasado le da forma al presente y cómo la gente que ahora admiramos alguna vez fue joven y estaba tan confundida como nosotros.

Para ser un filme que trata sobre el tiempo, lo que realmente define a Back to the Future es que su atractivo resulta atemporal.