Trainspotting 2: La decepción de envejecer













“Hola Mark”, le dice Simon a Renton casi al principio de T2 Trainspotting. “¿Que has estado haciendo en estos 20 años?” Esa es una pregunta que por mucho tiempo no creímos que sería respondida. La adaptación de la novela de 1993 escrita por Irvine Welsh y dirigida por Danny Boyle en 1996, se volvió la película estandarte del Cool Britania, un movimiento cultural nacido de las cenizas y enojo que dejó Thatcher, el cual estaba enganchado en el sudoroso optimismo de la cultura dance (“Drive boy dog boy/Dirty numb angel boy”). Sin embargo, la secuela de la novela que no es tan buena como la primera (Porno), debido a las complicaciones entre el director, los actores y el miedo a meter la pata, impidieron que esa historia llegara a la pantalla grande. Hasta ahora. 

Durante un inicio descosido, vemos que ha sido de la vida de los personajes. Dos décadas han logradp que Renton en vez de correr de los policías, a corra en una caminadora. Ahora sus únicas drogas son las endorfinas. Desde que traicionó a sus amigos en un negocio turbio ha estado viviendo en Ámsterdam, pero ahora – por razones que nunca son bien explicadas y posiblemente solo sea remordimiento – decide regresar a Edimburgo para buscar a sus viejos amigos; Sick Boy se encarga de un negocio de extorciones a personas acaudaladas con la prostituta y pareja de negocios, Veronika (Anjela Nedyalkova); Spud (Ewen Bremmer) sigue siendo adicto a la heroína y se separó de su esposa (Shirley Henderson). Y luego está Begbie (Robert Carlyle), encerrado en prisión, pero con la cabeza llena de ideas sobre cómo escapar para reencontrarse con su esposa e hijo (quien en un verdadero golpe de genialidad está estudiando para ser administrador de hoteles). Por otro lado, Begbie le guarda un gran resentimiento a Renton.

No vamos a spoilear lo que pasa después, solo diremos que McGregor y Miller llevan bien la dinámica cambiante entre amigos – especialmente con alguien que traicionó al otro – y su relación es la máquina que impulsa esta historia. La mutua atracción que tienen por Veronika le añade algo de intriga y Nedyalkova logra hacer que su coqueto con papel algo centrado y muy agradable. El mejor de todos sigue siendo Begbie, aún es un tipo rudo y terrorífico – nadie en el cine puede decir tantas groserías con tanta elegancia – pero en las escenas finales se muestra tan vulnerable que seguro sentirás pena por él. Puede ser que el menos logrado sea Spud, pues no aporta mucho a esta rutina de idiotas adorables. 

Atinadamente, durante el discurso actualizado de Renton de choose life, expresa “escoge ver cómo se repite la historia”. Este es un mantra que impregna T2 Trainspotting. Si T2  es en realidad una secuela, entonces es algo parecido a Volver al Futuro 2, en donde se usa la segunda película para investigar la primera usando flashbacks, música y guiños sutiles. Si la primera película trata en verdad sobre los placeres de la juventud – el hedonismo, los errores, la camaradería – T2 trata la decepción de envejecer – los límites, los remordimientos, la necesidad de reconectar. El pasado compartido está inexplicablemente entrelazado a su presente y es ahí donde se encuentra la mordacidad de la cinta. Boyle representa valientemente lo que es la vida para los cuarentones y sus actuaciones lo demuestran. Pero ¿es esto lo que queremos de una película de Trainspotting?

Por la mitad hay una sección de diez minutos donde Renton y Sick Boy tienen que improvisar una canción sobre la batalla de Boyne en un club de protestantes seguido por un tributo a George Best orquestado con el tema de James Bond de John Barry, eso captura un poco del viejo entusiasmo y energía. Hay también una fantástica escena de pantalla dividida en el cubículo de un baño.

Estilísticamente Boyle se mantiene con la rudeza original y los escapes a la fantasía – hay cuadros congelados, cámaras amarradas a micrófonos, palabras bombardeando la pantalla – pero la técnica y el tono no son tan precisos como la primera. Es funky pero no se siente al servicio de los personajes ya adultos. El soundtrack, una mezcla entre lo viejo (Queen, Frankie Goes To Hollywood, Blondie)  y lo nuevo (Young Fathers, Wolf Alice) tampoco crea el mismo impacto (¿qué podría?). Tal vez el remix que The Prodigy le hizo a «Lust For Life» de Iggy Pop resume la película de cierta manera. Va por el mismo camino, pero no es tan
buena.