Reseña ‘A Ghost Story’: Una película única, conmovedora y fascinante















Ya decía el cineasta mexicano Alfonso Cuarón (en una entrevista para El País) que “el cine se ha ahuevonado, se ha aletargado en el sentido de convertirse en una herramienta narrativa. El cine contemporáneo mainstream son películas que puedes ver con los ojos cerrados”.

Después de una experiencia justo en el mainstream, el remake de Mi amigo el dragón (Pete’s Dragon) producido por Disney, el director americano David Lowery está de regreso con Historia de fantasmas (A Ghost Story), un filme que si bien cuenta con dos actores muy reconocidos (Casey Affleck y Rooney Mara) y una premisa que parece propia del cine de género, resulta ser exactamente lo que el mismo Cuarón consideraría una “experiencia fílmica donde debes tener los ojos bien abiertos”.

Affleck y Mara interpretan a una pareja que está cerca de mudarse de su casa ubicada en un lugar aislado. Sin embargo, el protagonista muere repentinamente en un accidente automovilístico y así Lowery toma un camino diferente, aprovecha un elemento fantástico (el hombre muerto se levanta del hospital y regresa a su casa como un fantasma de presencia invisible para los vivos) y hace de Historia de fantasmas un producto altamente personal y atípico dentro del cine norteamericano.

Lowery logra profundizar sobre temas íntimos, como el duelo tras la muerte de un ser querido, y poco a poco va expandiendo su propio universo hasta contemplar lo insignificante de la humanidad ante el brutal e inevitable paso del tiempo. Todo esto lo hace con pocos elementos, basta remarcar que prácticamente toda la película sucede en un mismo espacio (aunque en épocas diferentes), no hay diálogo en buena parte del metraje, y ciertamente el lado actoral recae casi siempre en los hombros de Mara (una interpretación sutil)  y Casey Affleck bajo una sábana blanca.

Primeramente, Historia de fantasmas entiende la dureza del proceso de duelo. Lowery requiere de poco para expresar esto de una manera poderosa y visualmente única. Hay una delicadeza inherente que está muy alejada del cine industrial; tomas largas donde la cámara no se mueve y aparentemente no sucede mucho, aunque en realidad es todo lo contrario. El mejor ejemplo es una escena en la que Mara se sienta en el piso a comerse una tarta impulsivamente mientras llora, al tiempo que el fantasma de su difunta pareja simplemente la observa en el fondo de la toma.

El filme transmite esa sensación de que el tiempo se detiene en tiempos difíciles, pero no se queda en eso solamente. Con una breve secuencia en la que vemos a Mara salir de la casa una y otra vez, u otra donde a través de la ventana nos damos cuenta que el invierno se ha convertido en primavera, Historia de fantasmas nos recuerda que a pesar de todo, la vida nunca se va a detener. 

Éste es un movimiento que eleva todo el significado de la cinta y la lleva a un territorio tan natural como lleno de asombro. De pronto, los días, los meses, y años que parecían largos se han ido; el fantasma es testigo de diversos sucesos, como la partida de su mujer o el arribo de inquilinos nuevos, y entiende que todo rastro de su vida quedará forzosamente en el olvido. Lowery, quien también escribió el guion, tiene algunas escenas que a diferencia de la mayoría, son conducidas principalmente por el diálogo. Un par, en particular, versan sobre el paso del tiempo y la memoria.

La primera es mucho más íntima y breve, con el personaje de Mara contándole a su pareja sobre su costumbre de dejar una nota en el hogar que está abandonando, para recordar su tiempo ahí si alguna vez regresa; la segunda es una diatriba de un inquilino de la casa, en plena fiesta, que expresa un vacío existencial al pensar en el fin de la humanidad , de cualquier tipo de legado, y del universo en general.

A pesar de contar con un presupuesto bajísimo para los estándares de Hollywood (costó $100 mil dólares), Historia de fantasmas está a la altura tanto del sentir nostálgico y personal del primer diálogo, como de la gran magnitud que trae a la mesa el segundo. Los guiños a los sustos propios del subgénero de las casas embrujadas, la imaginería que bebe por igual de la ciencia ficción futurista y de un filme de época, o un concepto como el time loop, siempre van de la mano con la riqueza de los temas humanos que explora Lowery.

VEREDICTO

Una película única, conmovedora y fascinante que fácilmente se erige como una de las mejores de 2017. Imperdible ahora que se estrena en cines de México, distribuida por Cine Caníbal. 

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