‘Almacenados’, un reflejo de la situación laboral actual












La dramaturgia del catalán David Desola brincó las fronteras de su país –desde 2012 se presentó en escenarios de la Ciudad de México con diversas temporadas protagonizadas por Héctor y Sergio Bonilla– y las del teatro: ahora existe una versión cinematográfica realizada por Jack Zagha Kababie (Adiós mundo cruel, 2010). 

Los seguidores de Desola no deben preocuparse. Los diálogos de la película respetan casi íntegramente las líneas originales. El cineasta no tienen intención de tergiversar el discurso de Almacenados, más bien parece que su propósito es el de darle a la historia la dimensión espacial que amerita y, por qué no, llegar a una audiencia más amplia de la que permite el teatro, al menos en nuestro país. 

En el relato conocemos a Lino (José Carlos Ruiz), un hombre que por casi cuatro décadas ha sido encargado de un almacén, y Nim (Hoze Meléndez), su joven suplente. Los dos personajes se encuentra cuando Lino está por jubilarse y debe preparar a sus sustituto, a quien debe transmitir “39 años de experiencia en este oficio” en sólo cinco días, para que realice en tiempo y forma todo eso que mantiene de pie el lugar, que irónicamente es permanecer todo el día sentado esperando por una mercancía que puede o no llegar.

Empieza así un choque de ideas: lo cuadrado contra lo flexible,de los rutinas arcaicas y rígidas de uno contraponiéndose a la practicidad y los rápida capacidad de respuesta del otro. Pero Alamacenados no se trata sólo de un choque generacional, éste sirve para trazar entrelíneas otros discursos críticos: el de reflexionar si nos preguntamos el “por qué” actuamos y a la vez el de exhibir la situación laboral de los jóvenes de muchos puntos del mundo –que si no hay contrato, que si generas antigüedad. 

Más que ser un dedo sobre la llaga, la dramaturgia de Desola trata esos escabrosos temas de una manera apenas distinguible pero muy digerible: con humor. Por eso da la impresión de que la labor de Jack Zagha Kababie fue la de guiar a sus actores por el tono adecuado, para que la risa del público esté susceptible a la detonación con cada frase intencionalmente repetida o con la rectitud absurda del personaje de José Carlos Ruiz –actor recurrente en la filmografía de Kababie. 

Almacenados cumple con una de las sentencias de sus propios diálogos: va a lo que va. Se trata de un filme que sigue lo establecido y no tiene la intención de arriesgar, ni en lo cinematográfico ni en lo narrativo ni en el trazo escénico –evidencia de su esencia teatral– , lo que de momentos la torna el desarrollo pesado y en varios puntos corre el riesgo de perdernos. Sin embargo, ni eso ni la ausencia de una banda sonora –sólo se escucha el sonido ambiente– impide que la audiencia conecte con la película. E l cineasta logró una versión tan empática que ganó el Premio del público en el Festival Internacional de Cine de Morelia de 2015.

Veredicto
Se disfruta pero no trasciende. Logra mantenernos atentos a la transformación de sus personajes y no saldrás de la sala pensando en que desperdiciaste tu boleto, pero quizá pronto salga de tu radar.