Cómprame un revólver, cuando la violencia nos alcance

Cómprame un revólver, una película que avanza bajo la lógica de una pesadilla de una nniña, cuya imaginación y valor distorsionan la terrible realidad de violencia que la rodea.

 

Director: Julio Hernández Cordón

Actúan: Matilde Hernández, Rogelio Sosa, Ángel Leonel Corral

Duración: 84 minutos

★ ★ ★ ☆ ☆

 

Sinopsis

En un futuro próximo, todas las mujeres de México están desapareciendo. Ante eso, Rogelio (Sosa) procura esconder a su hija Huck (Hernández) para protegerla.

Por mérito propio y con obras auténticamente destacadas como Las marimbas del infierno (2010) y Te prometo anarquía (2015), Julio Hernández Cordón se ha posicionado como uno de los realizadores contemporáneos más interesantes de la actual industria nacional.

En su séptima película, que tuvo un recorrido con muy buena recepción general en festivales como el de Cannes y Los Cabos, durante 2018, el cineasta hace un curioso retrato distópico sobre la violencia en nuestro país, visto a través de las experiencias de una niña y su adicto padre.

En Cómprame un revólver, Cordón nos lleva a conocer la historia de Huck (Matilde Hernández), una niña quien vive con su padre Rogelio (Rogelio Sosa), un adicto encargado de cuidar un campo de béisbol utilizado regularmente por algún grupo de narcotraficantes.

Pero en este filme existe más que esa trama o historia central, hay un muy peculiar contexto: estamos en un futuro no muy lejano, en el que la violencia ha provocado la desaparición casi por completo de las mujeres.

La población ha disminuido por eso mismo, mientras que los niños se esconden y huyen del contacto con los adultos bajo el miedo de convertirse en sus prisioneros, mascotas o en uno de ellos.

Como las mujeres son “bienes o seres preciados” entre los hombres y las pandillas, Rogelio esconde a su hija; la hace pasar como niño para evitar que llame la atención de los delincuentes que han convertido la violación y el asesinato de féminas en un deplorable deporte nacional.

No es sorprendente que muchos se hayan referido a este filme como una mezcla de referencias como Mad Max, Mark Twain, Peter Pan o El señor de las moscas: el polvoriento futuro en Sonora, las dinámicas entre un grupo de niños sobrevivientes de los que Huck se hace amiga, las aventuras de estos entre la urgencia de supervivencia y la necesidad de ser niños y de jugar.

A pesar de estas muy interesantes premisas e ideas, la película no logra despertar tanta curiosidad e interés a través de su realización y puesta en escena. A pesar de durar menos de 90 minutos, el filme tarda en encontrar su ritmo y rumbo, señalando temas, reflexiones y diatribas a diestra y siniestra.

En su estructura se parece a un sueño, o mejor dicho, a una pesadilla, que brinca de escenarios y situaciones sin aparente conexión o sin que sepamos qué nos llevó de un punto a otro.

Cómprame un revólver es una película que avanza bajo la lógica de una pesadilla que observamos a través de la mirada de una niña, cuya imaginación y valor distorsionan la terrible realidad de violencia que la rodea. Tras crear un desolador universo distópico tan creíble, es de lamentar que el director nacido en Estados Unidos, de padre mexicano y madre guatemalteca, nos deje a la deriva cuando la historia entra en su tercer acto.

Los pequeños retratos de violencia que parecían destinados a formar un mural atrevido, doloroso y reflexivo, se quedan en piezas sueltas que si bien tienen una notable manufactura y visión artística, también dejan el sentimiento de que algo faltó o está incompleto. Algo para reclamar, al menos un poco, a un realizador que ya vimos hacer eso eficiente y atinadamente en películas como las ya mencionadas.

Veredicto

Para quienes buscan cine que sale de fórmulas. Si bien el resultado no es el más óptimo, sí es una película que busca tus ideas y emociones; además de ser atrevida por su temática y el universo en el que se desarrolla.

Por Arturo Aguilar

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