El origen de Slenderman: El miedo no tiene rostro

Slenderman, un ente sin rasgos faciales, que depreda y se apodera de las mentes de los humanos, y cuya historia se gestó en el seno de las comunidades cibernéticas y saltó a la salas de cine.

Por Fernando García

Nacido en los foros y blogs de Internet, el mito de Slenderman se dio a conocer en la primera década de este siglo, a la par de otras historias conocidas como “creepypastas”, y por fin cobrará vida en uno de los estrenos más anticipados de este año para el cine de terror.

Pero, ¿cómo trasciende un personaje en un mundo saturado de memes? ¿Qué son estas historias terroríficas nacidas en Internet? Para responder estas preguntas e intentar esclarecer un poco el panorama, conviene empezar desde el principio: las leyendas urbanas.

El origen de Slenderman

La cultura de masas está plagada de relatos de terror que desde el cine, la televisión y la literatura, han marcado la conciencia colectiva bajo un sólo eje rector: el miedo. Desde autores clásicos hasta cineastas de culto, este género ha fascinado a los seres humanos durante siglos.

Sin embargo, existe un formato en especial que posee una capacidad única para hacernos temblar y mantenernos en permanente estado de alerta: las leyendas urbanas, inquietantes relatos creados por todos y por nadie, y transmitidos oralmente de persona a persona. Dichas narraciones abrevan de aguas diversas: desde la superstición popular hasta los miedos específicos arraigados en la sociedad. Imposibles de verificar, pero sumamente atractivas de escuchar, las leyendas urbanas transforman cualquier situación cotidiana en un escenario del horror.

En México, dichos relatos fueron populares durante los años ochenta y noventa, cuando pululaban historias de brujas que se quitaban las extremidades para surcar el cielo en forma de bola de fuego, niños fantasmagóricos que se aparecían en pasillos de las escuelas o las famosas agujas infectadas con SIDA dejadas por algún resentido entre las butacas de las salas de cine.

Fantasía, realidad o una mezcla entre ambas, estas narraciones populares provocaban temor y fascinación entre las personas. Tal era su popularidad que, con la expansión masiva de Internet durante la primera década del siglo XXI y la posibilidad de que cualquier persona publicara textos en línea, las leyendas urbanas se extendieron hacia el nuevo vecindario mundial bajo un nuevo formato: las creepypastas.

Según refiere un artículo publicado en 2014 en la revista Time, el término creepypasta nació alrededor del año 2006 y se deriva de la palabra “copypasta”, originada en el portal de internet 4chan. El vocablo “copypasta” es una mezcla de las dos palabras en idioma inglés “cortar” y “pegar” (copy+paste), y se refiere a la acción de reproducir textos con el objetivo de saturar las secciones de comentarios de los foros de internet. Dichos textos varían en su temática: desde lo humorístico o informativo hasta el terror. Este último es el caso de las creepyastas.

Emparentadas con las leyendas urbanas, pero con sustanciales diferencias respecto a éstas, las creepypastas apelan a la realidad cotidiana para infundir terror. Su principal rasgo diferenciador es que están plagadas de autoreferencias a la cultura popular: cine, televisión, videojuegos, animaciones, series de TV e Internet figuran como elementos primordiales de estas mitologías modernas.

Derivado de esto, las creepypastas poseen una segunda característica: el uso de recursos multimedia como imágenes, animaciones, clips de audio y videos para enriquecer su escalofriante narrativa.

Durante sus ya 12 años de existencia, las creepypastas han legado al mundo una galería de relatos, personajes y situaciones tan terroríficos como fascinantes. Una de las más famosas es El Suicidio de Calamardo (Squidward Suicide), un relato supuestamente escrito por un exbecario de Nickelodeon que trabajaba en la serie Bob Esponja. El cuento plantea la existencia de un misterioso video donde el personaje mencionado se quita la vida y en el cual aparecen intercaladas escenas de asesinatos y desmembramientos de niños.

Otra de las más populares es la historia de Jeff, el asesino (Jeff the Killer), basada en una fotografía editada del rostro de una persona sin rasgos faciales excepto dos ojos redondos y bordeados de negro y una estremecedora sonrisa. Según la narración, quien vea esta foto corre el riesgo de que Jeff lo visite a mitad de la noche para acuchillarlo.

Entre la variedad de creepypastas, existe una que se ha erigido como una de las más terroríficas: el mito de Slenderman.

Slenderman: el moderno ropavejero

¿De dónde surge la idea de Slenderman? ¿Qué horrores y secretos encierra? ¿Quién creó a esta macabra figura que depreda las frágiles mentes de los que se atraviesan en su camino? Quizá la mejor manera de explicar quién o qué es Slenderman es remontándose a su génesis: el sitio de Internet especializado en horror Something Awful.

Corría el año de 2009 cuando este foro lanzó una convocatoria invitando a los usuarios a compartir imágenes trucadas que “evidenciaran” fenómenos paranormales, sin importar si eran legítimas o no. Los lectores respondieron en masa al llamado, pero hubo una propuesta entre todas que se ganó la atención de los seguidores: un par de fotos enviadas por un tal Victor Surge.

Se trataba de dos sencillas imágenes en blanco y negro que, de primera vista, no ofrecen ningún detalle terrorífico. Ambas mostraban a grupos de niños que caminan y juegan en lo que parece ser un parque; una postal típica de cualquier suburbio norteamericano.

Sin embargo, tras una revisión más minuciosa, las fotos poco a poco revelaban su horror; una alargada silueta humanoide, delgada y vestida enteramente de negro, con tentáculos que brotan de su espalda y acecha a los niños. El ente carente de ojos, nariz y boca, sólo destacaba por su horrenda palidez y se le refirió como Slenderman (“hombre delgado”).

El autor, cuyo nombre real es Eric Knudsen, completaba el plano con algunas líneas a manera de explicación. Un ejemplo es lo que citaba la primera imagen: “’… no queríamos ir ahí, no queríamos matarlos, pero su persistente silencio y brazos extendidos nos horrorizaban y reconfortaban al mismo tiempo’. — 1983, fotógrafo desconocido, presumiblemente muerto”.

Así, sin necesidad de mayores explicaciones, la imagen del “hombre delgado” se viralizó entre quienes empezaron a crear todo tipo de ficciones alrededor del siniestro personaje. Había nacido la creepypasta que se convertiría en la más famosa del mundo.

De acuerdo con foros de internet dedicados al personaje, esta entidad se dedica a devorar la mente de las personas. Basta con que la víctima reconozca su existencia para que Slenderman penetre en su cabeza y lo lleve hacia la locura.

Entre sus “poderes” se encuentra el de provocar amnesia y desmayos al individuo, invadir los sueños de la víctima y crear alucinaciones para someter su voluntad. Básicamente se hace con el control de la psique de su presa. Rasgos similares se pueden encontrar en otros entes ficticios como el payaso Pennywise de Stephen King, Freddy Krueger del cineasta Wes Craven o los dementores imaginados por J.K. Rowling.

Entrevistado para el documental de HBO Beware the Slenderman, el especialista en Cultura Digital y profesor de Comunicación de la Universidad de Nueva York Trevor J. Blanks, declara que Slenderman representa “al hombre del saco”. Esta figura de un “extraño sin cara” condensa simbólicamente miedos históricamente arraigados en la sociedad, convirtiéndose en una amenaza latente que aterra a cualquiera.

Sin embargo, no todo permanece dentro de la virtualidad. Algunas veces, la poderosa influencia del personaje traspasó la frontera del terror ficticio para convertirse en una amenaza tangible que transgrede al mundo real.

El caso de Anissa Weier y Morgan Geyser

El caso de Anissa Weier y Morgan Geyser, dos niñas de 12 años de Wisconsin que en 2014 intentaron asesinar a una de sus amigas a puñaladas, pasó a la historia como el primero inspirado por Slenderman.

De acuerdo con los reportes de la policía, el 31 de mayo de ese año Weier y Geyser jugaban en casa de una de ellas junto con su amiga Peyton Lautner, también de 12. En algún momento, las menores convencieron a Lautner de seguir el juego al aire libre. Cuando las menores llegaron a un claro del bosque, Geyser sacó un cuchillo de cocina que llevaba escondido y, junto con Weier, apuñaló 19 veces a la víctima. Ambas niñas se retiraron dejando a la pequeña moribunda y bañada en sangre en medio del lugar.

Sin embargo, la víctima sobrevivió al ataque y logró arrastrarse fuera del bosque para ser auxiliada por un ciclista. No pasó mucho tiempo para que sus agresoras fueran detenidas. Interrogadas por la policía, Geyser y Weier explicaron que sus acciones eran el pase para que Slenderman las recibiera en su mansión como sus discípulas.

Ambas adolescentes fueron condenadas a 25 y 40 años de prisión, que actualmente purgan recluidas en instituciones psiquiátricas.

El gran salto hacia el celuloide

Durante la mayoría de su existencia como fenómeno cultural, Slenderman se ha retratado desde la óptica de los fanáticos. Sin embrago, el relato del “hombre delgado” resultaba sumamente jugoso para la industria del entretenimiento.

En 2016 se anunció que Screen Gems, subdivisión de Sony Pictures, preparaba una cinta basada en el polémico ente, con guion de David Birke y del propio creador de mito, Eric Knudsen. Para interpretar al “hombre delgado” se eligió al español Javier Botet ([Rec]), quien padece un extraña enfermedad conocida como síndrome de Marfán que provoca un alargamiento desmedido de sus extremidades.

Bajo el título de Slender Man y la dirección de Sylvain, se estrenó la adaptación a cine de esta ya clásica creepypasta, de la cual ya conoces el origen.

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