‘La Novia’: lugares comunes y horror gringo que no logran su cometido












SINOPSIS

Después de la boda civil, Nastya (Victoria Agalakova) debe conocer a su familia política, la cual insistirá en realizar una ceremonia religiosa y en que la novia porte algunos objetos de los ancestros. Sólo es cuestión de sobrevivir a la presión el fin de semana, aunque no será fácil lograrlo.

No es porque lleve el vestido de novia en la cajuela, sino por lo que es capaz de hacer cuando lo porta que tanto hombres como mujeres le temen a esta chica comprometida. Al menos esa es la sensación que te quiere dejar el cineasta ruso Svyatoslav Podgayevskiy con su versión —llevada al extremo— de bridezilla. Y es que no es la tensión lo que mantiene sensible a la bride to be de esta cinta, sino un extraño ritual. Permítenos explicarte.

La historia ocurre en dos tiempos: a mediados del siglo XIX y la época actual, pero es esta última la que predomina en el relato. En ese momento conocemos a Nastya (Victoria Agalakova), una joven universitaria que acaba de casarse con Vanya (Vyacheslav Chepurchenko), un tipo agradable pero con unos parientes un tanto «tradicionales». Cuando ambos visitan a la familia, nuestra protagonista se ve rodeada de gente extraña, alucinaciones, la insistencia por tener una ceremonia religiosa y portar un anillo viejísimo que, en conjunto, le dan un panorama poco favorecedor de su futuro. Y no nos referimos al matrimonio.

Por si fuera poco, el oficio del bisabuelo de Vanya no ayuda mucho a la decoración de la casa y a ofrecerle una cálida estancia a la nueva integrante de la familia. El señor tomaba fotos post mortem; es decir, fotografiaba a los muertos. He ahí la razón por la que hay saltos temporales al pasado.

Con estos cimientos, Podgayevskiy tenía un argumento interesante con el cual jugar para llevar tu tensión al máximo y dejarte de recuerdo unas lindas pesadillas. Sin embargo, optó por explotar otros elementos que bien pudieron dejar de tarea a cualquier película hollywoodense: virginidad, aislamiento, construcciones viejas y niños tenebrosos.

Además, entre los saltos temporales, es fácil descifrar la razón por la que Nastya está en medio del ritual demoniaco —no te la diremos, seguro lo descubrirás en cuanto pase el primer tercio de la película— y, sobre todo, su «incapacidad» para que funcione el culto al que es forzada a participar. Descubrir todo eso, seguro te llevará por algunas risas involuntarias.

Olvídate también de los sobresaltos, estos son arruinados por los predecibles movimientos de cámara y la musicalización. Para colmo, el conflicto inicial y la protagonista se opacan fácilmente por un tema maternal secundario y la interpretación de Aleksandra Rebenok. La novia tuvo todo para cachar el ramo pero lo dejó ir. 

VEREDICTO  

Los lugares comunes y el horror gringo provocan que los intentos del director por quitarte el aliento sean en vano.