Los pecados de las películas de superhéroes

Es indiscutible que las películas de superhéroes están en la cúspide de su popularidad, y guste o no, parece que no van a parar pronto. Sean del estudio que sean, son producciones de alcance y complejidad cada vez mayor… pero también son dadas a caer en lugares comunes y repetir los mismos errores.

Con decenas de filmes nada más en la última década, es fácil detectar los clichés de los que, para mantenerse relevante, el género tendrá que dejar de abusar. Estos son los pecados más comunes de las películas de superhéroes.

 

Los villanos de turno

Hela, Ares, Malekith, Steppenwolf… incluso el propio Thanos hasta cierto punto. Todos tienen dos cosas en común: enormes dosis de maquillaje y/o CGI encima del intérprete (más sobre eso después), y que son personajes cuya profundidad no suele ir mucho más allá de su malévolo plan para conquistar/ destruir el mundo/ el universo.

Claro que hay excepciones: Joker (Heath Ledger), Loki (Tom Hiddleston) y Erik Killmonger (Michael B. Jordan) son las más aceptadas. Sin embargo, bien dicen que un héroe sólo es tan fascinante como su villano. Si éste sólo aparece para dar monólogos sobre su maldad en lo que el héroe llega a golpearlo en la cara, difícilmente valdrá la inversión de dos horas de nuestro tiempo (pregúntenle a dos de las tres entregas de Thor).

Hay quienes señalan a Wilson Fisk (Vincent D’Onofrio) de la serie Daredevil como un ejemplo de lo que debe hacerse. Siendo justos, la comparación es un poco errada, pues los escritores de una serie tienen la ventaja del formato episódico. Sin embargo, en papel, Daredevil respeta una regla de oro: hacer que nos importe el personaje, incluso si es un bastardo desquiciado.

 

CGI en todo, para todo

El cine de superhéroes, por la mera naturaleza de sus personajes y universos, requiere por fuerza de imágenes generadas por computadora (CGI, en inglés), sobre todo al momento de dar vida a algunos de sus personajes, o hacer la acción creíble. Sería una torpeza decir que estas películas pueden disponer del CGI.

Pero tampoco hay que abusar. A veces, en su afán por elevar la espectacularidad al máximo, los estudios retacan sus películas de superhéroes con tantos elementos de CGI, que el resultado es ininteligible, falso, o carente de emoción. Venom peca de esto en su secuencia climática. Incluso Wonder Woman, uno de los mejores exponentes del género, cae en esto en cuanto Ares asoma la cabeza.

Incluso dentro de una misma película puede haber ejemplos de buen y mal uso de CGI. En Spider-Man: Far from Home (alerta de spoilers), Mysterio (Jake Gyllenhaal) atrapa a Peter (Tom Holland) en una compleja ilusión que más parece una loquísima pesadilla, un muy bien logrado viaje surreal ante el que Spidey no puede hacer nada. Más adelante, su combate final se asemeja más a una escena de videojuego, con un Spider-Man claramente animado por computadora dando saltos entre demasiados drones para poder llevar la cuenta.

Curiosamente, los mejores combates en películas de superhéroes recientes, son los que menos dependen del CGI (algo que sí pueden aprender las grandes producciones de sus contrapartes televisivas). Si no, pregúntenle a Captain America: The Winter Soldier.

https://www.youtube.com/watch?v=ODxejZRXxQM

 

Riesgos poco reales… y personales

Sí, el encanto de los superhéroes es que nos permiten soñar con aventuras que pueden abarcar desde pequeños vecindarios a galaxias enteras. El siempre creciente Universo Cinematográfico de Marvel (MCU) es el gran exponente de esto último. También es el más grande pecador a la hora de presentarnos riesgos reales.

Y sí, ver a todos nuestros héroes morir hechos cenizas en Avengers: Infinity War pudo ser un trancazo… pero todos sabíamos que iban a volver. En su mayor parte, las películas de superhéroes, como los cómics mismos, son las reinas de las amenazas “de chocolate”. Asgard es consumido en llamas, pero igual queda lugar para bromas de Thor (Chris Hemsworth) y Loki. Superman (Henry Cavill) muere, pero obvio regresa en Justice League. Directa o indirectamente, Tony Stark (Robert Downey Jr.) ha desencadenado tres potenciales cataclismos tecnológicos en el MCU, todos remediados convenientemente.

Otro elemento importantes es que los riesgos sean personales. No importa que Héroe #2 tenga que evitar que Villano #54 se apodere del mundo, si no tiene algo muy grande que perder en el proceso. Esa es la razón por la que el Spidey del MCU no ha superado (al menos no aún) al de Sam Raimi.

Lee más: Ranking de Spider-Man, sus películas de la peor a la mejor

 

El balance del humor

Este aspecto es un poco complicado. Los superhéroes son, después de todo, hombres y mujeres en mallitas, salvando al mundo de robots y alienígenas de colores. Hay quienes dirían que tampoco hay que tomarlos muy en serio. También hay gente que los considera los nuevos mitos de nuestro tiempo, con un valor artístico y cultural grande, reflejos de nuestra sociedad.

Así acabamos, por un lado, con películas como Avengers: Endgame, en las que Iron Man, Spider-Man, Thor, Star-Lord (Chris Pratt) y varios más pueden escupir diez bromas por minuto mientras combaten al portador del Apocalipsis (esto va de la mano con hacer sentir que el riesgo es real). Por otro, están Zack Snyder y David S. Goyer, que hicieron de Superman una alegoría de la culpa y Jesucristo, desprovista del más mínimo rayo de alegría.

Quizá haya que hacer valer la máxima de “todo con medida”. Cada uno de estos personajes tiene su propia personalidad y clase de historias, así que depende del caso.

 

Personajes accesorios

Este problema es generalmente asociado a, mas no es exclusivo de, los intereses románticos de los protagonistas. Es un recurso común de las películas de superhéroes introducir personajes – demasiados, a veces – que aparentan ser cruciales para la trama, cuando en realidad sólo sirven como accesorios genéricos del héroe o el villano.

En un lado del espectro están ejemplos como Steve Trevor (Chris Pine), quien es bien desarrollado para forjar una conexión genuina con Diana (Gal Gadot). Por el otro, está la relación de Thor y Jane Foster (Natalie Portman), tan superficial como un amor de verano, escrita sólo para darle al asgardiano un motivo para redimirse. También hay ejemplos no románticos, como la tía May de Marisa Tomei, quien sólo parece existir para propiciar miradas mortales de Peter hacia Tony o Happy (Jon Favreau).

En sus versiones más radicales, estos recursos resultan en casos de “mujer en el refrigerador”. Por fortuna, los guionistas de películas de superhéroes son más conscientes e incluyentes en años recientes.