‘Godzilla: King of the Monsters’: una monstruosidad

Godzilla: King of the Monsters da continuidad al reboot de 2014, dirigido por Gareth Edwards. Te contamos más en nuestra reseña.

Estreno en México: 31 de mayo

Director: Michael Dougherty

Actúan: Millie Bobby Brown, Vera Farmiga, Kyle Chandler

Duración: 132 minutos

★ ☆ ☆ ☆ ☆

Sinopsis: En los cinco años después de que Godzilla combatió a los MUTOs en San Francisco, el mega-lagarto ha mantenido un perfil bajo. Pero en Godzilla: King of the Monsters, la organización Monarch comienza a hacer pruebas con Orca, un dispositivo que transmite en las frecuencias de los monstruosos Titanes. Entonces se desencadena un resurgimiento de toda clase de bestias ancestrales.

 

Si hubo una queja dominante con el reboot Godzilla de Gareth Edwards en 2014, fue la sorprendente falta de tiempo en pantalla de su lagarto titular — el admirable intento del director por contenerse resultó en una película de Godzilla con muy poco, pues, Godzilla. Godzilla: King of the Monsters, la secuela del director Michael Dougherty (Krampus) se siente como una respuesta directa a ese problema, pues presenta más de las criaturas clásicas de Toho — desde Mothra a Rodan al dragón de tres cabezas, King Ghidorah — para pelear con el grandulón. Aunque no carece de criaturas gigantescas, la nueva entrega del MonstersVerse sufre en todos los demás aspectos.

Aunque el filme promete bastantes más monstruos, está atascado también con un enorme reparto de humanos. Los doctores Mark y Emma Russell (Kyle Chandler y Vera Farmiga) son los creadores de Orca, un MacGuffin capaz de de enviar señales a los ancestrales monstruos o “Titanes”. También están vinculados a la organización dedicada a los monstruos, Monarch — el equivalente de S.H.I.E.L.D. en el MonstersVerse —, cuyos intereses tecnológicos reactivan a las criaturas.

Entonces llegan personajes asociados a Monarch: Ken Watanabe y Sally Hawkins, como tejido conectivo con la película pasada; Thomas Middleditch de Silicon Valley para balbucear incómodamente; Bradley Whitford para repartir bromas; Zhang Ziyi como estereotípica conocedora de viejos mitos; Aisha Hinds para gritar órdenes a los soldados O’Shea Jackson Jr. y Anthony Ramos. También está Millie Bobby Brown como Madison, la problemática hija de los Russell, mientras que Charles Dance aparece esporádicamente como un ecoterrorista-diagonal-traficante de ADN de monstruos. No sabrás por qué muchos de ellos están ahí, ni te importará mucho lo que les suceda.

Eso es debido a un guión asombrosamente pobre, que tiene a todos parados por ahí para explicarse la trama y sus motivaciones personajes entre sí, con diálogos tan clicheados que van más allá de guiños al pastiche del cine serie B. Cuando los personajes no están escupiendo información dramáticamente inerte sobre Monarch (que irán a parar a alguna wiki con la mitología de la saga), adivinan las intenciones de Godzilla de algún modo misterioso. El escaso desarrollo de personajes es inconsistente o ignorado — el afligido padre, Mark, es establecido como “monstruo-fóbico” en un momento, y luego manda a todos tras Godzilla al siguiente. No hay chispa de humanidad en ninguno de ellos, nadie quien importe.

Todo lo anterior sería más perdonable si los encuentros entre monstruos fueran satisfactorios, pero no lo son. En su mayor parte, las secuencias de acción se pierden en la temblorina de la cámara y agitado montaje. La primera secuencia tiene lugar en una tormenta, que la vuelve genuinamente incoherente. Cuando por fin llega la batalla final entre Godzilla y Ghidorah, el resultado es una sobrecarga de destrucción repetitiva y monótona, que confunde magnitud y demolición por emoción. La escala de las peleas de monstruos es tan desprendidamente masiva, que cualquier intento de historia a nivel humano entre la destrucción es vergonzosamente irrelevante — una brecha que el filme no logra conciliar. A pesar de algunos momentos de belleza, Godzilla: King of the Monsters fracasa en lograr alguna sensación de asombro hacia las criaturas, con la sola excepción de la etérea Mothra.

Lo que nos queda es un blockbuster tan catastróficamente bobo y atronadoramente aburrido, tan soporífero e insatisfactorio como las peores películas de Transformers — ni siquiera un alocado giro subacuático logra animar las cosas. A pesar de un ocasional guiño a la original Godzilla de 1954 para complacer a los fans, King of the Monsters tiene una actitud poco sincera hacia las armas nucleares que se siente particularmente molesta, considerando el subtexto del monstruo relacionado a la bomba atómica, con una perspectiva aparentemente nihilista que goza de arrasar con civilizaciones, mientras la única persona preocupada sobre el calentamiento global es tomada como un científico loco y radical. King of the Monsters debería ser monstruosa diversión, pero parece más una monstruosidad.

Veredicto

De escala global pero sin el sentimiento de aventura, repleta de acción pero no muy emocionante, repleta de cosas pero tan densa como el papel.

Por Ben Travis

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