Obra maestra Cine presenta: ‘Children of Men’

Todo gira alrededor de la sangre en la lente. Durante la secuencia de la batalla en el clímax de Children of Men, capturada en una sola toma sorprendente de persecución de 378 segundos, la cámara que va tras el héroe, el Theo de Clive Owen, es salpicada de sangre. Las manchas rojas tapan parcialmente la vista de la audiencia de un campo de refugiados estallando en violencia. Y allí se quedan durante el resto de la secuencia. Esa lente ensangrentada se siente como la última declaración de inmediatez que te atrapa con la fuerza de un documental. Fue un maldito accidente. Toda la secuencia, filmada en Inglaterra durante el verano de 2005 involucrando a cientos de extras, explosiones y hasta algunos tanques, requirió un gran acto de coreografía tan colosal, intrincado e intenso que requirió 13 de los 14 días que tenía asignados para montarla y ensayarla.

Las dos tomas previas habían salido mal. Después de cada regada, tomaba cinco horas volver a tener todo listo. La toma tres era la última oportunidad de conseguirla. El horario no podía permitir que volvieran a fallar. Y luego, después de que Owen se abre paso por el cascarón de un autobús, una pequeña carga estalló fuera de tiempo. Mirando con desesperación los puntos de líquido espeso y carmesí que ensuciaron la vista de su monitor, el guionista y director Alfonso Cuarón gritó: “¡Corte!”, pero entre el caos orquestado una explosión ahogó su orden y el drama continuó durante los más de seis minutos de duración. Siendo un perfeccionista, Cuarón no vio lo que su director de fotografía y mano derecha, Emmanuel “Chivo” Lubezki, reconoció de inmediato: la carga de sangre mal sincronizada no fue un error, sino “un milagro”.

Palabras que pueden ser usadas para describir a la película misma. Fue un milagro que se rodara, para empezar. Tenemos que agradecerle a Harry Potter que a Cuarón por fin le dieran la luz verde, cuatro años después del 9/11, para realizar esta adaptación de la novela de P.D. James. Si no hubiera probado sus habilidades para engendrar un trancazo con The Prisoner of Azkaban, el realizador mexicano quizá jamás hubiera hablado con la jefa de Universal, Stacey Snider, para que respaldara una película de ciencia ficción más inspirada en The Battle of Algiers que en Blade Runner, con pocas cosas de alta tecnología para hacerla más cool. Tenía una estrella (Julianne Moore) cuyo personaje muere antes de la primera media hora. Tenía un final abierto que no podía ofrecerle a la audiencia más que una vaga sensación de optimismo cauteloso.

Y contenía los tonos extremos deliberados, pesados y políticos que por lo general hacen que los ejecutivos de los estudios salgan corriendo a buscar un cómic. Esto no incluía robots, alienígenas o zombies: se trataba de una situación donde la Madre Naturaleza parece haber decidido que es hora de que la humanidad deje de reproducirse y la última generación, infértil, se desgarra con un gemido de angustia.

Para ser justos, Children of Men no es un ejercicio de tristeza implacable. Está repleta de dosis de humor: un Apocalipsis muy británico, con el viejo caricaturista político Jasper (Michael Caine) soltando carcajadas y contando chistes de pedos. El mismo Cuarón toma el ritmo de Animals, de Pink Floyd, haciendo volar un globo en forma de cerdo gigante sobre la planta de poder de Battersea. Y Theo —un burócrata despreocupado, encogido de hombros quien a regañadientes accede a involucrarse para ayudar a la primera mujer embarazada en 18 años (Clare-Hope Ashitey) y llevarla a un lugar seguro fuera de la costa— es un héroe de acción hilarantemente inepto. En una escena no sólo trata de huir en un auto que no arranca, sino que además olvida ponerse los zapatos.

No es que el rodaje fuera una carcajada continua. La ambición de Cuarón, su negativa a llegar a un compromiso y su atención microscópica a detalles que llenan el cuadro (lo que en muchas ocasiones requirió efectos generados por computadora) con frecuencia lo enfrentaban con las limitaciones de presupuesto y las preocupaciones por parte del estudio. Pero de alguna forma siempre venció e incluso consiguió el permiso para filmar en Londres la escena que abre —una explosión en una cafetería— semanas después de los ataques terroristas del 7/7.

¿Y qué siguió después de tanto sudor y lágrimas? El filme fue un fracaso. Después de invertirle 76 millones de dólares, Universal sólo ganó 70 millones a nivel mundial. Luego de premios BAFTA para Lubezki y el equipo de diseño de producción siguieron algunos otros reconocimientos para aliviar el dolor. La experiencia fue tan dolorosa para Cuarón que le tomó cinco años convencerse para filmar otra película, Gravity.

Children of Men es el mejor trabajo de Cuarón y hoy se siente más relevante que nunca. Trump, Javidú y las bioseries. Todo está allí, en el Londres y Kent del Cuarón de 2027, mostrado con tal impacto que la sangre en la lente bien podría ser la tuya. Más que una película, es un canario en una mina de carbón.