Reseña de Climax, lo nuevo de Gaspar Noé

Climax,  ¡Ya en Cines!

Director: Gaspar Noé

Actúan: Sofia Boutella, Romain Guillermic, Souheila Yacoub, Kiddy Smile

Duración: 96 minutos

★ ★★ ★☆

Sinopsis

Después de un ensayo exitoso, una recién integrada compañía de baile celebra su próximo tour en Francia y Estados Unidos. Pero alguien le echa un alucinógeno poderoso al ponche y la noche se convierte en un viaje muy malo.

“¡Dios está con nosotros!”, grita Selva (Sofia Boutella), con el brazo al aire como si fuera la Libertad Liderando al Pueblo al principio de la nueva película de Gaspar Noé. Si tiene razón —y los eventos subsecuentes sugieren otra cosa— la deidad relevante es del tipo vengativo y travieso que atormenta a una companía de danza por pura diversión.

A partir del inicio borroso estilo VHS y la toma en picada de una mujer ensangrentada luchando a través de la nieve (la única toma del filme en exteriores), es claro que la nueva de Noé es otro viaje bañado en sangre a lo largo de nuestros impulsos más oscuros.

La película literalmente alinea sus influencias en las estanterías que rodean un televisor justo después de que empieza el filme.

Hay copias en VHS de Suspiria, Un Chien Andalou, Salò and Harakiri y libros de Nietzsce y sobre Taxi Driver, Murnay y Fritz Lang. En otras palabras: prepárate.

En la tele vemos tomas de bailarines jóvenes y esperanzados presentándose ante las cabezas no vistas de una compañía de danza que planea un nuevo tour.

Describen su amor por el arte (total), su actitud ante las drogas (flexible), y un hombre particularmente hermoso recibe una propuesta de un jefe no visto (“¿Qué estarías dispuesto a hacer…?”).

Corte al estudio de baile donde la compañía ensaya su presentación. El estilo de baile es atlético, tipo callejero, impresionante pero sugiriendo temas oscuros.

Muchos de los bailarines evidentemente tienen síndrome de hipermovilidad y se especializan en actos que distorsionan el cuerpo y huelen a agresión sexual.

Las formas enredadas recuerdan los paisajes infernales de El Bosco. Así que no es de sorprender cuando alguien le echa algo al ponche y las rencillas menores se vuelven pleitos enormes.

Lo que sigue es una locura oscura y retorcida. En tomas largas y vertiginosas, a veces volteando la cámara literalmente de cabeza o siguiendo a un personaje retorciéndose y gritando desquiciadamente.

Gaspar Noé se deleita con las consecuencias. ¿Qué pasa cuando caen las inhibiciones? Todos estos jóvenes cuerpos chocan juntos en la violencia y un sexo sorprendentemente poco sexy, y la armonía que mostraban al bailar se va al diablo.

La trama apenas existe, y a pesar de sus imágenes obvias (una brillante bandera francesa tras el DJ y las estanterías llenas de alusiones), Noé no hace nada tan obvio como mostrar un punto político claro.

Quizá haya un contraste deliberado entre la burla sexista y sexualmente agresiva de los hombres de la fiesta y el hecho de que son las mujeres quienes provocan más caos allí. Tal vez es un comentario específicamente francés considerando las repetidas imprecaciones para mostrar lo mejor de la danza francesa y la declaración de que son “franceses y orgullosos de serlo”.

Pero cuando los bailarines se desgarran, gritando al vacío y lanzándose de cuerpo entero a la locura, quizá simplemente diga que lo que une a la civilización es mucho más frágil de lo que creemos, y ese caos siempre está justo bajo la superficie.

Veredicto

Con frecuencia te altera y ennerva (aunque nunca a los niveles de Irréversible) pero es tan energética y guapa como su elenco. Por momentos la verás con horror, pero eso sí: no dejarás de verla.

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