‘Verano 1993’: reconectando con las emociones y recuerdos de la infancia

Estreno: 20 de febrero.

Director: Carla Simón.

Elenco:   Laia Artigas, Paula Robles, Bruna Cusí y David Verdaguer

⭐⭐⭐⭐

SINOPSIS:

Ante el fallecimiento de su padre y, recientemente, también de su madre, Frida (Artigas) tiene que mudarse al campo, donde viven sus tíos y ahora padres adoptivos. El verano, más que diversión para la niña, será de adaptación a su nuevo entorno.  

La oscuridad ya está sobre las barrios de Barcelona, pero los niños corren en la calle y juegan con luces de bengala. Como se te advierte que es el verano, entiendes que parezcan días de fiesta. Pero hay una pequeña que no está en el mismo mood; desde el interior de su departamento y hasta cuando sale de su hogar para subirse a un vehículo, se le ve pensativa y apenas responde a los cuestionamientos.

Con los diálogos iniciales, algunos muy sutiles —los de los adultos— y otros muy directos —sólo la honestidad de los escuincles podrían pronunciarlos —, la cineasta Carla Simón te revela el origen del comportamiento de esa niña: Frida (Laia Artigas) afronta sin lágrimas la pérdida de su madre, al comienzo del verano de 1993. Si la niña tiene que empacar todo y subir a un carro, desde donde ve a sus vecinos despidiéndose de ella y divirtiéndose, es porque debe emprender una nueva vida dentro de la familia de su tío, tal como la mamá lo dejó estipulado.

De esta forma y retomando la experiencia propia, Simón hace de su ópera prima un ensayo acerca la pérdida en la infancia, sin drama y sin situaciones chantajistas que te obliguen al llanto. La directora catalana opta por mostrarte un relato orgánico, inocente e inquieto, para recordarte más bien la sensación de ser niño y desde esa perspectiva, ahora sí, conducirte por el proceso del duelo.

Las lecciones acerca de la pérdida y la nostalgia corren a cuenta del contorno del personaje principal; Frida nunca llora, pero manifiesta su dolor a través de desplantes, travesuras y necesidad de llamar la atención. Por otro lado, con ayuda del papel de su hermana adoptiva y menor, Anna (Paula Robles), se retrata el periodo de adaptación y aceptación de lo nuevo, y se enfatiza el rechazo.

La situaciones que atraviesan las dos niñas denotan todo lo que la hermandad es en la infancia; desde la complicidad a la hora de jugar, hasta la rivalidad que puede existir en cuanto refiere a procurar el cariño de los padres. Esto lo encarnan y transmiten a la perfección las dos actrices principales que pese a su corta edad reflejan una espontaneidad y química que te hará recordar tus días de travesuras con tus hermanos o primos.

También el manejo de cámara en Verano 1993 contribuye a la empatía que puedes lograr con la protagonista, pues el cuadro se muestra siempre —exceptuando por las tomas abiertas, necesarias para la ubicación— detrás de la niña y se mantiene en un planteamiento desde su estatura. Los movimientos de cámara se perciben como los de un infante tratando de ubicar su entorno haciéndote sentir como un pequeño intruso en la historia.

A los que fueron niños en los 90, el trabajo del diseño de producción y de decoración de set les permitirá reencontrarse con viejos amigos, como D’Artacán y los Tres Mosqueperros y juguetes como Polly Pocket. Si bien esto es un trabajo destacable, se reduce a artificios cuando descubres el otro tipo de referencias que la directora te quiere decir en algunos momentos: la presencia de la figura materna, los deseos de que vuelva la mamá ausente, el desahogo inesperado o la causa de la muerte de la mujer.

Simón consigue con todo esto no sólo que el  filme hablado en catalán logre su estreno comercial con subtítulos dentro y fuera de España o las decenas de premios que ha recibido, su mayor logro es hacer de lo autobiográfico algo universal que trastoca emociones con mucha delicadeza y naturalidad, como para que las lágrimas salgan por reacción y no por obligación.

VEREDICTO:

Necesario que la veas. Sin hacer circo y maroma, sino todo lo contrario, con mucha honestidad, Carla Simón consigue que reconectes con las emociones y recuerdos de tu infancia para hablarte de un dolor nuevo e intenso.

Por: Anaid Ramírez.