‘Alien: Covenant’: Lamentablemente, Scott esta vez le atinó a medias












Cuando el título ‘Alien: Covenant’ aparece por primera vez en la pantalla de la parte tres de la serie de seis películas de la franquicia de Fox de Ridley Scott, lo hace despacio y en un espacio profundo ambientado por la hermosa y aterradora música de Jerry Goldsmith. Después de la entrada muy diferente ‘Prometheus’, parece ser una reafirmación de los valores principales: esta vez, en el espacio nadie te escuchará gritar. Si esa es la intención, entonces Scott le atino a medias: se siente como una pieza de compañía para ‘Prometheus’, aún muy hablada y pesada, pero se acerca mucho a la original en lo gore, la imagen y la emoción.

‘Covenant’ empieza con una toma cerrada del ojo de Fassbender, lo cual conociendo al director es para crear expectativa en una prueba de Voight-Kampff. Ubicada en la zona clásica del sci-fi, el cuarto blanco y estéril con ventanas gigantes, un joven Preter Weyland (Guy Pearce) está aleccionando al androide David (Fassbender) sobre los misterios de la creación y—para hacer aún más énfasis— hace que toque “Entrada de los dioses al Valhalla” de Wagner en un piano.

Claramente eso pasa antes de los eventos de ‘Prometheus’, donde se corta a diez años después de que el personaje de Noomi Rapace, Elizabeth Shaw, pusiera la cabeza de David en un morral y se fueran a buscar el planeta de los Ingenieros. Ahora es el año 2109 y la tripulación del Covenant está transportando a 2000 colonos al planeta Origae-6 para empezar una nueva vida. Una transición les avisa que hay un planeta más cercano y con mejores condiciones de vida. Habiendo sufriendo un accidente que dejó en condiciones fatales a la tripulación decide ir por el camino fácil y aterrizan ahí. Hay aire limpio y trigo. Sólo el oficial Daniels (Waterson) se da cuenta de que no hay pájaros o animales. 

De gran manera ‘Covenant’ hace mejores versiones de todos tus clichés favoritos en ‘Alien’; la tripulación molestándose constantemente, un aterrizaje peligroso a un planeta, el regreso de la computadora MOTHER, una discusión sobre cuarentena, pasillos que sirven como escenario principal para escapar, partes de la nave goteando agua, huevos, Facehuggers, Chestbusters y Xenomorfos. Pero no hay que dejarse llevar, hay cambios en la formula también. Hay un alien bebé que parece el gemelo malévolo de Baby Groot. Y también tenemos neomorfos novedosos, mucho más ágiles que sus versiones de 1979 o 1986, los cuales pueden saltar como velocirraptors.

Cuando se pone intensa, ‘Covenant’ va en serio. El primer encuentro con los monstruos es una masacre, también hay escenas incomodas con temblores incontrolables llenas de momentos terribles y absurdos (resbalarse en charcos de sangre en momentos claves). Pero una vez que empieza la cacería, Scott no puede mantener la tensión de ‘Alien’ (o la acción imparable de los ‘Aliens’). Hay muertes terribles pero ninguna que recapture la imaginación o el diseño de las muertes anteriores. También falla en cómo llevar el ritmo, tristemente se pierde la sensación de urgencia.

La tripulación del Covenant son un montón de personajes genéricos e intercambiables (son 15; ‘Alien’ tenía siete más un gato). Algunos muestran posibilidades. Waterson de Daniels está torturado por el duelo de una pérdida. El recién promovido capitán Oram (Crudrup) tiene dudas acerca de si su fe se pondrá en el camino de su autoridad. Pero el único que sobresale es Tennessee, de Danny McBride, y eso es en parte porque usa un sombrero. De hecho la relación más interesante es entre el novato Walter y el sobreviviente de ‘Prometheus’, David. Los dos expertamente separados por Fassbender, se conoce porque David es el único habitante del planeta. Hay unas escenas muy raras pero interesantes, como esa de David enseñándole a Walter a tocar la flauta, hacer retas de poemas románticos y en lo que se siente como fan fiction…besarse.

Aún asi, es el punto donde Scott se da gusto con sus temas de Blade Runner-Prometheus, ese de jugar a ser dios con discusiones obvias. En sus mejores, o sea las primeras dos, la serie de ‘Alien’ funciona como películas de serie”B” (un film de terror estilo slasher y  otro de guerra) insertando todo el significado (psico-sexuales) en las imágenes. Aquí se hace en base a diálogos sobre la frustración de no poder crear y la soledad de los sueños. Es una pena que uno de los mejores creadores de imágenes en el cine no pudiera mostrar sus ideas visualmente. A pesar de ello, ya probado por ‘The Martian’, Scott es muy bueno para todo este asunto del sci-fi, ya sea a lo grande (el Covenant sacando velas para agarrar más poder) o en pequeños detalles (las células extraterrestres sobresaliendo en anillos de humo).

Los escritores John Logan y Dante Harper, después de la película de antes sin risas, ahora si le agregan uno o dos chistes. Incluso en algún momento llega a haber un chiste del Fantasma de la Opera. A lo mejor el susto más grande de ‘Covenant’ será que dentro de unos 90 años, Andrew Lloyd Weber seguirá siendo relevante.