‘Guardianes De La Galaxia Vol. 2’: James Gunn por fin subió el volumen














El arma principal de la primera de Guardianes fue la sorpresa. Cuando el peculiar quinteto hizo su debut en el 2014, representaban la apuesta más grande de los estudios Marvel hasta la fecha. Osea sí, fue la compañía que agarro a un surfista australiano, le dio un martillo mágico y aún así se aventó al bolsillo otro éxito a su lista de gigantes de la taquilla. Pero la verdadera sabiduría que nos deja es que una película de ciencia ficción, con un mapache parlante, un árbol consciente, un ex luchador, una guerrera verde y un pillo mejor conocido por ser el tipo gordito en ‘Parks And Recreation’ nunca se sentirá como demasiado.

Aunque siendo sinceros, esa sabiduría se puede ir al cuerno. Impulsado por la deliciosa pero a veces trastornada sensibilidad indie de su director, James Gunn, ‘Guardianes’ fue un agasajo, combinando humor y ciencia ficción de una forma que le gana a Star Wars con la cinta más Star Wars de todas, bailándole a la taquilla mundial y quedándose con un puesto asegurado en las listas de «Las Mejores Películas de Marvel». En resumen, somos Groot.

Pero cuando perdiste el elemento de sorpresa, mejorarlo no es nada fácil. La buena noticia es que, salvo algunos errores en el último acto y uno que otro cambio de tono, Gunn la volvió a hacer, elaborando una secuela que mantiene el foco en los personajes de los que nos enamoramos por primera vez, mientras le sube al volumen.

Después del éxito de la primera —y tal vez aprendiendo de las fatigas de Joss Whedon quien, en sus propias palabras, tuvo que aguantar una buena cantidad de interferencias y falta de confianza en ‘Avengers: Age Of Ultron’— Marvel le dio a Gunn las llaves del reino. Y esa confianza se siente en la secuencia de los créditos iniciales, que presenta una secuencia de acción en una manera muy graciosa y poco ortodoxa mientras le da al increíblemente adorable Bebé Groot un glorioso momento en pantalla y avisándonos que el «Awesome Mix Vol. 2», el mix-tape que que impulsa el soundtrack de la película, va a ser tan pegajoso como el «Vol. 1».

Y durante la excelente primera hora este parece ser también el caso de la película. Si el primer film se trata de reunir a este grupo de pelafustanes, entonces la tradición dicta que la secuela se tratará de separarlos. Pero Gunn no tiene ni la menor intensión de seguir las normas, así que esta película se trata del grupo dándose cuenta de que funcionan mejor en conjunto y, a pesar de sus diferencias, les va bien ser la familia más disfuncional del universo. Sí, familia —temáticamente esta cinta es muy parecida a ‘Rápidos y Furiosos 8’ y tiene tantas groserías que harían humear el carburador de Dom Toretto. Casí todos tienen problemas con sus papás, mamás o hermanas, Quill en especial, dividido entre el personaje exageradamente cool de Russell, apropiadamente llamado Ego y el violento pirata espacial Yondu, interpretado por Michael Rooker. Pero las emociones que esto genera son inesperadas y genuinas. Debajo de la actitud de la cinta —y otra vez hay un buen de eso— también econtrarás un corazón real que palpita. 

Los mejores momentos del ‘Vol.2’ son cuando el grupo está peleándose y burlándose entre ellos (con el maravilloso personaje de Drax, que no tiene nada de filtro y se lleva las mejores líneas, incluyendo la que merece estar en una camiseta: «produzco cacas famosamente grandes». Además incluyen a Ego, la dulce Mantis de Pom Kllementieff, y la hermana de Gamora, Nebula (Karen Gillan), quien hace mucho más esta vez. Pasar el rato con ellos es tan divertido que es una lástima cuando Gunn se acuerda de las dos cosas que un film debe tener: a) un plot y b) un villano.

Cuando se presentan estos dos es cuando la película empieza a fallar. Lo que antes parecía natural se vuelve abrasivo y a veces poco atractivo. Los chistes que eran atinados empiezan a desplomarse, incluyendo un chiste recurrente sobre un malo de nombre Taserface, que no es tan gracioso y que seguramente en papel/set/edición no se sentía mal, pero la secuencia que debería ser un momento triunfante de heroísmo,  se vuelve una equivocación de mal gusto. Y la batalla final, por más que trate, no puede evitar volverse un festival de pantalla verde.

Aún cuando los pixeles amenazan con abrumarnos, Gunn encuentra refugio en sus personajes principales. Hay mucho que disfrutar aquí, ya sean los momentos perfectamente desarrollados del Bebé Groot o una cadena general de rarezas anárquicas que dura durante todos los créditos que se sienten únicas a esta franquicia. Es fácil ignorar los elementos malos cuando todo el mix es fantástico.