La Región Salvaje: horror, fantasía, erotismo y un retrato social que incomoda













SINOPSIS

El matrimonio conformado por Alejandra (Ruth Ramos) y Ángel (Jesús Meza) está en crisis. Cuando la mujer se encuentra con una criatura del espacio, no duda en tener encuentros cercanos del tercer tipo con “eso”, que se convierte en fuente de placer y a la vez de destrucción.

Es impresionante el salto que esta película representa para el que quizás sea el único de los directores mexicanos que recurre a actores no profesionales y realmente sabe cómo dirigirlos, sacándoles el mejor provecho.

En esta ocasión Amat Escalante (Heli) no sólo apuesta por un cambio de registro importante con respecto a sus anteriores trabajos —que deambulan en la cercanía del drama exacerbado—, sino que lo hace apostando por una mezcla de géneros poco referida en nuestra cinematografía y además, en términos generales,  lo hace con una dignidad inusitada. 

La historia nos cuenta cómo en una pequeña ciudad, una mujer dedicada a cuidar a sus hijos, además de soportar a un marido abusivo que no le satisface en la vida ni en la cama, se interna en el bosque debido a la llegada de una enigmática visitante y entra en contacto con algo que no es de este planeta. Ese algo aparece para trasformar sus hábitos y necesidades, enfrentando así lo más oscuro de su realidad y de sí misma.

Mezcla de drama social, horror con aire cósmico —que fácilmente podría relacionarse con H. P. Lovecraft—, tintes de erotismo que nos refiere a subgéneros de la animación japonesa como el hentai, y  acercándose a una visión más europea del sexo —esa qué lo muestra como algo tan misterioso como seductor—; La región salvaje destaca por lo inquietante de sus atmósferas, lo orgánico de su desarrollo y la crudeza de un discurso crítico y descarnado.

En esta pieza, los elementos de género son los instrumentos para realizar una implacable disección del machismo, la estigmatización de los roles sociales y la hipocresía.

Es cierto, de pronto el armado resulta demasiado básico y  hacía la parte final, dado lo insólito de la premisa, algunas situaciones colindan levemente con el humor involuntario. Pese a eso, la transición del tono no merma la potencia del relato, que es suficiente para mantener enganchado al espectador. 

VEREDICTO

El horror, la fantasía y el erotismo puestos al servicio de un retrato social que incomoda y empuja con brutalidad a la reflexión. Definitivamente no es para todos los gustos.