Música a 24 cuadros x segundo: ‘Sing Street’

Nadie puede negar que existe un encanto detrás de la creación musical. Una actividad que no solo requiere de sensibilidad, sino que además, de técnica que la respalde. Es Dublín en la década de los ochenta y el joven Conor (Ferdia Walsh-Peelo) está seguro de tener lo necesario para demostrar que la música es la clave para llegar al corazón de Raphina (Lucy Boynton) y adaptarse a su nueva vida… es de esos deseos que nace Sing Street.

El director John Carney regresó en 2016 con la tercera entrega de lo que podríamos considerar su trilogía de dramas musicales. Primero fue Once (2007) y seis años después Begin Again (2013) hasta llegar a Sing Street; demostrando que si bien es cierta la expresión “no existe nada nuevo bajo el sol”, lo importante radica en la forma en la que se presenta y no cabe duda que Carney sabe capturar a través de la cámara el ambiente que se genera entre las relaciones humanas en conexión con la música.

La recesión económica alcanza a la familia de Conor, quien es cambiado de su escuela privada a una pública dirigida por sacerdotes. Entre las absurdas reglas de su nuevo recinto escolar, bravucones y su reciente crush en Raphina, el adolescente decide crear una banda con sus amigos – de nombre Sing Street-.

Conor no esta solo, tiene como guía a Brendan (Jack Reynor), su hermano mayor, quien lo ayuda a encontrar la música que mejor refleje sus sentimientos. Es gracias al personaje de Reynor que Conor y sus amigos encuentran la inspiración para componer sus propias canciones y claro, el público también gana con un recorrido sonoro que va desde The Jam -nunca puede faltar Town Called Malice- hasta Duran Duran.

El protagonista puede no saber qué es lo que siente sobre su enamoramiento, pero por suerte tiene a Brendan para arrojarle el The Head on the Door de The Cure: “They are happy sad”.

El soundtrack de Sing Street está compuesto por las canciones originales de la película mezcladas con algunas otras de renombre. Al ser éstas un reflejo de lo que los personajes sienten, es de esperarse que haya una marcada variedad de géneros. La experiencia de la cinta sigue después de los créditos cuando uno trata de seguir su día a día y sin esperarlo, vuelve nuevamente al soundtrack y de ahí a buscarlo a su reproductor de música más cercano.

En un punto de la antigüedad, la música fue considerada como el arte de la armonía y es armonía lo que Conor busca traer a su vida. Pensar en Sing Street como la típica historia de un adolescente que se enamora de la chica que lo rechaza, es quedarse corto. El trabajo de John Carney presenta una historia llena de matices: la fantasía de formar una banda -a más de uno le ha pasado-, el amor fraternal entre hermanos, vencer a tu bully y ganarse el corazón de tu crush, pero sobre todo; que aun siendo joven, puedes conseguir el final que tanto imaginabas.