‘Rebeldes de altura’, huele a comedia y sabe a comedia…

Estreno: Rebeldes de altura, ¡ya en cines!

Director: Sergio Sánchez Suárez

Actúan: Luis Arrieta, Oswaldo Zárate, Javier Rivera, Carla Nieto

⭐⭐

Sinopsis

Son los turbulentos 60 en Monterrey, Nuevo León, cuando desaparece Beatriz (Nieto), una joven de intercambio que se une a los movimientos estudiantiles. A seis meses del secuestro, el enamorado y conservador Mitch (Arrieta) demuestra que es capaz de secuestrar hasta un avión con tal de localizar y liberar a su amiga.

Huele a comedia, sabe a comedia y es una comedia. Pero el segundo largometraje de Sergio Sánchez Suárez quiere ir un poco más allá cuando toca el terreno de la crítica política, religiosa y social; todo a partir de un “pirruris” —los “juniors” o “mirreyes” de finales de los 60 e inicios de los 70— enamorado que quiere recuperar a su Julieta, y con prácticamente un solo espacio como locación: la cabina de un avión.

El relato de Rebeldes de altura comienza en algún punto de 1968, cuando el universitario regiomontano Mitch (Luis Arrieta) llega en su carro deportivo a lo que parece una imprenta saqueada, donde se supone estaría su amigovia Beatriz (Carla Nieto) imprimiendo propaganda del movimiento estudiantil y se sugiere que desapareció en el atraco. Seis meses después, Mitch decide volar en el mismo avión que el gobernador del estado para, amablemente, solicitarle informes acerca del paradero de su amada; sin embargo, todo se sale de control y termina por secuestrar la aeronave.

Responsable de la desafortunada cinta de época Tequila: historia de una pasión, Sánchez Suárez nuevamente le apuesta a recrear una década y un romance, pero en esta ocasión maniobra sobre un trayecto menos turbulento debido al tono en que plantea los hechos, a las capas de lectura y al desarrollo de sus personajes centrales.

Y es que, en la superficie, Rebeldes de altura convierte en secuestradores guerrilleros a unos tipos adinerados, apegados al sistema, mochos y acostumbrados a nunca cuestionarse nada. Luego de ver los primeros 15 minutos notarás que el cineasta escarba hacia otra capa en la que permanece el tono cómico; pero esta vez para satirizar sobre la religión —apoyado de una pequeña pero atinada participación de Edgar Vivar—, el arribismo y las relaciones de corrupción en los altos mandos.

Cuando menos lo imaginas, pese a persistir en menor escala la comedia, la cosa se pone un tanto seria para hablar de las desapariciones forzadas, las tácticas violentas de represión y la deshumanización de los gobiernos; el humor aligera la carga, pero no dejan de ser perturbadoras las escenas —algunas explícitas otras apenas sugeridas— de las torturas que se retratan. La reflexión va más allá, al notar la vigencia de los discursos que maneja la cinta.

Sánchez Suárez transmite claramente el mensaje, aunque a veces Rebeldes de altura se sale de forma: hay actuaciones que de momento se suben de tono, como la de Oswaldo Zárate; pero se mantiene todo en equilibrio gracias a la parte más experimentada del elenco, en la que figura Silverio Palacios, y a la intencional caricaturización de algunos personajes.

Asimismo te inquietarán las resoluciones arbitrarias, la extensión de algunos conflictos que terminan alargando innecesariamente el vuelo de la cinta, y las inconsistencias en las que cae, tanto en los huecos que deja en la historia como el lenguaje —se escuchan muy chilangos modernos para ser regios sesenteros—.

El arco que siguen los personajes centrales no es más que para poner el dedo sobre la llaga de que cualquier persona o institución —incluso el propio gobierno— con el mínimo sentido de la humanidad tiene el potencial de detectar y desaprobar la violencia y el abuso de poder, pero especialmente actuar para detenerlo.

De esta forma, podríamos decir que Rebeldes de altura se desarrolla a la par que sus protagonistas: despega diciéndote que no te tomes muy en serio lo que estás por ver, luego abrocha adecuadamente los asuntos que desea tratar, para después aterrizar con seriedad sobre temas delicados y todavía oportunos.

Veredicto

Una película que funciona como entretenimiento para el fin de semana, pero también para reflexionar sobre cuestiones aún vigentes. Nota al pie: agradecerás que esta producción mexicana sea sutil en su product placement —es, tal vez, la que mejor lo ha logrado en años recientes—.

Por Anaid Ramírez