Reseña ‘American Made’: Cruise, tan convincente como siempre














Es 1978 y Barry Seal (Tom Cruise), un piloto aburrido de TWA con un negocio adicional de contrabando es contratado por la CIA para tomar fotografías de reconocimiento de insurgentes en Sudamérica. Pronto está contrabandeando droga para todo tipo de indeseables y pasando lo mejor de su vida arriesgándose a morir.

Tom Cruise muestra su trasero en American Made. Dos veces, presume. Es pristino como esperarías de un hombre de 55 que todavía dice que está en sus treintas. Su trasero expuesto dice mucho aquí —es una suma perfecta de la actitud de Barry Seal frente al status quo, pero también del mismo filme, que navega por los pantanosos mundos de la criminalidad y corrupción.

La película fue hecha a la medida para Cruise, así que le queda a la perfección. Él y Seal, quien renunció a su trabajo en TWA para meterse con la CIA, podrían haber sido amigos del alma —todos dicen que Seal era impulsado por la adrenalina, siempre buscando un golpe más grande y riesgos mayores, y el viaje de Doug Liman por sus años más salvajes explota completamente los propios fetiches de Cruise. Es Cruise quien vuela esos aviones en la jungla (claro que es). Liman ha contado cómo se le pararon los pelos de punta volando en un helicóptero junto a Cruise, filmándolo mientras Cruise deja la cabina sola para ir a la parte de atrás y soltar paquetes por la escotilla del piso. Y hay emoción sabiendo que es real.

Barry Seal no se parecía a Tom Cruise. Seal pesaba 127 kg, parecía jugador de dardos y en la vida real Pablo Escobar le decía “El Gordo”. Pero la realización aquí está al servicio del espíritu de Seal. Se esfuerza en ser áspera, lugares y fechas garabateados en pantalla, cámaras al hombro para filmar la acción. Su imprudencia alegre vende la realidad, al igual que las interpretaciones, particularmente las de los tipos del futuro cártel de Medellín, cuya atención atrae Seal en cuanto comienza a trabajar para la CIA. Son amenazadores en su sutileza. La primera vez que vemos a Escobar, está pelando una naranja y se ve totalmente intimidante debido a su indiferencia. La película apesta a realidad y es bastante aterrizada comparada con lo último de Cruise, una cantidad aparentemente infinita de acción sin tregua.

Y manteniéndose con la historia de Seal, American Made nunca desacelera. Quizás es como debería ser en honor a su antihéroe, un hombre en una montaña rusa constante. Pero ser tan divertida la coarta un poco, nunca va a lo profundo y rara vez te llega. Sarah Wright es genial como la esposa de Seal, pero a pesar de un buen tiempo en pantalla, las escenas de familia parecen una subtrama. Deseas más picos y valles, más devastación personal.

Sin embargo, los demás temas dan en el blanco. Haciendo de lado a la familia de Seal, todos ven a los demás como moneda de cambio. Cada uno busca su propio beneficio. Dinero mata moral. Todos son Scarface. “¿Es legal todo esto?”, le pregunta Seal al agente de la CIA Domhnall Gleeson al principio. “Si lo haces por los buenos”, responde, con el concepto de “los buenos” siendo arcaico desde hace mucho.

VEREDICTO Cruise es tan convincente como siempre y con encanto de sobra, y este es un filme entretenido sin cesar, aun cuando llegue a ser tenso y aunque se quede en la superficie.