‘The Aftermath’: amor en tiempos de la posguerra

Basa en la novela homónima de Rhidian Brook, The Aftermath (Viviendo con el enemigo) presenta un tórrido romance entre Keira Knightley y Alexander Skarsgård, con terribles consecuencias.

Estreno en México: 17 de mayo

Director: James Kent

Actúan: Keira Knightley, Alexander Skarsgård, Ned Willis, Pandora Colin, Jason Clarke, Anna Katharina Schimrigk, Jack Laskey, Fionn O’Shea, Kate Phillips

Duración: 108 minutos

★ ★ ★ ☆ ☆

Sinopsis: Rachael Morgan (Keira Knightley) se reúne con su esposo Lewis (Jason Clarke) en Hamburgo poco después de la Segunda Guerra Mundial. Ellos se harán cargo de la casa del amigable arquitecto alemán Stefan Lubert (Alexander Skarsgård) y su hija Freda (Flora Thiemann). Todo se mira de lujo hasta que Rachael y Stefan se reúnen.

 

El estatus de “tesoro nacional” suele ser aplicado retroactivamente a un actor alrededor de su cumpleaños 55, pero es hora de otorgarle el título a Keira Knightley, quien se ha convertido en una de las estrellas más consistentemente interesantes del mundo. En apenas unos meses nos ha sorprendido como Sugar Plum Fairy y nos deleitó como Colette.

Ahora nos entrega profundidad, emoción y seriedad en un drama romántico que de otra manera habría sido pura sacarina.

La idea de The Aftermath, al menos, se siente fresca. En lugar de clichés sobre gente con problemas románticos durante la guerra, nos unimos a esta historia después del fin de la Segunda Guerra Mundial. El caballeroso y optimista coronel Lewis Morgan (Clarke) tiene a su cargo la reconstrucción de una ciudad alemana devastada y la desnazificación de sus ciudadanos, un proceso difícil considerando que los nazis se metieron hasta el último rincón de su propio país. La esposa de Lewis, Rachael (Knightley) llega a este ambiente paranoico en medio del dolor por la muerte de su hijo, y ambos luchan por reconectarse a pesar de sus pequeños gestos de afecto.

Rachael se siente aún más incómoda sabiendo que Lewis le ha permitido quedarse al propietario de su casa a pesar de la orden de confiscación. Pero Lewis, a quien su trabajo aleja con frecuencia, parece no haber notado que su inquilino se ve como Alexander Skarsgård… y la tensión crece entre la infeliz Rachel y Stefan. Son las dos personas más hermosas en la película, así que algún tipo de involucramiento romántico parece inevitable. Cuando llega, es tan súbito e intenso como una tormenta, e igual de irresistible.

Basada en el libro de Rhidian Brook, esta adaptación ha sido simplificada (un miembro de la familia Morgan ha sido eliminado por completo) y parte de la paranoia política se ha desvanecido. Pero hay suficiente para anunciar el romance con Rachael preguntándose si puede confiar en lo que ofrece un romance nuevo y con menos bagaje. Stefan, mientras tanto, lucha para probar su inocencia de las atrocidades nazis mientras su hija, Freda (Thiemann), se rebela contra los invasores.

El director James Kent previamente había tomado un enfoque poco convencional a una tragedia de la Primera Guerra Mundial en Testament Of Youth, y encuentra ángulos similarmente frescos aquí para avivar lo que podría ser simplemente otro triángulo amoroso.

Es un grupo infeliz, viviendo bajo cielos grises y cargados de nieve. No obstante, la producción y el diseño de vestuario hermosamente detallados ayudan a darle vida a la película, con la casa modernista de Stefan contrastada con las calles llenas de escombro, y su ropa de trabajo desgastada contra el glorioso vestido de noche dorado de Rachael (ya contendiente con el verde que vistió Knightley en Atonement como el Mejor Vestido Jamás Filmado). Pero las chispas románticas proveen suficiente fuego para que entres en calor a pesar de lo sombrío. Los personajes están atrapados en las repercusiones de una tragedia —una serie de tragedias— que no son culpa de ellos, y a pesar de todo intentan ser felices. Hay algo noble en eso aun cuando conduce a un comportamiento innoble.

Veredicto

La estructura de la trama ha sido interpretada un millón de veces, pero un elenco talentoso y comprometido hace que se sienta diferente y no más de lo mismo.

Por Helen O’Hara

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