‘Todo el dinero del mundo’: Un film que merece muchos premios














SINOPSIS
Mientras caminaba solo por Roma en 1973, un adolescente es metido por la fuerza en una van. Resulta que era el nieto del multimillonario J. Paul Getty (Plummer), y si el abuelo no pagaba, al chico lo regresarían en cachitos.

Una fecha límite inminente. Encabezados amarillistas. El asunto de si pagar o no una gran cantidad de dinero. Una historia para los libros: que Ridley Scott apenas pestañeó para contratar a otro actor para las escenas de Kevin Spacey, uno de sus protagonistas en el drama de secuestro All The Money In The World, cuando se dieron a conocer sus presuntas conductas sexuales inapropiadas.

Fuera quedó Spacey, quien había actuado con capas de látex para interpretar al octagenario multimillonario J. Paul Getty, adentro estaba su reemplazo, Christopher Plummer, con una enorme cantidad de escenas refilmadas a una velocidad histérica y un costo de 20 millones de dólares para no posponer el estreno original de la película —y alcanzar la temporada de premios—.

La historia resulta un triunfo —para todos menos para Spacey—, pero Plummer resulta ser lo mejor en All The Money In The World, destacando en el papel de “no sólo el hombre más rico del mundo, sino el hombre más rico en la historia del mundo”.  Su interpretación asegura que lo que podría haber sido un Sr. Burns live-action —se dice que en una de sus propiedades, Getty tiene perros para encargarse de quienes lo decepcionan— sea el corazón de hielo fascinantemente complejo de la película. No nos sorprendería si a Plummer ya le hubieran ofrecido un relanzamiento de K-Pax.

No es difícil ver por qué esta historia basada en hechos de la vida real fue elegida por Scott, sino que es también el tema de Trust, una serie próxima de Danny Boyle. Piensa en una cruza entre Dallas y Ransom: a principios de los 70, el nieto de 16 años de un magnate del petróleo es secuestrado por maleantes italianos. Su madre está desesperada por recuperarlo; su padre está demasiado drogado como para que le importe; su abuelo mezquino se rehúsa a pagar un centavo, ya sea para no ser humillado o para no propiciar más secuestros. Es algo muy jugoso, repleto de encuentros tensos en habitaciones sombrías, llamadas telefónicas desesperadas y amenazas oscuras. Scott, quien en The Martian sostuvo la sensación contrarreloj en un escenario mayor, va más pausado aquí. El secuestro ocurre en los primeros minutos, pero después la trama se congela regresando en el tiempo para clavarse en el trasfondo y psicología del hombre de cuya decisión depende la vida del chico. 

Es posible que Scott, quien es también un octagenario adicto al trabajo, se haya visto reflejado un poco en Getty, un hombre que nunca es tan feliz como cuando revisa sus números en el mercado de valores. Hay una pizca de un ingenio astuto en el personaje mezclado con varios grados de bien ganada arrogancia. “La montaña pudo no venir a Mahoma”, dice en cierto momento, revisando sus planes para una nueva mansión en California, “pero definitivamente vino a mí”. Hay quizá un ligero exceso de pronunciamientos sobre su filosofía de que las cosas son mejores que las personas, y suenan como si hubieran sido copiados directamente de la fuente original del filme, el libro Painfully Rich: The Outrageous Fortune And Misfortunes Of The Heirs Of J. Paul Getty, de 1985. Pero Plummer nunca sobreactúa a pesar del gris mausoleo de sus varias residencias —que lo hacen parecer como Drácula en traje de tres piezas—. 

Menos efectivo es Mark Wahlberg, interpretando a un hombre con un trabajo oscuro que tiene que ver con operaciones especiales y lo hace repetir mucho la palabra “asunto”. Básicamente, el tipo rudo a quien Getty manda para resolver el secuestro, no tiene registro actoral, empeorado por el hecho de que Wahlberg pone cara de «actor muy serio» cada vez que una escena se vuelve intensa. 

Michelle Williams, en cambio, es mucho más convincente como Gail, la ex esposa de John Paul II, provocando una tormenta como la familiar que trata de cuadrar los números antes de que su disoluto hijo sea entregado en pedacitos. 

Regresando a Roma por primera vez desde Gladiator, Scott filma las escenas del cautiverio con una visceralidad jubilosa. Las cigarras chirrian, la cámara se mueve, la escena de tortura que involucra una oreja es tan gráfica que hace que le de Reservoir Dogs se vea papita. Charlie Plummer (no emparentado con Christopher) está muy bien como el sorprendido John Paul Getty III, aunque la película pierde la oportunidad de mostrar a sus guardianes de una manera interesante, dándole sólo algo de dimensión a un rufián con un lado amable (interpretado por el actor francés Romain Duris). 

VEREDICTO
Como trhiller, te atrapa de manera consistente aunque en algunos momentos recurra al cliché. Como estudio de qué tan frío puede volver el dinero al corazón de un hombre, es genial. Scott y Plummer, mientras tanto, merecen ovaciones por su apuesta de último momento. ¿Quién sabe? Podrían terminar ganando todos los premios del mundo.