La diez reglas de Cine para llevar a tu mamá al cine
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Es mayo y hay que consentir a nuestras cabecitas de algodón, a las autoras de nuestros días, a nuestras progenitoras. Sucede que ellas creen que mandan en todos lados y es nuestro deber como buenos hijos mostrarles que no es así. De nada.
Por: César Hernández.
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Procura llevar a tu propia madre al cine, no a la de alguien más. Es más sano no meterse con las mamás ajenas.
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Lleva suéter, no importa si es la canícula de agosto.
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Deja a mamá elegir la película, al salir dirá que no le gustó pero no será tu culpa. (Lo será).
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Evita las películas de acción o de suspenso. Si tu mamá es como la mía va a gritar “¡pendejo!” a la pantalla o “¡Atrás de ti, atrás de ti! ¡Corre!”. Y la neta qué oso.
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El VIP no te conviene por tres cosas: los sillones son demasiado cómodos y se dormirá toda la película; si pide de cenar se dormirá toda la película, si bebe alcohol no dejará de hablar durante toda la película.
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Prepárate para las quejas tipo “Para ver comerciales me quedo en mi casa”, además de que estaba muy fría la sala, muy viejas las palomitas y muy caro todo.
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Procura evitar los géneros “puros muertos”, “con chichis”, “de leperadas” o “no le entendí porque las letras las hacen cada vez más chiquitas”.
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Sabemos que las lágrimas de una madre son dagas en nuestro corazón pero las pelis de llorar son garantía. Tu mami va platicarla todo el año pero si la vuelve a ver no la recordará sino hasta más allá de la mitad.
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Si llevas a más de una mamá al cine procura llevar uno o dos hijos por madre para tratar de mantenerlas bajo control. Muchas madres juntas pueden hacerse amigas y fundar una sociedad alternativa o un culto matriarcal.
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Es muy importante llevar a mami al cine en una hora en la que no haya tanta gente; o bueno, no tanta gente conocida. Recuerda, negar a la mamá es una cosa muy fea. Muy fea.