Me quiero comer tu páncreas, para revalorar el día a día

Con Me quiero comer tu páncreas, la animación japonesa sigue profundizando en el drama como punto de partida para reflexiones mayores.

 

Director: Shin’ichirô Ushijima

Voces: Mahiro Takasugi, Lynn, Yukiyo Fujii

Duración: 118 minutos

★ ★ ★ ☆ ☆

 

Sinopsis

“Nuestra última primavera… y la mejor de nuestra vida.” Al final de la primavera un chico encuentra un diario en la sala de espera de un hospital, en la portada está escrito “Viviendo mientras muero”. Sorprendentemente descubre que el diario le pertenece a Sakura, una popular y alegre compañera, quien le revela que sufre una enfermedad terminal. Sakura está determinada a vivir sus últimos días al máximo, su alegría por la vida cambiará la vida de él para siempre.

https://youtu.be/U8LgFg5HjmE

Tal vez muchos, en primera instancia, la relacionen con producciones que de igual forma toman alguna enfermedad como punto de partida para desarrollar una oda a la vida, dígase Bajo la misma estrella y A dos metros de ti, por ejemplo. Sin embargo, Me quiero comer tu páncreas va mucho más allá del drama.

Esta animación propone conmovedores reflexiones que dejan al descubierto no sólo el valor del día a día y de las relaciones que se pueden llegar a dar en los escenarios mas inesperados, sino la vulnerabilidad del ser humano ante sí mismo y la forma en que puede reinventarse a través de los demás, sobre todo en la convulsionada etapa de la adolescencia.

Aquí una chica consciente de que ha de morir pronto, debido a que su páncreas ha dejado de funcionar, mantiene en secreto su enfermedad para todos, menos para un extraño joven, encerrado en sí mismo que trabaja en una biblioteca luego de la escuela, y con quien habrá de compartir y hacer realidad sus últimos deseos.

Esa es la premisa sobre la que el director debutante Shin’ichirô Ushijima, quien también se hace cargo del guion —adaptación de la novela homónima de Yoru Sumino—, va tejiendo con sutileza una serie de episodios que no evitan los lugares comunes pero cobran un significado mucho más profundo, mientras juega con el contraste entre la brillante personalidad de ella y la inexpresividad de él.

A través de la evocación y de la ingenuidad va develando una inesperada complejidad, que por supuesto va acompañada de las alegorías propias de la cultura nipona, que explotan en el momento indicado, mientras se trastocan los roles usuales de los protagonistas.

Es cierto que la narrativa no lineal es algo inconsistente y hacia la parte final la película llega a ser un poco discursiva, pero esto se compensa con la sensibilidad de las imágenes de colores deslavados, que aprovechan la belleza de la sencillez, el sentido dramático de los silencios y los momentos de calma sobre los que sostiene el desarrollo emocional que resulta apabullante.

Veredicto

Me quiero comer tu páncreas es un emotivo, agridulce y poco pretencioso pasaje con aires costumbristas y personajes encantadores, sobre lo efímero de la existencia y la forma en que el hacer consciencia de ello impacta en la adolescencia con todo lo que esto implica, llevando las relaciones y los sentimientos más allá de los convencionalismos.

Por Jesús Chavarría

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