Somos cine: mujeres cineastas en México

Buscamos diversas voces de mujeres cineastas en México para analizar y reflexionar sobre la equidad de género en nuestra industria, en la búsqueda de descubrir qué pasa y qué nos falta por hacer.

Por Ana Lucía Altamirano

“Somos muchísimas y eso hay que valorarlo”,  señaló Erika Ávila, productora de películas como Párpados azules o Sueño en otro idioma y que ha trabajado durante varios años en la industria del cine, una que durante mucho tiempo se consideró un universo masculino y que de muchas maneras ha sido tomada por los ojos, la creatividad y la pasión femenina con trabajo constante y brillante de profesionales que han otorgado su capacidad para abrirse un camino en el séptimo arte.

Según datos del IMCINE, en 2017 las mujeres cineastas estuvieron al frente de 42 filmes, la cifra más alta desde el primer conteo realizado en este sentido en 2007. En relación con 2016 hubo más películas escritas o producidas por mujeres cineastas, con un incremento del 34%, y en 52% del total de las producciones las mujeres participaron como directoras, guionistas o productoras, lo que nos habla de una presencia importante dentro de la industria mexicana en la que, cabe mencionar, aún queda mucho por hacer. Pero también, desde hace muchos años, el paso firme de las creadores está ya marcando territorio.

Detrás de las cámaras y a la hora de levantar un proyecto cinematográfico, existen muchísimas áreas en las que se debe trabajar y la voz de las mujeres cineastas cada día está más presente, porque en un set que había estado habitado por hombres principalmente, ahora la presencia femenina es mucho mayor en áreas como la fotografía, el sonido, además de la producción, el diseño de producción y también la dirección tanto de documental como de ficción.

Pero de alguna u otra manera, casos de discriminación y diferenciación han sido parte del camino de las profesionales; una constante de los testimonios es la necesidad de demostrar la capacidad de hacer un trabajo con mayor ímpetu al que lo tiene que hacer un hombre, lo cual no quiere decir que ellos no lo hagan.   

Cine contactó a creadoras como Érika Ávila (productora), Luciana Kaplan (directora de documental), Bárbara Enríquez (diseñadora de producción), Diana Garay (fotógrafa), Alisarine Ducolomb (directora de arte) y Alejandra Márquez Abella (directora de ficción) para entablar una conversación en torno a su camino dentro del mundo del cine, el cual han visto evolucionar y en el que además cada vez visualizan mayor oportunidad y posibilidades; pero en efecto y como lo mencionaron las entrevistadas, son bastantes y su trabajo es valioso.

En el set

Si bien hace 20 años las escuelas de cine en México vivían un momento diferente al que experimentan en la actualidad, las entrevistadas señalaron que dentro de sus generaciones de estudio existía equidad en cantidad de mujeres que entraban a estudiar, no así en las que al final terminaron dedicándose a esta industria, lo cual ocurre también con los hombres que inician una carrera en el cine. Pero en terrenos como la fotografía o el sonido, por ejemplo, la participación femenina era prácticamente nula.

“El cine era un mundo de hombres. Había muy poca presencia de las mujeres en todas las especialidades, como en todo; eran las mismas razones de lo que pasaba en cualquier otra área. Pero empezamos a buscar espacios y hay que tener claro que la historia del cine tiene mucho que ver con la historia de todo, de la sociedad; igualmente no hay muchas mujeres científicas o periodistas. Eso pasaba en todo”, admitió Bárbara Enríquez, nominada al Oscar por Mejor diseño de producción.

Y sí, debemos tener claro que la incursión de las mujeres cineastas también ha sido una batalla que se sigue librando en distintas profesiones, pues cada vez más mujeres han iniciado el trabajo fuera de casa y han descubierto la posibilidad de explorar sus capacidades de una manera diferente a la que generaciones anteriores lo hicieron. Ahí es cuando las diferenciaciones comienzan a hacerse, tomando en cuenta que por mucho tiempo, las áreas de trabajo fueron masculinas viviendo en una sociedad que se plantea como machista y aceptando también que esta condición no es exclusiva del pensamiento masculino.

“Creo que en este sistema heteropatriarcal, el oprimido, que en general sonr las mujeres, vamos a tener que inventarnos maneras de sobrevivir. Y trato de entender estas ideas porque viene de una forma de sobrevivir y estar por encima de las otras; no la justifico, pero entiendo. El machismo está muy interiorizado y no se entiende que perpetuar estos sistemas no nos lleva a ningún lado, hay muchas mujeres machistas”, comentó Alejandra Márquez Abella, directora de Las niñas bien.

 

Y es que la discriminación se encuentra en muchos sectores y de maneras varias, pues en general la mayoría ha estado en contacto con situaciones en las que su trabajo y capacidad ha sido criticado con mayor dureza a la que se aplica en el caso de los hombres, incluso han advertido que el pago a su trabajo es menor o la cantidad de proyectos que ponen a su cargo son menos o deben luchar y persistir más para conseguirlos.

“He tenido mucha suerte, pero hemos crecido en nuestras especialidades por machetearle y porque demostramos nuestras capacidades. Además de eso, de las cuestiones laborales, te topabas con técnicos con los que era muy difícil tratar, era muy agotador tener que demostrarles todo el tiempo”, declaró Enríquez, quien también señaló que en su carrera tuvo anécdotas en las que otros trataron de limitar su labor y entrada a proyectos.

“Recuerdo que hubo una película muy grande e importante para mi carrera. El director me quería para el diseño de producción, pero la productora, que era una casa muy grande, dijo que no, que cómo una chava iba a hacer una película de balazos y de acción, y fue una guerra muy complicada. Al final sí que quedé yo pero porque también me asocié con un hombre y la hicimos entre los dos: hasta que no hubo un hombre de por medio no accedieron, y eso es muy muy fuerte”, admitió la diseñadora.

Este tipo de historias se repite constantemente en los testimonios de cada una de las mujeres cineastas entrevistadas, quienes también reflexionan sobre los estereotipos dentro de la sociedad, que deben romperse a través de mucho trabajo y con entendimiento.

“Siempre he pensado que en la parte técnica lo que hay que evitar es emular los comportamientos de los hombres. Creo en la buena onda, en la suavidad, en estas virtudes que muchas veces se achacan a lo femenino y creo que no tiene que ver con ser autoritario, sino con ser más humano, con esquemas más horizontales y eso es muy innovador porque el cine es muy autoritario y vertical, pero siento que hay una forma de llegar al set y filmar con un poco más de amor y menos como una aplanadora que lo destruye todo”, afirmó Alejandra Márquez.

Nuevamente la posición de demostrar la capacidad vuelve a aparecer, pero lo que las conversaciones indican es que la manera de darle la vuelta a esta idea es hacer las cosas de una forma distinta, con esa visión femenina que puede muchas veces compaginarse con el trabajo y la visión de los hombres, pues todas las profesionales han trabajado en equipos mixtos con bastante éxito.

“Siempre hay una tendencia en la que las mujeres tienen que esforzarse más para demostrar que son capaces, de dirigir sobre todo. Había una insistencia en demostrar que uno era apto para contar una historia, dirigir un equipo, hacer labor de director y eso siento que ha cambiado porque ahora las mujeres tienen mayor posibilidad y se ha abierto el mercado; hay más producciones, documentales, series. Antes no se veía a una mujer que dirigiera comerciales, por ejemplo, o no había mujeres fotógrafas o sonidistas, pero se ha demostrado que podemos hacerlo y muy bien”, declaró Luciana Kaplan, directora del documental premiado en el Festival de Cine de Morelia, Rush Hour.

 

“A mí me importa el género. Creo en la equidad pero porque también en la competencia y en las habilidades. A la hora de formar mis equipos no me importa si es hombre o mujer, no tengo una cuota que cubrir, hago mi staff con la gente que es chingona, sin importar si es hombre o mujer y eso es lo importante”, dijo Érika Ávila, quien además reveló un punto de encuentro fundamental en esta charla. Y es que más allá de lo que está atrás en el mundo del cine, el análisis también debe centrarse en forma en la que se presenta a la mujer en las historias que se cuentan.

“Hablo de la equidad pero no en cuanto a las mujeres que trabajamos en el cine, sino a las historias que estamos contando: he sido muy crítica respecto a eso tanto en los fondos de los que soy jurado como con mis alumnos, de cómo se representa a la mujer mexicana en nuestras historias. A mí me sorprende muchísimo cómo los protagonistas siempre son hombres y las mujeres son unos adornos, cómo las mujeres deben de ser prostitutas o son facilitadores, cómo son menospreciadas o son golpeadas, y me preocupa como productora. ¿Qué estamos contando sobre la mujer en este país?”, afirmó.

 

En las historias

Las creadoras concuerdan con que aún hay una labor muy fuerte por realizar, pues la visión masculina dentro de las historias aún sigue prevaleciendo, y por ejemplo, al hablar de documental —un género tomado con gran fuerza por las mujeres cineastas— la historia cambia, pues ahí se habla de la realidad, dejando patrones creados fuera.

“Son historias reales y los estereotipos no son tan obvios. Y es que si uno revisa el cine de ficción, y más en lo comercial, todo el tiempo hay esta idea estigmatizada de lo que es la mujer, sólo puede ser de cierta manera; aunque sea capaz de hacer muchas cosas, siempre está dentro de un estereotipo y no puede haber mujeres más interesantes y complejas. Está costando mucho representarnos de una forma más real y auténtica, pero creo que es más una visión de la sociedad en sí, que está acostumbrada a que la mujer tiene que representar un cierto rol porque si no es así, la película ya no es comercial y ya no se va a vender”, comentó Kaplan.

Afortunadamente, la producción de cine mexicano se ha incrementado en los últimos años, lo que otorga mayor posibilidad de contar historias diversas, pero aún los temas siguen dejando de lado una parte importante de la visión de la mujeres dentro y desde las historias. Pese a eso, existen películas dirigidas por hombres y mujeres cineastas que buscan abrir esta brecha.

“Somos muy privilegiadas las mujeres que podemos hacer cine en México, y en mi caso no he sentido una discriminación en el set. Lo que sí creo es que hay muchísima discriminación a nivel temático, no hemos llegado a un punto donde la experiencia femenina y lo que retratamos en nuestras películas como experiencia femenina sea considerado tan relevante como las películas de los hombres. Siempre se ven nuestras películas como lindas y dignas, pero no parece nunca que estamos compitiendo al mismo nivel, y eso me parece muy grave”, dijo Márquez Abella.

Los espectadores aquí juegan un papel de suma importancia pues la investigación reveló que muchas veces los personajes femeninos son criticados con mucho mayor dureza que los masculinos. “Es difícil ver a una mujer asesina, a una mujer que se cuestiona el hecho de ser madre, etcétera, así que partes desde un punto desventajoso porque será más difícil entonces crear empatía con un personaje femenino que con uno masculino”, continuó Márquez Abella.

 

En la realidad

El discurso empieza abrirse, y no es que no existan proyectos en los que no se haya tocado el tema. Pero hablando de la generalidad, las mujeres cineastas entrevistadas cuentan que aún se requiere mayor apertura, más allá de una postura feminista o no, pues a lo que se apela es a la igualdad de oportunidades tanto en el trabajo como en la manera de vivir y, por lo tanto, las historias que se cuentan.

“El feminismo es algo que se modifica todo el tiempo, que va nutriéndose a cada instante, y es interesantísimo leer las diversas posiciones y para mí no hay de otra sino ser feminista en este mundo porque busca la igualdad de oportunidades y es la revolución más relevante de los últimos tiempos. Creo que sobre todo que actuar desde una óptica feminista hace que nuestras cosas sean mejores”, aseguró Alejandra, también directora de Semana Santa.

En ese sentido se habla de un feminismo más que necesario, pero también bien dirigido como lo señala Alisarine Ducolomb, directora de arte de cintas como Año bisiesto. “Pienso que es necesario un feminismo inteligente, porque mucha gente dice que el feminismo es lo que es y no se puede calificar como algo bueno o malo; pero sí considero que hay un feminismo muy obtuso y ahorita estamos en un momento clave de ese conflicto, cómo debemos luchar por ello”, aclaró.

 

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